Toda la mañana había estado tranquila sin ningún contratiempo, aquel joven rey sin pueblo comenzaba a revisar sus correo electrónicos cuando de la nada uno había llegado, sin esperarlo se le hizo bastante extraño pues hacía semanas no tenía nada de trabajo programado para entonces, y mucho menos ninguno de sus habituales clientes le había anticipado nada, quizá había sido una mera equivocación, al momento de abrirlo notó una particularidad bastante sutil, estaba escrita en un formato que conocía bien, uno de los “nobles” de la ciudad parecía tener problemas para ocuparse de alguien, a lo que en sus palabras textuales y con miedo de ponerse ambos en evidencia utilizaban las palabras clave que entre ambos habían marcado a perfección.



No se necesitaba ser un genio para comprender a qué era lo que aquel hombre se refería, el eidos sonrió con bastante burla y se puso de pie tomando su abrigo, sería momento de entretenerse un poco.


O tardó mucho tras caminar unos minutos cuando llegó al hogar de aquel hombre, tocó a la residencia y fue recibido por un par de mayordomos, este fue guiado a la sala del señor y sin problema entró, se sentó y comenzaron a platicar acompañados de una buena taza de té, palabra a palabra aquel hombre de ya avanzada edad le explicaba el pequeño “inconveniente” del cual debía hacerse cargo. -Ya veo… Susurró, arrogante, dejó su codo en el brazo del sofá y apoyó su mejilla en su puño. -Así que una de tus pequeñas aves se siente más lista que las demás, parece que aprendió a hablar y con ello a contar chismes a quien no debía.- Rió burlón y dio un trago a su té cual fino inglés que era. -Ya estás muy viejo como para meterte en este tipo de problemas, Sulivan.- Siendo este el nombre del ahora su cliente. -Mientras cumplas con tu parte yo me encargaré del resto.- Acotó antes de ponerse de pie. -Sin trucos quiero el dinero en mi cuenta en cuanto salga de este lugar, y la otra parte en efectivo. Ya sabes el lugar.- Agregó tomando su abrigo y sin más salió del lugar.



La voz se había pasado y con ello la gente que trabajaba para él había sido llamada, solo dos personas fueron requeridas, un par de inútiles humanos muertos de hambre mal vivientes que sólo buscaban pasar el rato, o al menos eso es lo que habían dicho. En cuanto entró aquel asqueroso aroma llegó a su olfato, aquella mueca de desagrado se hizo notar en su rostro a lo que los otros hombres se molestaron - Asquerosas basuras. - Fue lo primero que dijo al entrar al almacén, aquellos hombres se pusieron de pie recibiéndole y él frente a ellos tomando distancia se cruzó de brazos. - El objetivo es matarlo. -  Dijo tras aventarles una carpeta, en ella la información y la fotografía de un hombre alto, de tez morena y cabello plateado. - Las razones no les incumben, sólo encárguense de él, no quiero ningún testigo. -  Fastidiado y asqueado por su aroma se dio la vuelta. - Y rápido, los quiero aquí al terminar para dar por hecha la misión. -  Agregó desapareciendo entre las sombras.




Ahí se encontraban aquellos dos hombres, expectantes disfrazados entre la gente buscando el objetivo, sólo quedaba esperar, era tarde, sólo querían terminar con el trabajo.

Pocas cosas le alegraban mas el día a Atlas que pasar tiempo con su familia, es cierto que para él su tripulación eran tanto amigos como su familia, pero ahora tenía también un par de chicas muy bellas a su lado que tenían su corazón, su esposa y su hija. A veces era complicada la relación de los tres, porque Elohim, pasaba casi todo el tiempo viviendo en la Spirit of Fire con su padre, mientras que su madre se encontraba en otra nave en sus misiones o experimentos. Si fuese por Atlas dejaría a la niña viviendo con su madre, pero por insistencias de su esposa, es que se encontraba con él, según Musa la Spirit of Fire era mucho mas segura. Ese tipo de problemas por suerte tenían una solución, cada mes ambos llegaban a un departamento que tenían en Edén para convivir una semana los tres, pero en esa ocasión era un poco diferente, Musa estaba en una misión alejada y no pudo cumplir con la fecha, así que en este momento estaban Atlas y su hija sin ella.

