Ni bien la redada terminó la gran cantidad de mantra que corría por el cuerpo de Camille también lo hizo, lo cual hizo que los dos fogosos orbes celestes que habitaban sus cuentas desaparecieran. Pudo percibir como equipos de salvamento comenzaban a tomar el lugar junto con una gran cantidad de funcionarios policiales los cuales procedían con los arrestos. La muchacha se sintió cansada, le dolía la cabeza, había manipulado demasiado mantra, ella no era una vajra de orgullo y pese a que su dominio de dicha energía era superior a la media fuera de esa clase, aún le era dificultoso.

Sintió como tocaban su brazo sano, era uno de los soldados el cual le devolvió su corona, esta le sonrió tomándola amablemente antes de volver a ponérsela, si, las cicatrices en sus parpados podían resultar desagradables así como ver a una persona sin ojos. Había mucho mantra en el ambiente producto de la batalla pero pudo notar cómo se llevaban a su compañero en una camilla, como cuando lo conoció por primera vez.

Ella por su parte fue guiada hasta uno de los transportes donde se le inmovilizó el brazo y se le aplicó una terapia con una maquina que liberaba una energía parecida a la que utilizaba para sanar, para curar las heridas de este. En el camino escuchó a los soldados celebrando e incluso presumiendo sobre sus logros. De querer hacerlo se les hubiera unido pero lo único que le alegraba era haberlo logrado con la menor cantidad de bajas, tanto aliadas como enemigas, posibles.

Fueron posteriormente llevados a la colonia exterior, lugar donde fueron llevados, tanto Camille como Belcross, a un hospital de la zona aunque las atenciones que le hicieron a la teniente fueron mucho menores, tan solo algunos rasguños y asegurar una buena curación de su brazo. Aunque por otra parte había una cosa que no le permitía descansar con tranquilidad: Belcross. Había sido su compañero en aquella misión y quien había tomado la mayor parte del daño.

Rememoró en su mente el momento en el que su pecho fue atravesado por un puñetazo del enemigo, podía tener su opinión de él pero aunque nadie podía merecer morir, al Vlad tratar a la vida superior de un vajra de esa manera, era un castigo casi justo para tamaña ofensa. Aunque fuera un pensamiento un poco hipócrita considerando que le había perdido el respeto al peliblanco como hermano de raza. Se volteó a ver a uno de los autobots que la escoltaban.

—En cuanto a Vlad… ¿Se le dará debida sepultura?— preguntó obteniendo un rostro extrañado de los dos seres que garantizaban su seguridad, el médico simplemente no estaba enterado de la situación así que prosiguió su trabajo como si tal cosa. —No lo sé pero… ¿Para qué? Era un criminal e intento asesinarlos a usted y al teniente Belcross— ante lo que ella le respondió —Si, estaba más allá de que pudiera hacerlo entrar en razón pero su vida aún así era sagrada, tuvimos que profanarla para salvar muchas otras, pero lo menos que podemos hacer es honrarla—

Su tratamiento terminó, su brazo aún dolía y permanecía en reposo pero podía caminar así que se pasó por los pasillos y preguntó por la habitación del vajra, quería saber cómo se encontraba para al menos quitarse aquel peso de su conciencia. Aunque el ver aquellas habilidades era algo sorprendente, digno de los generales pero hecho de forma mucho más destructiva, de hecho, pudo sentir que pudo llevarse algo de aquel poder consigo, de ser así, se aseguraría de usarlo responsablemente. Tocó la puerta un par de veces —Es Camille ¿Puedo pasar?— lo mejor era que recibiera una respuesta pero de no recibirla tarde o temprano habría entrado, más que nada para estar presente ya que las paredes significaban poco cuando podía percibir fácilmente todo aquel mantra de forma solida por su concentración.