Tras la caída de la corrupción en Pandaria, sus pobladores y los recientes forasteros comenzaron un proceso de reconstrucción mientras incursiones mayores se llevaban acabo en lugares ajenos a lo que la mayoría de las personas denominaban "mundo". Las cosas iban tan bien que todos y cada uno de los habitantes del gran continente del sur irradiaban seguridad, parecía que los tiempos buenos llegaban, y la maldad por fin había acabado. Pero para algunos, eso no era así, los vigilantes en las zonas alejadas del muro  doblaban su guardia, cada vez eran más, y al mismo tiempo, nuevas caras se veían. Era extraño, para algunos todo era tranquilidad. Pero para otros la preocupación se escuchaba entre líneas.

Era algo más o menos así como lo sentía el denominado "borracho", que de vez en cuando sentía un cosquilleo en la nuca, como si algo grande se acercase, y no exactamente ni bueno, ni malo, algo que entraba en su mente con el nombre de aventura, y llenaba de inspiración y al mismo de nerviosismo su cuerpo. Era extraño, sí, y la verdad, a pesar de lo muy bien que podría llegar a escucharse, era algo que incomodaba los pensamientos de éste, algo que no lo dejaba pensar con tranquilidad y que lo alejaba completamente del equilibrio y la serenidad. Al dormir observaba visiones extrañas, barcos enormes de metal, surcando un espacio negro del cual motas blancas deslumbraban y se deslizaban de un lado a otro, se fijó en un barco en especial, uno que se veía un tanto frágil, como si pudiera decaer en cualquier momento, y que al mismo tiempo, era impulsado por una llamarada incandescente de un lado a otro en aquella plana espacial y que tras ágiles movimientos comenzaba a tambalearse, estrellándose en una gran masa de tierra y agua. Al dormir, repetía esta visión una y otra vez, un sueño tan raro, que cada vez que llegaba a su final lo hacía despertar alterado y preocupado por lo que al parecer era nada. Fue una noche cuando pasó, el mismo sueño se repitió por veinteava vez en aquella noche, una noche en la que no durmió. Se acercó a una de las ventanas, quizás aquella era la noche más brillante de todas, la luna era rodeada por un círculo celeste, y las estrellas parecían rondar mucho más cerca de lo habitual. Pestañeó un par de veces, y de un momento a otro, vio como una de las estrellas en el cielo caía, y que mientras más tiempo pasaba, más se acercaba a tal punto que parecía como si se encontrase a kilómetros de distancia y junto a ello, un horroroso y metálico sonido rondaba por sus oídos, era extraño, muy extraño. Lo más alarmante de todo fue el momento en el que escuchó la voz de su pequeña sobrina preguntándole que estaba ocurriendo. Éste solo le regaló una pequeña sonrisa, observando todo alrededor — No es nada, Li Li. Debe ser un animal rondando por ahí, no te preocupes, pequeña, ve a la cama. Mañana saldremos a pasear, ¿sí? — Fueron sus palabras, las que llenaron de tranquilidad los ojos de la pequeña, y tras acercarse para recibir un beso en la frente por parte de su tío, se retiró a la cama nuevamente. Chen por su parte, tras despedirse de la pequeña, esperó un momento. El aire estaba tenso, y parecía como si nadie hubiese notado aquello. ¿Es que él era el único despierto aquella noche?, pues quien sabe, era hora de probarlo.

Alzó su mano, y tomando a un lado de la puerta un bastón, salió con velocidad guiado por los cuatro vientos del valle, dirigiéndose al sur, esperando que todo funcionara relativamente bien. Pasaron unas cuantas horas para que finalmente llegara a la espesura, y viendo humo en el aire, buscó el origen de éste. Buscaba una estrella, buscaba tocarla y observarla de cerca, admirarla más de lo que hacía antes de dormir, pero no encontró nada parecido. Mientras más se acercaba, podía escuchar al mismo tiempo una voz murmurar algunos garabatos que bien conocía sin saber como. Parecía un mono pero sin pelo y mucho más alto, las brumas ocultaban los rostros, pero mientras más se acercaba, encontraba en aquel morador de las estrellas las facciones pertenecientes a un humano cualquiera, aunque no así sus vestimentas, eran extrañas, nunca había visto algo parecido a eso. Escuchaba sus maldiciones y sus acciones, era como un niño pequeño cuando rompe uno de sus juguetes favoritos, por lo que le provocó tal gracia que tan solo rió, aunque, ¿qué clase de niño podría ser tan grosero?

