East of Eden
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Mensaje por Leone Dubois Vie Mayo 08, 2015 8:47 pm

15 de Mayo.
Barrios bajos, Eden.


La situación podría considerarse irónica. Y era algo que podía percibirse con facilidad en el ambiente de la malograda habitación que compartía el grupo de personas. El humo de cigarrillo estaba presente en todo su esplendor, nublando en gran parte la visión del lugar, siendo éste emanado por un único cigarro en manos de la mujer morena presente. Leone se encontraba sentada frente a una mesa de roble oscuro, con los botines sobre ésta de forma totalmente poco educada, inclinando hacia atrás la silla vieja y rechinante bajo sí misma. Los modales jamás habían sido una característica digna de destacar de su persona, pero tampoco era que la situación lo ameritaba; estando rodeada de mafiosos proveniente de lo más bajo de los barrios bajos, completamente armados y preparados para volarle la cabeza apenas intentase hacer algo contra ellos  ¿si quiera importaba el ser educado? Por lo menos para la castaña era algo irrelevante, y ciertamente lo sabía el hombre que se encontraba frente a ella. Un sujeto corpulento de buen vestir para lo pobre que se veía el barrio a su alrededor, un estado físico que dejaba en claro que hace muchísimo tiempo que él sólo se encargaba de la parte administrativa, de tez morena y con una cicatriz atravesando su rostro desde la frente hasta el lóbulo de su oreja, pasando inclusive por el párpado izquierdo de su ojo. El hombre parecía tener en claro que a pesar de la superioridad numérica de él y sus hombres, no eran rivales alguno para la bestia castaña que se columpiaba con cierta indiferencia en su silla, terminando el cigarrillo que aguardaba entremedio de sus dedos.

El hombre corpulento carraspeó, ligeramente irritado por el poco interés que la mujer presentaba en su oferta.


Sé que usted anteriormente asaltó mi “local” y mató a la mitad de mis hombres, es por eso que reconozco sus capacidades y la considero apta para este pedido. –La adulación era evidente den el tono de voz del hombre, pero así también se notaba que el pronunciar tales palabras le causaba repulsión. – Permítame explicarle mejor los términos de mi propuesta, ¿señorita…?– El hombre hizo un ademán con la mano derecha, esperando que Leone completara su oración, más la única respuesta por parte de la morena terminó siendo una voluta de humo lanzada directo a la cara del hombre. En su cabeza no había espacio para conversaciones absurdas con un cerdo asqueroso que anteriormente le había subestimado; sin mencionar que las personas que no eran capaz de expresar lo que querían de forma clara, causaban un particular rechazo en ella, el cual no se molestaba siquiera en ocultar. La mujer había perdido la paciencia. De un rápido movimiento, bajó los pies de la mesa para levantarse, inclinada en dirección al hombre del traje y con el cigarrillo cercano a la frente contraria, al borde de quemarlo con éste. El jefe de la mafia jadeó asustado y Leone pudo notar como su cuerpo temblaba de miedo por ella. Adoraba esa sensación de absoluto poder sobre seres tan frágiles e insignificantes como eran los humanos. Pero lógicamente, los humanos no compartían su opinión acerca de su raza. Los hombres de seguridad que se encontraban en el reducido espacio de la sala no tardaron en apuntarle con todo tipo de armas, amenazantes.

La extraterrestre bufó y se echó hacia atrás hasta caer de nuevo en la silla, con sus piernas separadas de forma bastante varonil y una mira fría como el hielo. –
 Tus condiciones son una mierda como todo tu grupo de mercenarios baratos. Dime qué carajos hacer y cuánto pagas. – Cuestionó casi con un tono autoritario, manteniendo una postura calma y tranquila, la cual contradecía completamente sus palabras y voz – Ah, y quiero que tus perros falderos dejen de apuntarme con sus juguetes o les partiré el culo uno por uno. – Fulminó con la mirada a todos los presentes, quienes sólo agacharon la cabeza, intimidados por la presencia de la fémina.

