Welcome to Hell (Priv. Lexxie)

por **Nameless** Mar Jun 09, 2015 5:51 pm

Ser llevado a un planeta como aquel, era probablemente el peor destino para cualquier delincuente, para cualquier mercenario buscado por la Armada de Eden. Un planeta donde eran encerrados los peores delincuentes del universo que eran arrestados por La Armada. Se trataba de un lugar hostil por lo que él había oído, un planeta habitado por criaturas hostiles y peligrosas que arrasaban con los humanos que eran allí llevados. Pero él no era un humano normal, tampoco sabía que iba a encontrarse en aquel planeta, pero no era como el resto de personas que encerraban allí. Nameless, una de las diez personas más buscadas por La Armada, que finalmente fue arrestado cuando se unió a una milicia que luchaba contra la propia Armada. Ahora lo llevaban encerrado en una especie de caja acero, de dimensiones muy limitadas, donde apenas podía ni moverse, era probablemente el mejor lugar donde mantener encerrado a una persona como él.

Escuchaba a los guardias que le custodiaban hablar a su alrededor, provocarlo, insultarse, se les veía tan valientes...si de repente aquella caja se abriera, y no estuviera encadenado de pies y manos, seguramente aquellas sonrisas burlonas se borrarían de sus estúpidas caras. La nave estaba sufriendo serias turbulencia, al parecer habían penetrado la atmósfera del planeta, pronto lo sacaría de allí y...¿Luego qué? No sabía que encontraría allí, había oído rumores de que existía una pequeña ciudad donde los humanos se protegían de las bestias que les acechaban, una ciudad amurallada o algo así ¿Había ido a un planeta donde la muerte les rondaba las 24 horas del día? Bueno, para alguien como él, aquello sonaba realmente emocionante, un reto, incluso tenía ciertas ansias por llegar y poder salir de aquella prisión de acero en la que se encontraba. Pasados los minutos, notó como la nave se sacudía con fuerza, y de repente todo cesó, los motores dejaron de escucharse, habían llegado.

-Saquemos al capullo este de aquí ¡Activad la rampa de salida!- Exclamó uno de los soldados que lo custodiaban, escuchándose de fondo como la compuerta de la nave se abría, y como tras ella, se escuchaban los murmullos de muchísimas más personas- Tienes fans colega, enhorabuena, hoy conocerás a tu pueblo, son todos como tú, escoria peligrosa que donde mejor están es aquí encerrados -Dijo hablando contra las únicas rendijas que tenía aquella caja de acero, a través de las cuales se podía ver los afilados ojos de Nameless-.

-Entonces quizá deberías acompañarme- Respondió, esbozando una fría sonrisa lo que provocó que el soldado golpeara la caja con su puño, escuchándose el sonido de un hueso roto, seguido por las carcajadas del mercenario y los gruñidos del guardia- No entiendo como habéis logrado capturarme, sois realmente estúpidos.

-Debería pegarte un tiro en la cabeza y acabaríamos con esto antes...-Gruñó el dolorido guardia, mientras con su mano sana, comenzó a empujar la caja hacia el exterior- Pero por desgracia en Eden hay unas leyes y unos protocolos que seguir....

por **Lexxie Araen** Mar Jun 09, 2015 6:04 pm

La situación era clara. Todos se estaban preparando para el nuevo, después de todo las noticias volaban como la pólvora y esta explotaba en un lugar tan pequeño como aquella ciudad metida en ese devastador planeta. Aquellos alocados se mantenían a expensas de ver quien era el recién llegado ¿cómo de peligroso sería? ¿Podrían aprovecharse de él? Además, ahora por el ''Rey'' estaba acordado un procedimiento con ese tipo de personas, era una bienvenida sencilla que explicaba las normas al llegar. Obedece o muere. No había nada más, allí mandaba el poder, y ese era él. Por eso se encontraban en la plaza donde se estaba dando la entrada, la verdad es que era sorprendente, normalmente no los traían tan asegurados, eso solo significaba una cosa.

