De todas las cosas que Belle hacía en su trabajo, de absolutamente todo, lo que más le gustaba era el trabajo sucio.
Su tripulación también lo disfrutaba, lo sabía, la adrenalina de una misión no podía compararse con nada, esa sensación de libertad y júbilo que habían ansiado con tanto anhelo años antes solo se sentía en acción, no atrás de un escritorio o haciendo papeleo. No. Sólo cuando ya no habían jefes, ni superiores; Sólo cuando ellos eran los líderes de todo.

Y por eso, las zonas bajas eran uno de sus sectores favoritos.
Conocía bien el lugar; Solía infiltrase ahí y fingir volver a ser una de los tantos traficantes, conseguir la información necesaria para luego atraparlos por la espalda y encarcelarlos, como se debía, como se suponía que debería ser.

- ¿Cuánto más crees que deberías estar infiltrada? – Preguntó un día su Teniente y mejor amigo, Kyle Jackson en una de sus conferencias. – Llevas dos semanas ya, normalmente eso es suficiente para ti y tu oído supersónico.

- No tengo oído supersónico Kyle. – Le reclamó ella, colocándose una chaqueta de cuero negra y cubriéndose el tatuaje en su dedo con un anillo grueso de metal. – Hoy me juntaré con algunos traficantes de armas, ya los conozco a casi todos, pero quiero estar segura del movimiento que voy a hacer, no quiero que esto termine en un estropicio… Parece… Parece que ellos saben algo del Capitán O’Connery. Kyle, no puedo dejar esto pasar.

Él la miró con cierta compasión y le extendió en silencio su pistola, una antigua, de esas que usaban los antiguos piratas en la Tierra, con diseños intrincados y un peso injustificado, ya no servía como arma, pero era una especie de amuleto entre ellos. Eso y que tenía un trasmisor-receptor, algo así como un walkie tolkie que les servía para saber si estaba en peligro.

- Que no te descubran Conny. Sabes que cualquier cosa, puedes llamarme. – Le afirmó él, para luego abrazarla, casi como si supiera que algo malo iba pasar, y finalmente despedirse con un saludo militar.

- La Reina Conny nunca falla. – Le sonrió de lado, con la picardía natural de ella antes de salir en su nueva misión.

La noche estaba lluviosa, pero no ella no se cubrió más que con un gorro ruso impermeable en lo que avanzaba a ese edificio aparentemente en construcción, aunque había sido abandonado hacía dos años. No había gente a los alrededores y ninguna luz emanaba del edificio, pero ella sabía que en quinto piso tres personas la esperaban, dos de ellos ya los conocía, un traficante de armamento y un ladrón de tesoros, pero al tercer socio no lo conocía, para eso estaba ahí, para conocer a su última víctima.
Por lo poco que le habían dicho era un fabricante de armas, y que sólo por rumores, tal vez suministraba al Capitán O’Connery, su padre, con armas. Su objetivo realmente no eran esas tres personas, sino que era un pez mucho más grande.

Concéntrate, se dijo a sí misma, entrando en el lugar, sus pasos no se escuchaban con el rebote de la lluvia e incluso sin el agua cayendo del cielo posiblemente su presencia no sería notable hasta que hablara o se parece en frente de alguien. Concéntrate.

Subió las escaleras en total silencio, procurando que ni siquiera su respiración fuese sonora y a medida que avanzaba un pequeño murmullo de hombre se escuchaba, hasta que finalmente llegó. En el piso se colaba un pequeño haz de luz de una puerta y ella entró sin siquiera tocar, en silencio y sin decir nada.

- Ah, eres tú Constantine. – Su nombre falso en este caso era Constantine, sin apellido, sin nada más. – Aun no llega nuestra otra acompañante, no debería tardar mucho.

Ambos hombres le sonrieron y ella solo esperó que pronto todo acabara, porque lentamente un mal presentimiento se adueñó de ella.
Sólo concéntrate.

¿Cuál es la diferencia entre un caza recompensas y un policía? Que si bien ambos capturan a los malos, solo el caza recompensas recibe todo el pago por esa captura y no un simple bono o articulo feo que le dan a los polis. Esa era yo, una chica que a la cual se merece todo el crédito por el trabajo que realizaba, no tenia la más mínima intención de compartir el crédito con los que no lo merecen. Es por eso que dejo la academia, para poder hacer las cosas a su manera y recibir todo el merito ella sola.

La vida como caza recompensas es lo mismo que la de un espía, tenias que ganarte la confianza de los lideres mafiosos y cuando los tienes a tus pies, das la puñalada por la espalda y caen redonditos. No saben que o quien los golpeo y eso es parte de mi trabajo. Justamente me iba camino a una junta clandestina sobre trafico de armas, pero no eran cualquier arma, sino que armas de grueso calibre muy difíciles de conseguir para la gente común y corriente y claro como experta en armas es por la que me incluyeron en la transacción si bien estas armas eran adquiridas por el Capitán O’Connery mi objetivo no era completar la transacción, sino ir tras el pez gordo, pero debía reunirme con una chica… Constantine era su nombre y aquellos tipos me dijeron que era de fiar.

La noche avanzaba y la lluvia caía en los barrios bajos, lugar perfecto para este tipo de tratos y claro mi lugar favorito para capturar maleantes, pero si no logro conseguir la confianza del jefe no podré actuar y este trato me dará la posibilidad. Tenían que esperar, pues yo era la que traía las armas de contrabando y al entrar por aquella puerta vi. A los tipos y a la chica, una pelirroja, bastante sospechosa a mi parecer.

-Bien muchachos, se que la espera ha sido un tanto larga, pero vamos que no se consiguen estas bellezas tan rápido- dije poniendo la maleta en la mesa y abriéndola mostrando un rifle bien largo de franco tirador.