"Perra", "Apenas tengamos la oportunidad te mataremos", "Zorra barata". Tales murmullos se escuchaban provenientes del resto de los hombres en la habitación a modo de réplica por el actuar de la castaña. El ambiente parecía cada vez empeorar más y el hombre de traje lo sabía. Si no presentaba una oferta generosa, Leone lo mataría. Si no presentaba ninguna oferta, el destino sería el mismo. Debía ser convincente. Chispeó los dedos y una mujer llena de tatuajes se adelantó de entre la multitud, con dos maletines bastante amplios repartidos entre sus manos, los cuales dispuso frente a la mesa y abrió en dirección a la castaña.

Leone la miró, cambió su atención a los maletines y luego al hombre de traje. Y luego sólo sonrió.



22 de Mayo.
Planeta Weiß, Espacio exterior.

El suelo de la plataforma de embarco estaba bañada de un particular líquido carmesí, aún fresco. A un extremo alejado, se podían vislumbrar los cuerpos carentes de vida de los guardias y encargados del hangar espacial, quienes habían sido asesinados a sangre fría por el grupo de mercenarios contratados y parte de los hombres más leales a un mafioso influyente. Leone estaba entre ellos, oculta y a la espera de una nave que arribara a la plataforma, ubicada en a una distancia considerada de Eden. Weiß siempre había sido reconocido por ser un planeta pequeño en vías de crecimiento, destacando principalmente por la compra y venta de mercancía legal dentro de él. Sus habitantes eran meramente comerciantes de todas las razas en espera de viajeros extranjeros con nueva mercancía para variar e intercambiar. Era el planeta ideal para asaltar a las naves cargadas de valiosos objetos.

La misión era un simple robo a cualquier inocente que desembarcara en el lugar, sin importar la clase social o relevancia política del objetivo. Era una tarea arriesgada, pero el botín prometía ser favorable para la mafia, considerando las pérdidas que la morena misma le había ocasionado hace un tiempo. La mirada ámbar de Leone estaba fija en la zona de arribo de naves, dejando ver en parte cómo su depredador ser estaba a la espera de una potencial víctima. Su vestimenta no era particularmente diferente a la de otros días; botines militares, un pantalón largo color negro, un tanto holgado en las piernas, pero ajustado a sus caderas para evitar molestias en su movimiento. Una sudadera sin mangas del mismo color que dejaba sus brazos expuestos, con guantes sin dedos cubriendo sus manos, los cuales estaban cubiertos de sangre proveniente de los guardias, así como también lo estaba parte de su antebrazo. Aunque cierto detalle era irrelevante para Leone. El matar personas teniendo o no razones había dejado de atormentarle hace siglos, y ningún ápice de culpa invadía sus pensamientos en ningún momento.

Inspiró de forma tan imperceptible, que incluso los mercenarios ocultos en las cercanías mostraban sorpresa por la forma en que la castaña lograba volver su presencia casi invisible, deleitándose con las habilidades excelentes de cazadora que le distinguían. El silencio reinó en el lugar por una amplia cantidad de minutos. Cualquier persona que observase el lugar podía fácilmente afirmar que el mismo estaba desierto, sin sospechar la existencia de más de una docena de mercenarios perfectamente ocultos y preparados para emboscar al objetivo que cruzase sus ojos. Y así sucedió.