Ese día el Cyborg se prepara, preparando el almuerzo a su hija, las ventajas de ser una mezcla con maquinas eran evidentes cuando solo tenia que leer una receta de cocina una vez y podía reproducirla a la perfección sin practica previa, su apariencia era con ropa normal de estar en casa, una camisa gris y unos shorts verdes, costumbres que antes no practicaba y que ahora se le hacia completamente natural. Intento darle cierto toque a la comida, no quería que fuese como si una maquina lo preparase, lo que buscaba era que Elohim disfrutara la comida – Hija, la comida esta lista – dice mientras sirve unos dos platos de pasta a la carbonara y jugo de naranja - ¿Qué tal me quedo? – le pregunta una vez la niña esta sentada en la mesa, posteriormente él se sienta también y comienza a comer – buen provecho – se preguntaba realmente como pasar el día con ella, durante un rato se quedo pensando mientras comía hasta que se le ocurrió una idea – vamos a dar un paseo a la plaza central así que cuando termines anda a arreglarte.

El Cyborg termino de comer y fue a su habitación para vestirse, como se menciono no era antes una practica recurrente, pero no pudo oponerse en su momento a las decisiones de Musa, y con el pasar del tiempo termino acostumbrándose. Se vistió con una camisa de color verde, tenia mangas largas y unos guantes de tela de color marrón, su pantalón era negro y usaba unos deportivos del mismo color – apúrate hija, o no alcanzaremos la tienda de helados antes de que cierren – le espera en la puerta del departamento y cuando la ve se agacha para acomodarle un poco el cuello de su ropa – te vez como una princesa – le da unas palmaditas en la cabeza, se levanta y abre la puerta, extendiendo su mano para que ella la tome, luego salen ambos del departamento.

Llegaron ambos a la plaza central donde comenzaron a mirar las tiendas, sobre todo una tienda de helados, la que prometió Atlas que visitarían. Esperó a que pidiera su sabor favorito para pedir el mismo, le era indiferente el contenido del helado en si, pero quería que ella sintiera que ambos disfrutaban la estadía. La tarde avanzo y la niña jugaba tranquilamente, mientras Atlas la vigilaba, recordaba como había conocido a su esposa, y en eso mira la tienda de frutas. Se había concentrado tanto en sus recuerdos que se distrajo completamente de Elohim.

Para cualquier  niña que tiene que vivir lejos de su madre, por la razón que sea el día mas feliz es cuando este llega, el momento de estar entre sus brazos otra vez, pues no existe lugar mas seguro que estar junto a ella.
Pero por circunstancias que Elohim todavía no entendía, musa no podía llegar a tan esperado día, eso la ponía algo sensible, más de lo que comúnmente ya era, pero mientras se  levantaba una  sonrisa apareció en su pequeño rostro pues su padre que era su mayor ídolo en la vida estaría todo un día para ella, sin nave, ni problemas, ni misiones, así que nada podía arruinar este día, bajo rápidamente en su pijama de de pequeñas estrellitas y como rayo se acerco a su papa, apoyándose en la base de la silla alcanzo su mejilla y le planto un gran beso, - ¡buenos días!, le dijo para después sentarse a comer, miro el plato y moviendo su pequeña nariz cual conejo, y exclamo   ¡se ve delicioso! , la pequeña niña sabía que su papa hacia el mejor de su esfuerzo para que ella estuviera bien y a pesar de no ser su especialidad, su esfuerzo y amor daban el mejor de los sabores a la comida.

