I'll buy you a diamond ring my friend if it makes you feel alright
I'll get you anything my friend if it makes you feel alright
'cause i don't care too much for money, money can't buy me love

Se me hace raro, todo se me hace bastante raro pero hay cosas que no cambian con los años ni siquiera en Eden eran los bares, esos bares sacados de un rincón de Boston, de estilo irlandés, con su decoración irlandesa, sus colores verdes y las banderas del equipo del dueño del local: billar, dardos y pintas eran lo que más podías encontrar en aquel lugar, un ambiente algo dejado y de corte puramente ochentero y retro. Si no fuera por la de mutantes extraterrestres que había en el local me sentiría como en casa. Los barrios bajos, aquellos barrios del Eden que solía frecuentar la chusma de toda la galaxia, lo que me hacía preguntarme que clase de persona era yo, desde que desperté en el futuro no era más que eso, era chusma.

Tampoco era algo en lo que pensara demasiado, pues ya no era un vagabundo, sino una especie de trotamundos bajo las ordenes de un capitán un tanto peculiar y su tripulación de renegados que servían para el Eden. Mi vida aquí no era tan mala después de todo, aun tenía que acostumbrarme a esta era pero poco a poco iba cogiendo el truco a vivir en el dos mil cincuenta y cuatro. Hay que ver en la de tonterías que uno piensa cuando se está emborrachando. Es igual esa sería mi última copa de Whisky por la noche de hoy. Le di coba, tarde mi tiempo bebiendo solo en aquel bar viendo a toda clase de personas: matones, rateros, contrabandistas coño, hasta uno de ellos tenía una valija, una especie de maletín, que gente más curiosa.

Aquella copa de Whisky se multiplico por tres, pasaron las horas y mi visión estaba algo cansada, al igual que mi equilibrio que dejaba algo que desear, aunque podía moverme como una persona normal. La música del ambiente hipnotizaba, estaba un poco borracho, jugué a los dardos y mi puntería daba pena en ese momento. Estaba tan retraído y tan anonadado que me marche del bar sin pagar las copas, quizás debería de volver y pagar, miro hacía detrás y tengo las puertas justo a mi espalda. - Nah... ya está demasiado lejos - digo con voz de borracho mientras empiezo a caminar tranquilamente por las oscuras calles de aquel distrito de mala muerte de aquella ciudad que intentaba parecerse a la Tierra.

Camine dando tumbos por la calle, parecía un elefante caminando por una tienda de... estoy tan borracho que ni se me ocurre un buen símil en la cabeza. Vestía como cualquier persona normal: unos jean de color azul oscuros y una playera de manga larga de color grisácea. Caminaba muy lento, la gente no se percataba mucho en mi y la cabeza me daba vueltas, el aire fresco me sentó igual que cuando te bajas de una montaña rusa, tuvo que ser eso que salir de aquel ambiente me subió todo el alcohol a la cabeza y pum. Iba tan distraído que choque con una chica pelirroja y caí al suelo de espaldas. - L-lo siento... no te vi venir - comente con el tono de voz claramente alterado por la bebida. Maldita borrachera.