A lo lejos, Leone pudo vislumbrar una nave de carga, seguramente diseñada para entregas rápidas y sustanciosas, disponiéndose para descender al hangar espacial. Su corazón se aceleró. La adrenalina le envolvía cada vez más con el paso de los segundos, ansiosa por empezar a hacer lo que mejor sabía. El sonido de la nave aterrizando sobre Weiß con total éxito fue lo único que invadió las cercanías. Debía esperar que sus tripulantes abandonasen la seguridad del transporte y se convirtiesen en blancos fáciles. Los mataría y robaría hasta el último objeto de valor ajeno, como había sido el acuerdo. Había una cierta fascinación en la actitud de la morena, como si lo único que fuese capaz de cambiar la imparcialidad de su rostro, fuesen situaciones como esas. Sus ojos tenían un brillo excepcional, volviéndose casi rojizos y fijos en la nave, que en ese preciso instante estaba abriendo sus puertas, desconociendo su destino próximo.
Leone Dubois
Leone Dubois

Edad : Desconocida.
Ocupación : Mercenario.
Raza : Architekt.
Origen : Planeta Rührung.

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Mensaje por Wilhelm Von Bismarck Dom Mayo 17, 2015 3:34 pm

Planeta Tierra, 01 de enero, Año desconocido.

La nieve cubría completamente el filmamento de la ciudad en lo que parecía ser un feliz día de año nuevo en aquel pequeño poblado... Wilhelm caminaba como cualquier otro ser humano en medio de las calles del barrio pobre de la ciudad, limitándose a observar a las personas disfrutar de lo que debería ser un motivo de alegría para cualquier ser humano, o al menos, eso era lo que cualquier inducción básica creería.

No llevaba mucho tiempo viviendo en la tierra, por lo mismo, en gran medida se sentía como un completo alienígena, y si bien en efecto lo era, no eran sus habilidades especiales lo que hacían que se sintiera como un total extraño a todos ellos... más bien, no podía dejar de sentirse anonadado cada vez que veía el hecho de que los seres humanos pudieran segregarse a ellos mismos por motivos increíblemente rebuscados: Racismo, Clasismo, Homofobia, Sexismo, eran situaciones que no dejaban de inquietarle y hacerle sentir increíblemente incómodo al ver como aquellos conceptos se habían convertido en situaciones completamente arraigadas a la sociedad; para muchos humanos, el haber nacido como un esclavo o como un ser "inferior" al resto era un hecho ampliamente aceptado... y no podía aquello causarle un sentimiento mezcla entre asco y pena.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando un copo de nieve cayó encima del tabique de su nariz, abstrayendo al pelirrojo completamente de sus ideas, nodeando la cabeza de un costado a otro al volver abruptamente a la realidad.  Sus ojos esmeralda quedaron fijos en un punto específico: Ante él, lo que parecía ser la tenue figura de un par de cándidos niños era a lo único que podía robar su atención. No parecían tener más de 12 años cada uno, llevando ropajes harapientos, destrozados totalmente quizá por el paso del tiempo; y aun así, no parecía haber ningún adulto a su cuidado... se encontraban los dos sentados alrededor de lo que parecía ser una enorme fuente de fuego, la cual se encontraba encendida gracias a un poco de carbón... no parecía ser demasiado, y por lo que llevaba probablemente aquella delicada llama terminaría por apagarse pronto, quien sabe si con ellos, tal vez mucho más. -Hey, Bruder... ¿crees que pasemos esta noche? La tenue voz del jovencito apenas parecía salir de entre sus delicados labios, totalmente morados por el frio. Su cuerpo, completamente gélido, ya había dejado de temblar gracias al tenue calor que emanaba del tambor con fuego. -N-no lo sé.. -Contestó mientras tosía un par de veces, hablando con bastante dificultad... De pronto, una fuerte brisa pasó por la ciudad, arrasando del todo el tambor con fuego, dejando a los dos niños atónitos ante la escena, los cuales, encontrándose en la imposibilidad de encender una vez más el tambor terminaron por bufar pesadamente ante la escena, perdiendo probablemente del todo la esperanza de pasar un día más de vida.