Peligro. Todos empezaron a cuchichear, mientras el escenario estaba preparado. ¿Escenario? Si, ellos mismos se habían montado algo parecido a eso, un lugar donde había un enorme trono echo con el material más valioso del planeta, que apenas era basura para otros sitios. Allí se sentaba el gran gobernador del momento, era un hombre de cabellos castaños muy cortos, postura arrogante y sonrisa hilarante, sus ojos pequeños se tornaban agresivos y poderosos, simplemente te dabas cuenta del peligro que corrías, pues su mirada infundía miedo en todos los presentes.

Llevaba puesto una chaqueta de cuero negra y unos pantalones largos con diferentes cadenas, parecía impaciente por ver que nuevo siervo tendría a su disposición. A su lado, sin resaltar demasiado, estaba una joven, la muchacha mantenía una vestimenta parecida, su expresión era vacía y seria, aquellos ojos rojizos parecían atravesar los cuerpos como puñales, su figura no resaltaba su lado femenino en ese momento, se tornaba más violento. Mantenía un parche en su ojo izquierdo y aquella peculiar dorada cadena que pasaba de su oreja a su labio dejando una muestra hermosa aunque impactante de su rostro. Sus cabellos rubios caían por sus hombros, tenía puesto unos vaqueros ajustados a sus muslos que estaban rotos dejando ver parte de su pálida piel. Unas botas altas con tonalidades rojas y una camiseta rasgada en la zona del ombligo que dejaba contemplar su vientre desnudo. Era la única mujer del lugar, por lo menos que se viera a simple vista. Cuando pisó tierra, el gobernador se levantó. - Bienvenido al infierno novato -comentó en voz alta.

por **Nameless** Mar Jun 09, 2015 6:48 pm

Notó como lo elevaban, colocándolo en una especie de plataforma con ruedas, a través de la cual lo trasladaron por la rampa de la nave que finalmente le llevó frente a todo aquel público que logró ver a través de las rendijas, logrando vislumbrar una especie de ''escenario'' y alguien sentado en algo así como un trono ¿Qué diablos era todo aquello?
-Abre la caja- Ordenó el que estaba al mando, tras lo cual un par de soldados se le acercaron, e introdujeron un código a través del sistema informático que lo mantenía encerrado-.

Se escucharon unos fuertes ruidos metálicos, los candados se estaban rompiendo, y entonces, se abrió. La luz del día impactó contra el rostro del albino, cegándolo durante unos segundos hasta que su vista se acostumbró. Había cientos de personas alrededor, mirándoles, la mayor parte eran hombres, salvo algunas mujeres que habían desperdigadas entre la multitud. Logró ver algunos niños también, pequeños, adolescentes, e incluso algún bebé que lloraba al fondo. La primera imagen de aquel lugar no fue especialmente terrorífica, y las palabras de aquel ''Rey'' que se levantó de su asiento, le dieron ganas de reír al albino.

-¿Infierno? Si este es el infierno me ha decepcionado mucho- Señaló a uno de los críos que más cerca de él se encontraba, el cual dio unos pasos atrás- En el infierno no creo que haya niños, allí no aprecian la inocencia -De nuevo aquel par de guardias que lo habían sacado de su prisión de acero, se le acercaron para librarle de las cadenas que mantenían inmóviles sus manos y piernas- Muchas gracias, es todo un detalle y una temeridad liberarme después de lo que me habéis dicho ahí dentro -Los dos soltados palidecieron y dieron unos pasos atrás, volviendo a la nave, en la cual ingresaron toda la escolta que estaba compuesta por cerca de 25 soldados en total. A los pocos segundos la nave se puso en marcha y se elevó hacia el cielo, a la vista de todo el mundo.

