Durante la larga caminata Corvo parecía haber vuelto a ser el paranoico que no se fiaba ni de su sombra de siempre, un ser que parecía haber perdido cualquier rastro de su humanidad o que simplemente, nunca la tubo. Iba se movía con extrema cautela, pasaba de acelerar su paso en caso de encontrarse en un terreno que le era infimamente desfavorable, a quedarse totalmente inmóvil por completo en caso de intuir un ruido o un mero movimiento extraño, pero algo le ataba a las limitaciones de la consciencia humana.

Puede que fuera un recuerdo de sus viejos tiempos, donde era un mero chaval ratón de biblioteca bastante amistoso, que le hacía preocuparse con sus compañeros, puede que fuera por alguna clase de su curiosidad nata, que se le clavaba en la piel como hierro candente cuando una pregunta surgía, o puede que solo fuera un miedo natural ante su poder. Fuese lo que fuese la duda que le ocupaba parte de su mente "¿Habría Yun dejado atrás la estupidez que cometió Corvo hace apenas unas horas, o la llaga perduraría?" Tener a Yun como una compañera era un excelente as bajo la manga, pero tenerla como posible enemiga era una pesadilla constante.

Sus enredos de cabeza pronto desaparecieron, pues en una zona rocosa, lo que parecía ser un mero desprendimiento fue algo mil veces peor.

Con las primeras motas de polvo sacudiéndose Corvo ya se situó fuera de cualquier posible peligro, así que la caída de ese montón de masa no le supuso un problema, salvo un pequeño quebradero de cabeza de posibles opciones y porqués. Lo que ya le supuso una sobrecarga de información fue ver que ese montón de rocas se movía y lanzaba magma como si de una extraña fusión entre algún animal y un volcán hubiera creado a ese ser.

Sin pensárselo un instante se alejó de la substancia volcánica que el rocoso lanzaba, se paró unos instantes a estudiar el terreno,  teorizar sobre las posibles capacidades del enemigo y que tenía a su favor. Teniendo una posible teoría cogió las botellas con sabia de los arboles de la selva que recogió, y les puso un trozo de vendaje a modo de mecha para hacerlo explotar en un futuro cercano.

-¡Daxter! Con esas balas apenas le harás cosquillas a ese volcán con patas- Le gritó, notaba como le picaba la garganta dado que no estaba acostumbrado a gritar- Apunta a su cara, y a ser posible a sus ojos- Dudaba que entre ambos fueran capaz de hacerle nada, pero le molestarían.

Rápidamente sacó su fusil, aún a sabiendas que poco podría conseguir, empezó a disparar a gastar balas con la intención de que golpeara a la cara, puede que fuera inútil pero tenía un posible plan en mente.

-Yun, cuando el bicho se cabree con nosotros, acércate a él sin que te note y intenta hacerle suficiente daño en las patas o en el suelo como para evitar que se mueva, está claro que el bicho tiene ventaja en este terreno, debe ser su puñetero hogar- Le mandó ignorando la antigua refriega, si querían sobrevivir tenían que aprender a dejar atrás sus diferencias o pegarle un tiro a Daxter y correr aprovechando la distracción, y aunque la segunda opción era tentadora, algo le decía que no le gustaría a su jefe.

Caminar por la selva con la esperanza de que pronto saldrían de ese planeta calmaba bastante los pensamientos de la mercenaria, llevar ese tiempo en una situación como esa podría no ser lo más peligroso que ella enfrento hasta la fecha pero si era el tiempo que mas desinformada estuvo, siempre procuraba tener toda la información y controlar las variables que pudiesen ponerla en peligro, ese planeta rompía todos sus esquemas mentales sobre una misión. Esa ruptura lejos de molestarla, la estaba emocionando, esa incertidumbre de que podría esperarles tras avanzar unos pasos más le causaba de las mejores sensaciones, solamente había un problema, sus compañeros. Ella no era una persona tonta y en sus deseos por explotar todo lo que ese planeta daría, estaba también el pensamiento de que sus compañeros seguros cometerían alguna idiotez al sentir la cercanía de su escape, mas de las que cometieron antes.