Un dejo de pena y tristeza fueron las sensaciones que pasaron por la cabeza de Wilhelm en aquel instante, si bien estaba acostumbrado a ver cosas como esas, en cierta medida, el ver niños solos a su completa suerte era algo que solo le había tocado presenciar en la tierra, a diferencia de todos los planetas que había visto... un chasquido de los dedos de parte de él fue lo único que se necesitó para encender una vez más "misteriosamente" el fuego de aquel tambor, ante lo cual los dos niños reaccionaron con una grata sonrisa. El pelirrojo caminó en dirección a ellos, quedando en frente de aquel enorme fuente de fuego totalmente encendida, tomando asiento en frente de ellos dos, dedicándoles una grata sonrisa, llena de color y cariño, gesto bastante poco recurrente en Wilhelm.- Guten tag...

22 De mayo, Planeta Weiß, Espacio exterior.

Un enorme asterisco pasaba relativamente cerca de una enorme nave, haciendo que la gravedad del mismo hiciera temblar a la valquiria, absortando al capitán de sus pensamientos. El capitán nodeó la cabeza, poniendo abruptamente ambas manos sobre el mando de la nave...

Su misión era algo bastante sórdido: El transporte de medicamentos al mercado negro. Sin embargo, y muy distinto a lo que un análisis somero podría llegar a dilucidar, estos eran por una relativamente buena causa. El gobierno de Weiß, planeta al que se dirigía, había estado hostigando a los habitantes con unos precios exorbitantes en la medicina a las personas que residían en el mismo. Causando que, poco a poco, el mercado negro salió con sus clásicas salidas alternativas. No es que él lo considerara un acto de justicia o algo por el estilo, la verdad, él solo trabajaba por dinero, lo único que tenía en mente en aquel instante eran las monedas en su bolsillo... o eso era lo que él mismo se quería hacer creer... el recuerdo de aquellos años anteriores era un hecho que aún le mantenía totalmente abstraído de la realidad.

La valquiria entró poco a poco en la órbita del planeta, recibiendo la señal de la radio del planeta. -Acá Weiß, O-V-N-I, identifíquese, por favor. La voz femenina de lo que parecía ser una mujer en sus cuarentas fue el frío recibimiento del planeta. -FG 53731, pidiendo permiso para aterrizar. Su voz se escuchaba sorprendemente calmada y formal aquella tarde, quizá el tener recuerdos poco gratos era algo que lograba tranquilizar a aquel hombre. -Copiado, acceso concedido. Andén 677, Zona C, por favor. Se escuchó la radio contraria apagándose, y, sin preámbulo mas, comenzó a hacer que la valquiria descendiera...

Los fieros rayos de sol del planeta impactaron rápidamente los ojos de Wilhelm, haciendo que el mismo entrecerrara la mirada ante todo aquello. Weiß era un planeta que se caracterizaba por su clima tropical y su arena totalmente blanca. Su lugar de destino era una simple plataforma alejada completamente de la civilización... nada muy extraño de esperarse en un planeta en donde el comercio para los ricos era algo más importante que construir casas para los pobres...
La nave descendió encima de aquella delicada plataforma, haciendo el clásico ruido de motores apagándose poco a poco, haciendo que una enorme cantidad de caliente vapor saliera por los costados del coloso de acero. El silencio que había surgido en el desierto era realmente desconcertante... sin embargo, no le dio mayor importancia, después de todo, su trabajo era simplemente dejar una entrega a un par de contrabandistas, los cuales al parecer no debían ente sus atributos la puntualidad... le dio la orden a la nave, abriendo el compartimiento de la carga para que este poco a poco descendiera a la blanca superficie del andén, no sin antes ponerse él mismo, absolutamente solo y carente de todo tipo de protección, solo junto a la carga, mostrando una vez más, el poco cariño y respeto que le tenía a su poca integridad física... ya diría el tiempo cuanto le iba a costar todo eso.
Wilhelm Von Bismarck
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Edad : Probablemente perdí la cuenta antes de que nacieras..
Ocupación : Capitán de la Valquiria.
Raza : Architekt.
Origen : Uh-oh (Rührung)

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