-Así que esa es la famosa Hecate II- dijo uno al cual asentí. –Si, la PGM Ultima Ratio Hecate II. Tiene una longitud de 1380 mm,  su canon es  700 mm, pesa 13,8 Kg. sin su mira y 14,4 Kg. cargada, es de calibre .50 y usa municiones 12.7x99mm NATO. Pero eso no es todo también pude conseguir esta otra belleza- pongo en la mesa otra maleta y la abro –Les presento a la L115A3 "Silent Assassin"-

Hecate II:

Silent Assassin:

Los tipos estaban asombrados por ambas armas, le di las características y quedaron enamorados y vi a la chica y quería saber su opinión –Y dime ¿Qué opinas de estas armas?- pregunte mirándola esperando su respuesta.

¿Una mujer? ¿De verdad?… Era casi de su edad, tal vez unos años más, 25 o 23 años ¿Desde cuándo su padre estaba tan desesperado para comercializar con alguien tan joven? Bueno, tal vez eso fuera su puerta de entrada nuevamente para emboscar de una maldita vez a su progenitor y llevarlo frente a la justicia para que se pudriera en la cárcel como la rata miserable que era…

Tranquilízate Belle, concéntrate, se exigió a sí misma mentalmente.

Miró ambas armas detenidamente, un ligero silbido escapó de sus labios y pensó que esas bellezas enamorarían a su Teniente, pero ella estaba trabajando, así que no dejó que las maravillosas características de los rifles la desconcentraran tanto como para perder la cabeza fría. Eran de largo alcance, con un buen calibre y posiblemente muy certeras, a manos de un tirador de los buenos podían ser más peligrosas que una bomba.

- Hermosos, lo admito… Supongo que ni estos ni las cargas tienen número de serie ¿Cierto? – Su voz adquirió un tono gangoso, como si realmente fuese rusa, imitar acentos de los países de La Tierra era algo que no le costaba mucho, eso y la ropa que usaba realmente la hacían parecer de esa ascendencia. Se acercó a la primera caja y tomó el arma entre sus manos, tomándole el peso ¿A cuántas personas habría matado su padre con una de esas? Sintió como una sensación de asco se apoderaba de ella, haciéndole querer vomitar, el olor a metal la asfixió y terminó por dejar el rifle en su lugar y terminar por tomar la Silent Assassin, se dirigió a una ventana y apoyó el arma, apuntando un basurero a doscientos metros de distancia, fijó el blanco y tiró del gatillo. – Oh vaya, sí que son unas bellezas. – Comentó con una sonrisa ladeada; Había dado en la mitad exacta del vertedero. - ¿Dónde consigues estas hermosuras?  - Preguntó en un tono tan casual que se sorprendió a si misma con tal buena actuación, volviendo a dejar el arma donde estaba.

- Y… ¿Cuánto costarán? – Preguntó uno de los hombres, el traficante, mirando con alegría infantil el armamento. – Mi cliente y yo estamos dispuesto a pagarles bastante… - Belle miró a las personas con especial interés, justo ahora, cuando empezaba el regateo era cuando soltaban información importante, no podía perderse ningún detalle en adelante.

- ¿Y bien? ¿Qué pides por estas? – Preguntó con una sonrisa despreocupada, apoyándose impensadamente a los ojos ajenos en su cadera, donde estaba la pistola de su amigo.

Que comience lo entretenido.

Le sorprendio, tuvo que admitir, esa demostración por parte de la mujer, pero no fue durante más de un par de segundos, para finalmente cruzarse de brazos y mirar la escena fastidiada. - Oh, eso es la mejor parte. - Suspiró cansada, mirando a los hombres noqueados en el suelo, ella quería hacer la emboscada y atacar antes de que lo notaran, pero esa mujer impertinente había arruinado su perfecto plan.

Se apoyó en su cadera mirándola mientras ella decía todo su discursucho sobre sus increíble habilidad para encontrar perros falderos, discurso que le sonó tonto e innecesario, pero mientras ella hablaba Belle se dedicó a pensar. Primero que todo abrió el puerto de comunicación de su arma falsa, en un movimiento sutil y que pasaba desaparecido debido a la posición en la que estaba. El resto se trataba de lograr hacer tiempo y esperar que su teniente escuchara la situación en la que estaba, llevándole refuerzos pronto.

- Vy dumayete, chto ya ne mogu govorit' po-russki ? V samom dele? - Su voz sonó indignada, con un tono ruso que si bien tenía ese toque de inglés refinado que nadie le quitaría jamás, sonaba bien dicho y con una pronunciación casi perfecta. No esperó que la mujer entendiera, tampoco le importaba ni tenía intenciones de traducirle lo que había dicho, algo así como: "¿Crees qué no puedo hablar ruso?¿En serio?" - ¿Perro faldero? Vaya manera de calificarme, y yo que pensaba que había superado la etapa introductoria... Sólo déjame entender algo ¿Cómo supiste qué mi nombre era Belle O'Connery? Es la primera vez que nos encontramos, hasta donde sé. Por otra parte, tu arruinaste mis planes, y no al revés... - Se cruzó de brazos y miró a un lado, seguía lloviendo y la calle estaba vacía y silenciosa. - Hasta donde tengo entendido, son los policías los que interrogan, y no al revés... ¿Qué te parece si comienzas hablando tu y después yo? Ya sabes, como personas civilizadas... No, mejor, como estipula el orden natural de las cosas, y ¿Sabes? Yo no hablaré hasta que tu lo hagas. - Concluyó al fin, mirándose las uñas unos segundos para luego volver la vista a ella.

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