Mientras comía alegremente pues jamás perdía la sonrisa al estar con su héroe, ladeaba su cabeza de un lado al otro como bailando, realmente disfrutaba el tiempo que le daba, era una niña bien educada pero a veces solía hacer un desastre mientras comía, pues enredar la pasta en el tenedor era algo desesperante para ella y sus métodos no eran los más bonitos, tomaba una de los gusanitos de pasta con su mano y ¡a su boca!.
No tenía idea de a dónde irían pues papa no era precisamente un hombre de niños, pero después de un rato de silencio se le ocurrió la mejor de las ideas, ¡HELADO! El mas dulce de los postres, Elohim sonrió llena de pasta por doquier, - ¡si, helado! Es la mejor de las ideas papá , feliz bajo de la silla para abrazarlo, llenándolo de pasta sin ser su intención y subió rápidamente a su habitación, donde todo era multicolor, pues así sentía a musa junto a ella para poder dormir, se enjuago el rostro y tomo uno de los vestidos más bonitos que tenia, de esos con los que su madre solía llamarla “mi damita” cosa que la hacía sentirse la persona más importante en la galaxia, no paso mucho cuando bajo corriendo a la puerta, estaba ansiosa por salir.


Después de un rato llegaron a una plaza llena de personas, los locales eran muy bonitos y ya que no lo hacían tan seguido Elohim miraba con sus grandes ojos cada rincón de la plaza, los globos, las personas, los anuncios, presionaba con emoción la mano de su papa mientras señalaba la tienda de helados, al entrar una joven con orejas de gato atendió amablemente a Elohim quien no se decidía por uno, - amm quiero uno de, ese, ¡no! Mejor ¡ese!. No, no amm ya se ese es perfecto blueberry gum - miraba feliz mientras se lo servían, pues parecía al cabello de musa y eso la hacía aun más feliz, miro el helado - ¡gracias gata! , dijo sin la mas mínima intención de ofender pues era decía las cosas como las veía.

Al salir atlas se sentó mientras Elohim jugaba a seguir una línea en el piso, - mira un caminito secreto para bebes unicornios mágicos! , le decía cosas infantiles sin mucho sentido, pero su padre parecía estar envuelto en recuerdos que lo hacían sonreír así que sin molestar mas miro el camino y después a su padre, no parecía ser peligroso así que dejando las enseñanzas de sus maestros siguió el camino alejándose con rapidez.

No tuvieron aquel par de ineptos que esperar mucho antes de que el objetivo apareciera, sin embargo este venía acompañado por alguien más como escolta. Todo parecía estar tranquilo, en silencio vigilaban aquel hombre de cabello plateado esperando un pequeño descuido para así poder terminar con el trabajo, comenzaron a caminar para hacerse pasar por gente de la plaza, mientras uno veía uno de los aparadores de cualquier tienda, el otro se entretenía recargado en una de las columnas del lugar. Parecían aquellos segundos largos y extensos minutos, el reloj comenzaba a retumbar en su mente y sin más, ambos hombres sacaron una arma de corto calibre y cada uno de ellos disparó a un objetivo en específico, con un mal tiro el hombre de la columna hirió al acompañante del objetivo disparándole en el abdomen, este por inercia sacó su pistola ejecutando de una a su agresor; El hombre del aparador el cual respondía al nombre de Milton de altura promedio, tez blanca sin cabello totalmente afeitado de la cabeza, ropas algo descuidadas siendo solo una ramera a tirantes y un pantalón estilo militar, siendo quien con el tiro de gracia entre ceja y ceja mató al objetivo cumpliendo con la misión y con un segundo tiro terminó por asesinar al escolta de él quedando tres muertos en el lugar.

Milton sonrió con maldad y avaricia, tal parecía que le habían simplificado el trabajo, ahora él podría quedarse con toda la ganancia del trabajo y no era necesario deshacerse del que era su compañero, guardó su arma y cuando estaba dispuesto a irse apareció ante él una niña de aproximadamente 12 a 14 años de edad, cabello castaño y profundos ojos que ante lo que había hecho sentía cómo lo incriminaba con ellos. -¿Qué ves, niña? ¿Jamás habías visto morir a alguien?- Sonrió con cinismo y con una de sus manos la tomó de las ropas levantándola haciendo que la niña tirara el helado, Milton no sabía si la niña era testigo o no, ¿Pero para qué arriesgarse? Simplemente la tomó y sin más se la llevó, eran las órdenes, el jefe no quería testigos.  - No grites niña o tus padres terminaran como esos idiotas.- haciendo referencia a los asesinados en el lugar.