El olor de aquel lugar era sorprendentemente espectacular, probablemente se trataba de un planeta con una extensa vegetación, lo cual hacía que el aire fuera más limpio y puro de respirar- Bueno...-Comenzó a caminar hacia el que parecía ser el líder de aquel lugar, mientras la gente iba apartándose para dejarle paso. Una vez se colocó frente a aquel escenario, miró a su alrededor. Las casas estaban construidas con madera, algunas con ladrillo, no había fuentes, tampoco alcantarillado, aquella parecía una ciudad de la Edad Media aproximadamente, lo cual era realmente penoso- ¿Y tenemos que pasar aquí...el resto de nuestras vidas? -Preguntó dirigiéndose al hombre que le había hablado anteriormente, aunque pronto sus ojos se desviaron hacia una mujer de cabellos rubios que se encontraba justo a su lado, era realmente hermosa y a la vez aterradora, lo cual aumentaba su belleza con respecto a los gustos del albino. Aquella mujer imponía casi más respeto que el grandullón que parecía ser el líder-.

por **Lexxie Araen** Miér Jun 10, 2015 2:24 pm

¿Niños? -Dijo el gobernante al escuchar al hombre, haciendo que sonriera de forma macabra mientras se apoyaba más sobre el respaldo, su mirada se afiló y mostró una oscura vibración. - Tienes toda la razón, nuevo, la inocencia de los niños no está permitida aquí, se la arrebataremos rápido, disculpa este trámite burocrático. - Dijo riéndose mientras agitaba la mano y señalaba a la joven rubia con descaro y autosuficiencia. - Lexxie, ¿ves a ese niño con su madre? Toma a la mujer y mátala -Sentenció, logrando que todo el mundo se quedara completamente mudo, se notó la tensión en el ambiente, aunque todos querían luchar contra eso, nadie lo hizo, se mantuvieron quietos como piedras, impotentes, mientras la mujer abrazaba a su pequeño , siendo a la única que se le escuchaba.

- PIEDAD ¡No hicimos nada! ¡Estará solo ! ¡Ruego perdón mi Rey! ¡Haré lo que quieras, lo que gustes! MI REY -Estaba desesperado, su voz sonaba rasgada y rota, sin poder evitarlo empezó a hipar en un llanto descontrolado, abrazando con fuerza a su pequeño de tres años, que inquieto la miraba asustado y sin saber que pasaba. Fue en ese momento que finalmente la joven se movió, la orden había sido dada, miró el espectáculo sin sentir absolutamente nada por aquellas personas, no le importaban los gritos ni la expresión de terror en los ojos de la fémina. Tranquilamente caminó por el escenario hasta llegar a bajar las escaleras, a su paso un silencio sepulcral se hizo dueño del lugar, solo se oían sus pisadas y las respiraciones alteradas.

Aparte de los gritos claro estaba. Todos le abrieron paso miedosos, la joven tenía un caminar peculiar, seguro y tranquilo, extraño para esa escena. Se terminó de colocar delante de los jóvenes, sin decir ni una sola palabra en su ojo rojo se vio reflejada a la mujer con su hijo. Con paciencia la cogió del hombro, empujándola, levemente como si la estuviera guiando, hizo que soltara a su hijo y quedara justo enfrente suya. Las lágrimas de aquella madre estaban desbordando, con las mejillas húmedas y los ojos rojos, suplicaba perdón, pero este nunca llegó. Antes de que nadie pudiera hacer nada, la chica la cogió del brazo girándola con fuerza, haciendo que quedara a sus espaldas, puso sus manos a los dos lados de su cabeza y con un gesto violento pero certero, retorcía su cuello haciendo que en cuestión se segundos un sonoro Clack, fuera lo el extintor del llanto. El cuerpo de esa chica quedó inerte y sin vida, cayó al suelo como una losa de cerámica rompiensose, como una muñeca de trapo. En la mirada de Lexxie no había nada, solo un oscuro color rojizo opacado.

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