El terreno cambio hasta la entrada de una cueva – ¿Se puede saber porque nos das órdenes? – Podría ser ese gato quien conociera mejor el terreno, pero la mercenaria detestaba que le dieran órdenes, sobre todo si quien tenía en frente no era su superior o un cliente dando instrucciones. Ver como los demás seguían a la masa de pelo sin rechistar, le causo bastante frustración, pero no iba a simplemente irse por otro camino cuando estuviesen tan cerca de la nave, se resigno y siguió los pasos del grupo, no le quedaba de otra. El interior de la cueva le pareció bastante llamativo, si pudiesen extraer algo de esas piedras no tendrían problemas para moverse en la oscuridad si la noche caía de nuevo, incluso puede que tuviesen algo de valor. Un terremoto cambio sus planes completamente, a correr junto con los demás del grupo. Ella podía fácilmente romper esa roca pero usar sus poderes en un espacio tan cerrado haría que la cueva se les viniera encima, no era una suicida.

Ella estaba realmente frustrada por todas esas tonterías que iban pasando, esa frustración aumento aun mas cuando salieron de la cueva - ¿Sabe alguno escalar? – Miraba la entrada de la cueva. Escucho un sonido tras de sí que le hizo girarse y mirar, encontrarse con una monstruosidad de roca viviente le hizo recordar al primer monstruo que vieron, la emoción que sintió y tener un enemigo que parecía aun mas fuerte frente a ella solo le causaba una gran ansiedad. Su cara mostró una enorme sonrisa cuando fueron atacados, ella inmediatamente comenzó a usar sus poderes, causando un temblor de gran magnitud a su alrededor. A diferencia de sus compañeros que escaparon, ella lanzo su ataque, una onda sísmica que impacto directamente contra esa lava. Sentía la fuerza del primer ataque del monstruo, al punto que era arrastrada hacia atrás, ella solamente respondía aumentando la fuerza de sus poderes.

Chocar fuerzas con el monstruo le demostró a la cazadora que estaba en inferioridad de poder, atacar de frente a un enemigo superior era una tontería como un castillo, a ella le encantaba eso, la adrenalina y la emoción del combate – ¡Sí! – No paraba de aumentar el poder del temblor, a pesar de que estaba sintiendo los calambres musculares cada vez más intensos. Su afán creó una abertura para que sus compañeros pudieran atacar, combinándose irónicamente contra el monstruo. Un problema real, era que los daños colaterales estaban haciendo estragos con el terreno, ver también como esa mole tenía la suficiente fuerza física para provocar un sismo hizo que la mercenaria se preocupara, no por la fuerza del rocoso, sino porque un paso en falso y podría terminar como una mancha roja en el suelo.

Una cosa si le molesto, que el monstruo no siguiese luchando sino que atacase a otro mercenario – ¡No huyas de mi! – Empezó a perseguirlo mientras iba hacia su compañero. Trazaba muchos planes sobre su cabeza, si las balas apenas le hicieron algo, tendrían una armadura muy resistente. Simplemente atacarlo en la piel no causaría suficiente daño, no sin poner su integridad en peligro. Observo como Corvo lanzo unos frascos, si su memoria no fallaba eran frascos con acido. Eso podría debilitarle la protección, así que salto en dirección al rocoso, queriendo atacar el cuerpo en una mancha provocada por el ácido. Esa zona seguramente sería más débil y podría atacar el interior, si lo hacia soltaría un temblor en el cuerpo de esa cosa bastante más poderoso que antes. Le importaba poco que el propio ácido le hiciera daño, o que su cuerpo pudiese colapsar, solamente pensaba en aplastar a su rival. Su sonrisa era muy marcada igual que su expresión, casi parecía psicótica. Esta en ese momento, por y para el combate.