El caos no se hizo esperar, la gente comenzó a correr y gritar y es que cuatro disparos y tres muertos no era algo que pasara desapercibido, ahí yacían en el piso los cuerpos entre charcos de sangre y un cono de helado sabor blueberry.

Recuerdos bastante agradables le venían a la mente, de cuando la conoció, quizás en ese tiempo fue un poco frío con ella, aunque también fue una experiencia interesante, demostrando que muchas veces no se necesita hablar para comunicar alguna emoción. Bueno, ya habían sido cuatro años desde que estaban juntos y Elohim se había convertido en un tesoro para ambos, pudo recordar incluso cuando Musa la tomo en brazos poco después de nacer cantándole una canción usando su traje especial.

En un momento escucho a toda la gente gritar alarmada, disparos al aire, todo eso puso en alerta en seco al Cyborg, estiro su mano a un costado para intentar tomar la de Elohim pero no estaba, estaba tan concentrado en sus recuerdos que no presto atención. Comenzó a correr como loco por toda la plaza – ¡Elohim! – gritaba mientras sus ojos se tornaban de color azul celeste, no pudo evitar molestarse pues sin el resto de su equipo no tenia el campo de detección de 360°. La gente corriendo de un lado a otro, mientras que Atlas escaneaba los espacios entre las personas se le podía notar una expresión de pánico en su rostro - ¡¿Dónde estas mi niña?! – no tardo en llegar a la escena en cuestión, donde estaban un total de tres muertos, pero cerca de la escena había un trozo de helado en el suelo, un escáner a el ADN alrededor de la cubierta indico que se trataba del postre que tenia la niña - ¡Demonios! – exclamo dando un fuerte golpe al suelo que agrieto la zona donde impacto.

Tenía que encontrarla y tenía que hacerlo rápido. Con esos pensamientos recordó que alarmarse entorpecía la concentración para encontrar lo que se estaba buscando, en este caso su hija, así que muy a su pesar tuvo que enfriar su cabeza para poder empezar, pero estaba tan preocupado que lo único que pudo hacer fue darle cabezazos a una pared para poder despejar su mente. Cuando por fin pudo calmarse, comenzó a escanear la escena, buscando indicios o pistas de a donde se la podían haber llevado – descuida mi niña, te encontrare – se decía a sí mismo el Cyborg.

Si había una palabra que podía definir bien a Elohim era inocencia, no solo por su origen transgénico que la hacía mucho más pequeña de lo que parecía, si no porque no tenía edad para asistir a la escuela y por lo tanto fue educada por maestros privados dentro de su casa, su madre la tenia bien protegida, jamás presencio nada violento que podría ser una ironía conociendo el trabajo de sus padres, pero era verdad la inocente criatura  no conocía la violencia, incluso en  los dibujos animados que solía ver, al disparar no había sangre, solo era un movimiento cómico y ¡bam! El maleante muere.
Pero como es común en la vida, Elohim estaba a punto de aprender algo para lo que no estaba lista.