Era una hermosa noche. A pesar de aquellas nubes que teñía el cielo en un morado grisáceo oscuro.  Esa mezcla de colores que era bastante atractiva para refrescar las ideas desde el sofá de mi casa. Quizá poder calcular algunas cosas que estaban quedando inconclusas para poder terminar aquel sueño que teníamos en conjuntos con unos colegas. Pero si llegaba a encontrar la solución y la decía… estoy segura que entrarían en catarsis. Así que debía renunciar a esa idea y ponerme a trabajar en investigar aquellas piedras que habíamos encontrado en una exploración la otra vez con Alex y Marco y que había terminado en un desastre total la vuelta.
No sé en qué momento no pude ver a ese alguien que parecía dudar de que el suelo se encontrara allí, con pasos hasta ruidosos me embistiera.  Me sacudió hasta el alma, pero él la ligo peor. Mientras él estaba en el suelo yo termine apoyada en un poste, con los ojos abiertos y yendo a tocar mi propio busto. Pues en un bolsillo interno de la campera estaban las cuatro gemas, y se lo habilidosos que son los ladrones hoy en día. Podría llegarme a morirme de un paro cardiaco en ese preciso momento de que eso sucediera.  Pero allí estaba aquellas irregularidades y me sentí más tranquila.
Si saco una hipótesis en el acto, con lo que veo y huelo… ese muchacho en el suelo estuvo tomando. No sé qué, pero por su forma de no verme parada allí cerca del cruce lo corroboraba. Además de que si pensamos en aquellos pasos de gigante que daba… En el suelo también veía una complexión bastante chica. Pero con su altura prácticamente me emparejaba a mí.  Trate de no echarme a reír, no quería quedar como una maleducada, viéndolo bien parecía como una tortuga en su caparazón incapaz de darse vuelta. Bueno no sé si era incapaz de levantarse, pero cuando  presté atención a lo que estaba haciendo mi mano se extendió para levantarlo de la sucia vereda. Seguramente quedaría con todo ese olor rancio de aquellas calles.
-Me parece que necesitas ayuda muchacho.
Dije más como una orden que como una sugerencia. Jalándolo para que se levantara, no tengo mucha más fuerza que una mujer promedio sin embargo ese chico era liviano. Casi hago que se me vaya encima por lo cual tuve que  correrme de su camino, sinceramente no se a que olía pero no quiero averiguarlo. Ahí termina toda mi dulce y amable ayuda, ya que se me había dado la luz verde para poder cruzar. Prácticamente  ignoré al joven, pero no estoy para ir cuidando a un muchachito atolondrado por la calle.
Llegada a la vereda de enfrente tendría que cruzar el parque aquel donde todos los vagos se juntaban a dormir. Y aunque en un momento fue mi casa hoy en día no me veía como aquella chica. Así me puse mi capucha para resguardarme un poco el cabello y mi presencia, manos en los bolsillos delanteros y  pasos certeros. Sinceramente podría decir que correría por aquella diagonal solo para poder alcanzar lo antes posible la parada de un autobús. Pero… Miré sobre mi hombro para ver que había sido del destino del joven. Una última miradita…

Que vergüenza, me había estrellado con una mujer sin ni siquiera darme cuenta ¿acaso estaba tan borracho? pues parecía que si, mis manos se apoyaron en el frío suelo y durante un leve periodo de tiempo me quede mirando el cielo de aquella ciudad, o lo poco que los edificios dejaban ver a pesar de que esta zona no contaba con enorme mega construcciones como había en zonas más seguras dentro de la ciudad. Empece a reírme cuando me caí, no sentí dolor alguno, es más no sabría decir si era por el alcohol o por mis condiciones físicas, tampoco es que importara demasiado, en aquel momento la cabeza me daba vueltas y no pensaba con claridad.

La chica tendió su mano y no fui capaz de agarrarla a la primera pero si a la segunda y entre el impulso que yo dí y ella me dio rápidamente regrese a estar en vertical con el suelo. - L-lo lamento, ¿es-estas bien? - le pregunto mientras me sacudo la ropa, sobre todo la zona del trasero. Puede que fuese por la borrachera o puede que fuese realidad pero aquella mujer me pareció preciosa, toda una diva de mirada profunda y un cabello largo y rojizo como el de un ave fénix, lo que me dejo balbuceando un rato sin prácticamente darme tiempo a despedirme pues la joven de repente desapareció sin dejar rastro.

Solo había parpadeado un breve instante y ella no estaba, lo cual me dejo confuso y atolondrado. Mire de un sitio a otro pero lo único que vi fue la silueta de espalda de una mujer bastante voluptuosa. - Que culazo - comente en voz baja mientras empece a caminar en su dirección, no sabía o no me había percatado de que era la misma mujer, iba tan borracho que no me había fijado en su ropa y comencé a caminar en su dirección de manera patizamba. - ¡SEÑORITA! - grite a los cuatro vientos alzando mi mano como señal de que quería que me esperase. - UN MOMENTO - las palabras sonaban a borracho.