Lentamente se acercó, intentando rodearlo, su presencia era extraña, y a pesar de que estaba expuesto a todo peligro, no parecía completamente hostil, más bien, era todo lo contrario. Después de que la niebla y el humo se disipara, pudo ver un rostro asustado, como si hubiera perdido toda esperanza y aquello era extraño. Se acercó lentamente, y el olor del humo entró por sus fosas nasales, era algo tan asqueroso, tan poco natural que de cierto modo le provocó un poco de asco, lo que le llevó a soltar un gruñido un tanto amenazador. Caminó, hasta el humano, estando frente a él, en guardia ante cualquier peligro, y esperando a que no tuviera intenciones negativas. En cosa de segundos, y con una agilidad peculiar, encontró espacio para pararse frente a él, girándose y dándole la espalda, había escuchado algo mucho más hostil que la presencia del humano. Un sonido parecido a el gruñido que emitió hace un rato se escuchaba bastante cerca. Y él haría todo para proteger al humano, sea o no un enemigo. En cosa de segundos, un tigre apareció de entre la niebla y el pantano, alzándose encima del pandaren, tras oler las heridas de su "acompañante".  No fue difícil para él, le superaba en tamaño e incluso en peso, por lo que no le costó alejar al tigre, que asustado corría tras ser golpeado por el aspecto de oso. — ¿Estás bien? Te sacaré de aquí y curaremos esas heridas — Preguntó mientras veía como el transporte del chico se hundía en la tierra con lentitud, presentía que tarde o temprano ellos seguirían el mismo camino, y no estaba dispuesto a ello. Lo notó cansado y aturdido, incapaz de generar ningún movimiento por lo que no encontró amenaza en él. Con una mano tomó sus pertenencias, parecían armas, pero eso no le importó. Guardó calma por un segundo, y con fuerza, alzó el cuerpo del chico, llevándolo en sus hombros. Pasó un tiempo, intentó ignorarlo de cierta forma, esperaba que él no estuviera asustado por que a pesar de parecer un humano cualquiera, no parecía provenir de donde venían ellos comúnmente. Nuevamente pasaron horas hasta finalmente poder llegar a su morada, una enorme casa de madera la cual en su interior se sentía un aroma dulce y tranquilo. Cerró sus ojos, y en la sala principal, dejó caer con cuidado el cuerpo del chico, alejando sus armas con desconfianza. No pasó mucho tiempo para que su sobrina lo escuchara, asomándose por una de las puertas — Está herido y deshidratado, trae agua, y prepara comida, ¿sí? — Fueron sus palabras para que la pequeña obediente, respondiera.  Se relamió los labios y buscando unos materiales, puso bajo sus pies, un dos tazas de madera llenas de tierra, y repitió lo mismo encima de sus hombros. Se sentó a meditar frente a el herido, y tras soltar una enorme bocanada de aire, de sus brazos nació  la niebla, y de las tazas se encendió un fuego color esmeralda, llenando de un aroma tranquilizante la sala. Aquella niebla comenzó a rodear el cuerpo del humano, buscando cerrar cada una de las heridas, sabía que iba a doler, pero esperaba que el chico mantuviera silencio.

Oops!:

Estaba aturdido, debilitado y confundido. Ryan, a pesar de su arranque de ira y adrenalina, luego de un rato, comenzó a sentir el efecto del “aterrizaje” forzoso. No solo comenzó a sentirse adolorido, sino que su conciencia aparecía y desaparecía, a gusto y placer. Imágenes extrañas llegaban a sus retinas de vez en cuando y, en su estado, no sabía si tomarlo como un sueño o como la realidad. No dijo nada, no era capaz, su cuerpo a penas tenía las energías suficientes para mantenerse despierto.

Una silueta se le había acercado, o eso creía. A lo lejos parecía un hombre, enorme y rechoncho. Luego su imagen se fue asemejando a un oso, a un panda. Por último, cuando estaba a tan solo un par de metros, creyó que se trataba de algo en el medio de las dos suposiciones. En otros tiempos, igual de complejos pero más solitarios, el terrícola podría suponer que aquella imagen solo se trataba de un producto de su imaginación. En esos tiempos, también podía ser la realidad. Entonces, ese ser blanco y negro se acercó, ¿Le estaba hablando? No lograba escuchar. Su cuerpo se elevó del suelo ¿Lo estaban cargando? No lo pudo razonar, pues ya solo veía varios colores en formas abstractas hasta que al final se desmayó por completo. No soñó nada en el camino. En su mente solo había vacio. Todo era negro.

Cuando abrió los ojos, se encontró rodeado de humo, luces verdes que no logró identificar de donde provenían. Estaba confundido pero enseguida supo que no se encontraba en el mismo lugar, el olor y el ambiente habían cambiado. Entonces, vio la misma silueta que se le había acercado antes de caer en los brazos de Morfeo y entró en un estado de alerta. Sus armas no estaban a su lado y no logró encontrarlas a simple vista. Giró sobre sí mismo para pararse pero fracasó, su cuerpo aun no le respondía correctamente.

- ¿Quién eres? - preguntó demandante aun recostado en el suelo - ¿Dónde estoy?- estaba agitado y atento a los movimientos del oso antropomórfico. No importaba su debilidad, Ryan iba a defenderse si ese sujeto lo atacaba.

off: disculpa la tardanza, es que ando en pocos días rindo un examen y estaba estudiando.