La pequeña seguía el camino pintado en el suelo, se perdía entre la multitud que como es costumbre están demasiado atareados en cosas de “adultos” como para prestarle atención, - ¡unicornios! ¡Salgan pequeños unicornios mágicos bebes! , entonaba mientras llegaba ya muy lejos de su padre, de pronto un sonido tremendamente fuerte sonó, era un arma como en los dibujos animados, después un segundo tiro y el tercero, justo en medio de su línea que seguía por juego el cuerpo de un hombre cayo, tenía un agujero en la cabeza y de él salía sangre a montones, escurriendo pesadamente hacia Elohim quien miraba fijamente al hombre, que si bien estaba muerto parecía que la estaba mirando, la pequeña estaba en shock, no lloraba, no se movía su frágil corazón latía tan rápido que pensaba que podía escaparse.
Un hombre se acerco a Elohim que miraba con sus ojos totalmente cristalizados al horizonte esperando que su padre apareciera, no había duda el era el maleante del cuento, hay algo en las caricaturas que siempre encaja con los estereotipos de la vida real y este era un ejemplo perfecto, la levanto fácilmente, hacia preguntas que una niña de su edad no podía responder, no quería responder, y asi como llegaron se la llevo, dejando atrás al hombre  desangrándose, su helado, pero sobre todas las cosas a su Papá.

No caminaron la niña y aquel hombre mucho hasta llegar a una motocicleta estacionada a las afueras de la plaza, en ese momento Milton subió a la niña gente a la motocicleta y después terminó él por subirse, así cuidaría de que esta no saliera corriendo. Encendió la moto entre tantas personas que corrían despavoridas, ambulancias y policías llegaban para ver que era lo que había pasado, este, chasqueó la lengua y frunció el ceño molesto, sería un problema salir de ahí sin darse mucho a notar, sin embargo aceleró y tomó rumbo importándole un comino si llamaba la atención o no, con todo el dinero de la ganancia se iría por fin de Eden, así que nadie le vería ni le atraparía, todo estaba perfectamente planeado.






Apenas si llegó tomó a la chiquilla de la nuca comenzando a empujarla sin delicadeza alguna - Apúrate, maldito estorbo, debí haberte matado ahí y me ahorraba todos los malditos problemas de andar de niñero.- Renegó mientras entre empujones la llevaba al almacén. -¡Matheus!- Gritó mientras triunfante con una sonrisa cínica entraba por completo. -Dame mi maldito dinero, mataron al otro, la ganancia es toda mía.- Gritó sin descaro y aventó a la niña sin tener cuidado si esta se caía o siquiera lastimaba.


Secos pasos comenzaron a escucharse a medida que se acercaba el rubio, con su mirada seca y un tanto molesta observó al humano aquel. -¿Y es necesario que grites, basura?- Cuestionó el Eidos al ver a aquel hombre. -Sabía que ambos eran un par de ineptos, juraba que no volverían los dos.- Masculló antes de bajar su mirada, se sorprendió bastante sin poder ocultarlo, entrecerró su mirada con una mueca serena observando a la niña. -¿Qué hace esta niña aquí?- Cuestionó sintiendo un vacío en su estómago, el conocía esa mirada, miedo, angustia e incertidumbre, la misma que tenia él al ver morir a sus padres. -Dijiste que no querías testigos.-El joven rey sonrió y agachó un poco su cabeza quitando el contacto visual de aquella mujer. -Ella no tiene la culpa de tus estupideces.- Agregó, se le notaba molesto. Levantó el rostro y volvió a ver a la niña. -Tú no deberías estar aquí.- Susurró, sereno, jamás se le había notado tanta tranquilidad en sus palabras, y no era para más, hasta el más hijo de puta tiene corazón, quería tranquilizar a la niña, estaba metido en un problema gordo, pero más que eso, le preocupaba que ella viera el asesinato.

Había comenzado a estudiar la escena, guardando en su base de datos toda la imagen del área, todos los datos desde casquillos hasta la posición de los cuerpos y las heridas que tenían. Cuando proseguía con las predicciones llega la policía, estuvo tentado a usar su autoridad para dispersarlos pero no, eso podría exponer públicamente la situación de su hija y ocurrirían cosas mas graves, entre ellas que Musa podría estar viendo las noticias y le daría un ataque por lo ocurrido, no quería que las dos cosas mas importantes para el terminaran lastimadas por sus descuidos, otro motivo por el que no usaría su autoridad era por un motivo similar, si veían en las noticias que era hija de un Almirante probablemente pensaran en chantajearlo para cobrar una recompensa, no les daría ese gusto a los maleantes.