Al parecer la bestia, todo y parecer estar hecha a base de mera roca, como si fuera un ser de barro que cobró vida por seres omnipotentes, pero la verdad era que el ser seguía siendo un ser orgánico con las limitaciones que ello conllevaba, pues el ácido corroía la piel de la criatura a una velocidad espeluznante, que, junto al inesperado remate de Yun consiguió acabar con gran parte de la rocosa coraza, pero a costa de un gran precio.

En sus días de novicio, Corvo había experimentado con ratas y máquinas para captar la actividad de las distintas partes del cerebro, destinadas a captar el dolor que sufría el desafortunado sujeto, y ver a Yun cubierta de restos del ácido no pudo ni llegar a imaginarse el pasmoso dolor que debía estar sufriendo, era formidable que se mantuviera en pie, pero, creyendo que esta no tardaría en desfallecer Corvo se dirigió hasta ella mientras esquivaba más rocas que caían hacia el grupo de mercenarios.

Daxter parecía haber desaparecido, pero Corvo consiguió localizarlo por el rabillo del ojo, apenas se le ocurría cualquier motivo por el cual debería de preocuparse por la condición de su capitán, pero aún tenía algo que le podía ser de utilidad y podía hacer mínimamente importante la condición del jefe, pero por fortuna era un detalle tan simple que en un momento la vida del jefe volvió a carecer de cualquier valor.

-Daxter! - dijo gritando lo más alto que podía para hacerse oír entre tanto caos- Tu mechero! Ya! No preguntes. Ya!- Ordenó un par de veces para asegurarse de que sus dos neuronas restantes entendían lo que este pedía.

Corvo siguió corriendo hasta llegar al lado de la luchadora, sacó su bolsa y se puso un rollo de vendajes, un par de frascos con sabia y un par de sus frascos medicinales, no se sorprendería si Yun perdía el brazo antes del anochecer o moría pero necesitaba que de momento su mente pensara en algo más que en su incierta mente, pero si conseguía nublar su mente para que ignorara esa verdad absoluta, se daba por satisfecho.

El retumbar de las rocas impactando contra la dura superficie obligó al mercenario a deshacerse del resto de su mochila, a excepción de su ballesta que malamente consiguió poner en uno de sus bolsillos interiores, en ese instante, Crovo parecía un cleptómano salido de un supermercado vigilado por un segurata a dos días de la jubilación, pues llevaba cosas hasta en el sombrero.

-Dolera, mucho- Fue lo único que le dijo a Yun para que se preparara un segundo antes de que el médico la empapara con el contenido del frasco medicinal, puede que la substancia le evitará una rápida muerte a Yun, pero durante unos instantes seguramente desearía arrancarse la piel, una vez este se diera por satisfecho tiró dejó caer el frasco..

Evitaba las rocas y se movía en zig-zag para evitar ser el centro de atención de la bestia mientras malamente empujaba y estiraba a su compañera, mientras le aplicaba vendajes para tapar las heridas de Yun, en apenas 20 segundos Yun parecía estar momificada pues los vendajes, malamente puestos, le cubrían gran parte del cuerpo, de nuevo Corvo decidió cortar el resto del vendaje y se deshizo del resto.

Antes de pensar en su siguiente paso, como si fuera un milagro, el mechero que reclamó pasó ante sus ojos, y casi por mera inercia lo cogió con una de sus manos, se sacudió como una especie de perro para quitarse cosas que le sobraban, algún que otro vial médico y otros instrumentos médicos que poco uso tenían en ese momento. Siguió tirando de Yun pero la musculatura y composición de la dama debía ser casi el doble que la del mercenario.

Sin mediar palabra le clavó un vial lleno de una azulada substancia, en una vena que se le notaba en el cuello -En dos segundos serás mucho más ágil, así que aprovecha el tiempo o estamos muertos- Dijo como única explicación, la substancia, llamada frenesí, hacía mucho más ágil el cuerpo de usuario pero al cabo de un tiempo este sufriría un gran agotamiento, toda la carne estaba en el asador, era todo o nada.