Miraba sobre mi hombro y ahora ese muchacho venía hacia mí. En cualquier momento volvería a darse contra el suelo si seguía en ese tipo de paso atolondrado. No pude evitar ver si ya iba a cortar o iba a arrancar el tráfico, de ser así ciertamente ese joven sería un sapo aplastado contra el pavimento. Si lo pienso un poco, puede que ese chico sea como un sapo. Digo, he notado que tiene ojos un poco saltones o así lo parecía por la falta de luz… o por ojeras prominentes. Bueno no sé cómo explicarlo. Quizá sólo es un pensamiento que estoy creando para darle una justificación innecesaria.
Tu abuela te va a esperar. –Pensé. Digo soy una señorita, si señorita porque no me he casado… en el medio de las zonas bajas con mercancía costosa encima, y ahora tengo un borracho que me va gritando a los cuatro vientos. Pero al ver a aquellos vagabundos del medio del parque levantarse o mirar hacia mi lado hizo que me pusiera rígida y fría como un tempano. Miré para un lado, mire para el otro. Sinceramente no creía que me iba a sentir tan atrapada en aquella zona, quizá debí dejar que fuera un colega quien fuese a buscar esa carga o al menos que me acompañasen.
Quizá el borracho era la mejor opción para evadir ciertas cosas. Encogí mis hombros un poco mientras oculte un poco mi rostro entre la capucha negra e hice una mueca con mi boca. Esperaba que se acercara un poco. Mis manos las puse en los bolsillos traseros de mi jean mientras se notaba la impaciencia en todo mí ser. En mis rebotes contra el suelo mi busto se removía todo y con una campera de una tela tan poco armada como la que llevaba no frenaba el movimiento.
-¿Qué quieres?
Con cierto desdén. Sí. No iba a jugar a ser la amiga de un borracho, pero quizá si sería un acompañante para atravesar esos metros oscuros y llenos de miradas. Me gire bruscamente para dar unos pasos y en conjunto a una ráfaga mi capucha se voló. Dejando al descubierto otra vez mi cabello y mi rostro. No me sentía muy alegre por eso, pues si ese hombre recordaba segundos atrás ya lo había ayudado a levantarse. Suspiré un poco con cierta resignación. Pues era mejor que caminara a mi lado que atrás mío, de esa forma no podría vigilar que hacía y que no.
-Apúrate hombre, no tengo toda la noche. ¿Sabes?

Camino a paso torpe pero la chica no se marcha ni me evade, supongo que eso es una buena señal por lo que intento alcanzarla lo más temprano posible, puede que fuese un poco por la borrachera pero desde luego su figura cortaba hasta el aliento. - U-un mom-mento señorita - mi mirada se encuentra un poco perdida y pronto una afortunada ráfaga de aire tira su capucha dejando su melena al viento. Era la chica que previamente me había ayudado, era un pivón en toda regla, Dan... Dan... cómo dejas pasar esas oportunidades. - Era para a-agradecer - me quedo un momento callado intentando mirar su rostro pero era algo difícil pues mi cuerpo no dejaba de girar sobre su propio eje, como si fuese a caerme en cualquier momento.

Por suerte no lo hice, la chica parecía tener algo de prisa por lo que con mis dos manos me golpeo los mofletes. - Quería agradecer que me ayudarás hace ¿un rato? - aunque mi voz siguiera sonando como la de un borracho al menos esta vez no me había trabado la lengua al completar la oración... lo cual está bien. Lo que me resultaba extraño era ¿qué hacía una mujer tan guapa y elegante en aquel lugar? mi aspecto aunque no fuese muy intimidante reflejaba que mi clase social no era alta ni mucho menos pero ¿ella? no tenía pinta de ser por estos lares. Sin embargo la mujer parecía que quisiera que la acompañará, puede que me secuestre y me descuartice para vender mi órganos pero me apoye en su hombro para caminar junto a ella y evitar caerme.

Ambos empezamos a caminar, un grupo de vagabundos y maleantes callejeros se nos quedaron mirando, iba borracho pero no tan borracho como para no darme cuenta de eso. - Dime - le susurro en el oído aquella bella dama. - ¿Qué hace una chica como tu en un barrio como este? - pregunto de forma muy directa y sin tapujos a la mujer, estaba borracho y no se me ocurría nada de conversación que no fuese lo que se me pasaba directamente por la cabeza, a lo mejor sin tanto alcohol en sangre hubiese sido más sutil o más ingenioso pero no nos toca lidiar con las condiciones que nos gustaría sino con la que nos toca. Al menos no le dije de buenas a primeras un: Vamos a follar, por lo que no todo lo había echado tan por la borda.