Se alejo de la escena tan pronto como pudo y envió una señal, la frecuencia era totalmente encriptada y fue recibida por la unidad mecanizada del Cyborg que salió de orbita rumbo a una posición sobrevolando los apartamentos donde vivía la familia. El Raiser se encontraba con sus sistemas de sigilo, así que ni las fuerzas de seguridad de la ciudad sabían que estaba ahí, solamente los observadores de kosmov gracias a la baliza que tenia. Atlas subió al tejado del edificio, lanzando un comando al mech que término haciendo descender un cilindro de su costado, tenia escrito al costado “Jet Stream”. El aparato se abrió mostrando unos pequeños brazos mecánicos, Atlas en ese momento se introdujo dentro del cilindro, donde pieza por pieza los componentes de su traje cibernético fueron añadidos, al final emergió nuevamente teniendo todos sus sistemas al 100%. Envió otra señal al Raiser esta vez para que se retirara, haría todo esto por su cuenta sin la ayuda de su mech.

La apariencia de su traje era un poco diferente a la habitual, tampoco podía dejar que las personas supieran que Jet Stream tenia familia, eso seria un peligro para ambas a largo plazo. Pese a tener un conjunto idéntico a los mecanismos de su equipo habitual, esta nueva coraza estaba diseñada para operaciones de alto perfil, así que daba igual que lo viesen con ella, aun así contenía todas las nuevas mejoras que añadió a su cuerpo unos tres años atrás. Comenzó a moverse por los tejados hasta alcanzar nuevamente la plaza, mirando desde lo alto a los oficiales. Se encontraba en ese momento con su sistema de sigilo, para poder estar así de cerca sin alterarlos, aun así necesitaba que se fueran, no podía hacer bien su trabajo con tanta gente a su alrededor.

Envió una señal a los comunicadores de los oficiales, esto era una orden falsa de que se retiraran. Los sistemas de seguridad de la ciudad y la estación para ese tipo de cosas eran otro nivel, era virtualmente imposible para un externo hacer lo que hizo Atlas, pero él tenia sus medios, años trabajando en operaciones negras le abrieron puertas que nadie sospecharía si quiera que existieran. Cuando se despejo el área descendió de los tejados y comenzó a buscar en la escena.

Lo primero que había que hacer era reconstruir los hechos, gracias a que capturo todas las imágenes posibles antes de marcharse, ahora podía dentro de su visor reemplazar con una imagen digital las cosas que físicamente ya no estaban ahí, no podía molestarse, la policía simplemente hacia su trabajo. Los cuerpos, los casquillos y las armas fueron añadidas mediante un simulador, tal y como estaban cuando la escena la escena a los pocos momentos de haber ocurrido el altercado. Comenzó a desplazarse en medio del área observando cada detalle, inicio el procesamiento con los cuerpos, entender como habían muerto le daría diría mas rápido quien era el agresor.

Analizando datos biométricos logro identificar a las victimas, eran un acaudalado hombre de negocios, del circulo alto de los habitantes de este distrito, el otro era su guarda espaldas, en cambio el tercero tenia sus datos en la base policial, un simple ratero que tenia una orden de arresto bajo sospechas de varios asesinatos. Escanea la ubicación de los casquillos, la posición según las armas y las heridas en los cuerpos, esto le permite dar marcha atrás a los hechos con una imagen digital. La herida de bala que tenia el noble coincida con el arma del ratero, pero la que tenia su guarda espaldas no, este alcanzo a hacer un par de disparos antes que otra bala le impactara en la cabeza.

Era extraño, también un agujero de bala en un poste cercano, las muescas en el proyectil coincidían con el arma del ratero, al igual que las heridas en el cuerpo del mismo con las del guarda espaldas. Era evidente que no trabajaba solo, comenzó a trazar el ángulo de la bala en la cabeza del guarda espaldas, esto le dio la ubicación del segundo tirador. La altura desde donde provenía el disparo le dijo también la posible altura, no era muy alto, apenas poco mas que el promedio humano, era difícil saber si había sido alguna raza foránea o un humano, no habían otros indicios como su sangre en el área.