Al parecer el suero no tardó en surgir efecto pues su acompañante se apartó de él al cabo de unos segundos, pudiéndose mover a una velocidad que iba en constante aumento, prediciendo que Yun iba a realizar su siguiente ronda de ataque, Corvo se paró en seco detrás de una de las rocas caídas, donde parecía que no iban a caer más, sacó un cuchillo y cortó un trozo de tela de su camisa, pues era lo que prendería con más facilidad, la puso en la apertura del recipiente donde guardaba la savia, creando un molotov improvisado, con una calma inexplicable prendió la llama del mechero, preparado para convertir en cenizas al depredador una vez el daño colateral fuera el mínimo posible, pues ya que dudaba que por si sólo pudiera acabar con la bestia antes que este a él.

Una mezcla de dolor intenso y euforia recorrían el cuerpo de la mercenaria, estar encima de su enemigo, lanzando todo lo que tenia no podía causarle más satisfacción, no le importaban el dolor que ahora cubría su cuerpo ni el ácido que quemaba su brazo, solo quería vencer a esa mole de roca y disfrutar cada segundo de la lucha. No había mas para ella, solo la lucha en ese momento. Se mantuvo firme con el ataque hasta que la propia fuerza del animal la expulso de su lomo, haciéndola caer varios metros hacia atrás. No era consciente que en su frenesí había provocado un derrumbe, tampoco el cuerpo le respondía igual de bien para esquivar las rocas si lograba reaccionar a tiempo. Fue la ayuda de uno de sus compañeros la que salvo su vida de ser aplastada por el colapso del entorno – Segunda vez que me salvas en este planeta, a este paso tendré que llevarlas por escrito – Le da una palmada en la cabeza a Corvo cuando logra ponerse de pie. No sentía el dolor de su cuerpo, probablemente fuese tanto que ya se le hubiesen bloqueado los nervios – ¿A estas alturas te preocupa si algo me va a doler o no? Que tierno eres cielo – No opuso resistencia a los medicamentos que le administro su compañero, no sintió dolor alguno por ellos, solo un extraño hormigueo, había sufrido un shock por el dolor tan grande anteriormente que ya no sentía nada, solo frío.

Recibió otra medicina de Corvo, esta si le causo una sensación bastante extraña. Primero casi le hace vomitar y luego su vista se torno borrosa unos segundos. Sus pupilas se habían dilatado de golpe y rápidamente su mente se aclaro de nuevo - ¿Qué me has dado pequeño? – La cabeza le daba algo de vueltas pero en las propias palabras de su compañero se trataba de algo que podría aumentar la velocidad del cuerpo – Que interesante, me asegurare de aprovechar cada segundo – Intento mover su brazo dañado y no pudo hacerlo demasiado, los daños ahí eran cuantiosos, aun podía mover el otro, tenia ahí su escudo así que sonrió ampliamente. Ese trozo de metal comenzó a brillar con una tenue luz blanca, mientras alrededor de la mercenaria todo comenzaba a temblar de nuevo. No paso casi nada hasta que empezó a correr hacia el monstruo. Corvo cuando la vio acelerar, lanzo su cóctel molotov directamente al rocoso. Una vez más ambos se habían coordinado en el combate.

Yun no prestaba mucha atención, solamente avanzaba directo hacia al animal. Los pies de la mercenaria se marcaban en el suelo por la intensidad de los temblores, cada vez sufría heridas más grandes por usar sus poderes, pero no le importaba. Sus ojos estaban totalmente abiertos y fijos en el objetivo, la cabeza de su enemigo. No estaba pendiente de esquivar nada, tenía el escudo hacia adelante mientras avanzaba, como un ariete. Si se acercaba lo suficiente lanzaría un temblor mucho más intenso que el anterior, no le importaba si le explotaba el brazo o no, solamente quería hacer trizas a un rival que logro hacer que la adrenalina corriese por todo su cuerpo, algo que nada había logrado a tal grado desde hace muchos años.