Termino de registrar los datos y pudo rebobinar completamente la escena, reproduciéndola paso a paso a medida que esta transcurría. Los asaltantes se encontraban mezclados entre la muchedumbre, en el momento que su victima y el guarda espaldas avanzaron hasta cierto punto ambos abrieron fuego. Seguramente por un ataque de pánico el ratero fallo el disparo, dándole tiempo al guarda espaldas de desenfundar su arma y devolver el fuego. La herida de bala provoco la muerte instantánea de uno de los agresores, el segundo disparo al guarda espaldas causándole una herida mortal en la cabeza.

Estaba claro que era un asesinato planeado, seguramente tenían tiempo siguiendo a ambos, pero les ocurrió algo inesperado, fue cuando el helado ya derretido en el suelo le hizo hervir la sangre al Cyborg, tuvo que hacer un esfuerzo sobre humano para calmarse. La imagen digital que tenia del helado indicaba que no había caído, una predicción indicaba que tuvo un desplazamiento hacia adelante, esto concluía que había recibido un tirón antes de caer al suelo. Seguramente pensó que Elohim era un testigo y decidió raptarla ¿pero a donde? Por la posición del helado pudo hacer un calculo que indicaba desde donde había recibido el tirón. Camino hasta donde encontró huellas de neumáticos, había una marca algo pronunciada, eso denotaba un derrape, producto de una aceleración repentina.

Analizo los datos de las marcas de ese neumático, eso le dio una serie de lista de vehículos que usaban esa marca, algunos eran muy ostentosos, así que hizo un descarte a lo mas barato, era evidente que el ratero no tenia demasiado efectivo. No tardo en encontrar una concordancia, un modelo de motocicleta descontinuado desde hace unos años, pero que era el favorito de mucha gente por su gran durabilidad. Subió nuevamente a los tejados para tener una visión panorámica de la escena, escaneando los movimientos de vehículos en el área. Parecía un mapa mal dibujado, pero cuando introdujo los datos de la motocicleta una imagen similar a la del juego de periódicos de trazar una línea por el laberinto apareció – papá va en camino tesoro – comenzó a desplazarse con gran rapidez por los tejados – Velocidad máxima – con ese comando unas líneas de color rojo comenzaron a aparecer por su cuerpo, aumentando su desplazamiento considerablemente.

La rapidez con la que el hombre dejo el lugar llevándose a Elohim era sorprendente, la cargaba como a cualquier objeto que se lleva por necesidad y no gusto, y la pequeña que era sumamente inocente hacia su mayor esfuerzo por no decir una sola palabra pues la vida de sus padres era amenazada por este hombre, y la niña como cualquier otro infante de su edad creía cualquier cosa que se le dijera y más proviniendo de un adulto.

A gran velocidad llegaron a lugar, el hombre no dejaba de empujar jalonear a la frágil criatura, rasgando su vestido favorito, la empujo contra el suelo, haciendo la caer violentamente donde por mala suerte había un montón de vidrios y al caer se hirió en la espalda  en  la espalda ,  la niña que ya había contenido el llanto la mayor parte del tiempo, comenzó a llorar al cortarse con le vidrio, nunca antes había estado en una situación así, ni siquiera se su padre le levantaba la voz cuando se comportaba mal, mucho menos agredirla pues solía ser tan dócil que con una mirada de él se comportaba, pero ahora las circunstancias de la vida le enseñaban todo esto de golpe.

La pequeña niña no entendía porque estaba pasando esto, apenas hace una hora estaba con su padre en el parque y ahora un hombre la trataba pero que a un perro, lloraba cubriendo sus ojos con sus manos, solo podía pensar que era su culpa, si tan solo hubiera sido una buena niña no se habría alejado de su padre, si no hubiera seguido ese camino hacia los unicornios mágicos bebes, no estaría aquí, ella solo quería ir a casa, no entendía lo grabe que era para ellos, el hecho de que presencio la muerte de un hombre , elohim solo lloraba y lloraba  ,– ¡qui..iero..a..mi..pa…paa! , fue lo único que pudo decir en todo el rato, cuando se escuchó la voz de un hombre que se acercaba,  la pequeña lo miro cuando este estaba frente a ella, al contrario del hombre de la moto este no se parecía en nada a los maleantes de los dibujos animados, confundiendo más a la pequeña que esperaba ver una bruja, o un hombre con un parche en el ojo, pero no importaba el hecho era que llorosa y agredida lo único que quería era a su padre de vuelta

Simplemente no pudo, verla llorar de esa manera le hizo arder por dentro, sin perder tiempo la tomó en brazos y la apegó a su pecho. -No llores…-Le susurró con cierta impotencia más en su rostro la serenidad se mantenía, caminó alejándola de aquellos vidrios y la sentó en un trozo de muro ya caído, sacó de su bolsillo uno de los pañuelos que acostumbraba a cargar, se hincó recargando su rodilla derecha en el piso y con sumo cuidado para no asustarla llevó aquel trozo de fina tela a las rosadas mejillas de la menor, lenta y delicadamente comenzó a secar sus lágrimas. -Las princesas no deben llorar.- Acotó y extendió su mano entregándole el pañuelo, no fue hasta que se puso de pie notando la sangre en la espalda ajena, terminó guiándose a su espalda notando la herida, apretó su mandíbula, realmente estaba molesto al grado de ni siquiera haber notado el tenue aroma a humano en la niña. -No te muevas de aquí.- Susurró sereno para que aquella orden no pareciera tal, se quitó aquella capa de hombros que solía utilizar poniéndosela sobre la niña siendo esta lo suficientemente grande para cubrir su herida y mantenerla caliente, aquel húmedo lugar de por si era bastante desagradable, ella sentiría frio tarde o temprano.


La dejó ahí esperando que se tranquilizarla y sin siquiera avisar tomó del cuello a aquel hombre. -Jamás creí poder encontrar a un verdadero estúpido como tú, maldita y asquerosa rata ¿Tienes mierda por cerebro acaso?- Escupía veneno a cada palabra, el rubio apretó con fuerza el cuello de aquel hombre impidiéndole siquiera respirar. -Lastimaste a la niña y seguro también vio como mataste a aquel hombre.- Lo aventó contra los vidrios al igual que él había hecho con la niña mas Matt lo hacía con toda la intención de lastimarlo por completo. -¡Dijiste que no querías testigos!- -Solo una basura como tú tendría miedo de una inocente niña.- Sonrió burlón mientras caminaba hacia el hombre pisándole una de sus manos, sólo se podía escuchar los gritos de dolor de Milton.


Matt se detuvo y lo dejó ahí, herido y lastimado. -¡Maldito gato!- Le gritaba mientras trataba de ponerse de pie. -¡Dame mi maldito dine...!- Harto, aquel joven rey le dio una patada en el estómago para que se callara, sofocándolo lo dejó inconsciente, todo esto siempre haciéndolo fuera del campo de visión de la niña.



Volvió a acercarse a la niña volviendo a hincar una de sus rodillas buscando estar a su altura. -Tú no deberías estar aquí, niña.- Repitió ahora sí notándosele algo preocupado. -¿Te duele mucho?- Cuestionó refiriéndose a la herida de su espalda. Se encaminó volviéndose a poner de pie y levantó un poco la capa que él le había puesto a ella para poder observar la herida. -No parece muy profunda, pero las heridas con vidrio son bastante dolorosas, son cortes perfectos en la piel.- No quería asustarla pero debía buscar la manera de hacer conversación con ella, si quería tener de menos un dato para poder entregarla era la mejor opción. Volvió a tomarla en brazos y le sonrió buscando no lastimarla. --Mi nombre es Matt ¿Cuál es el tuyo?- Cuestionó comenzando a caminar con ella para alejarla de Milton por si recobraba la conciencia y comenzaba a armar un escándalo.