Recuerdo del primer mensaje :

Se demoraron más de lo que tenían previsto. Tras las prácticas con las demos de los mechas nuevos, Blaze y ella se dieron el lujo de echar un ojo por la nave para ver las mejoras y cambio realizados, así como echar Kaori un ojo a lo que los ingenieros tenían entre manos. No es que le gustase meter las narices en proyectos ajenos, le importaba más bien poco lo que hicieran, pero recayendo sobre ella la responsabilidad, si podía ahorrarse tener que vérselas con Atlas por alguna cagada de ellos mejor. Y es que, su fama era tal que al aparecer en la sala de trabajo, donde tenían todos los planos desplegados, uno de ellos se escabulló hábilmente del lugar por si caía bronca o se armaba alguna buena. Para el bien de todos, incluida la morena, todo parecía correcto, sugiriendo un par de ideas que fueron desechadas por problemas técnicos que impedían llevarlas a cabo.

En resumidas, si pensaba pasar un par de horas fuera de casa, lo que en principio iban a ser dos horas (máximo tres) acabaron siendo cinco. Tiempo más que de sobra para que el enfado con el mocoso que esperaba en casa se hubiese disipado.

-Ah....- suspiró sonoramente, colocandose en aquella plataforma que, una vez pulsará el botón, habiendo metido ya las coordenadas, regresaría al íntimo y privado piso de Blaze. De los dos. -No tengo ganas de discutir porque si con el chaval. -Comentó ajustándose la coleta. -Le explicaré que no lo haga punto. Aunque como me saque de mis casillas con sus comentarios enseguida le quito la tontería de encima -no era muy delicada que se dijera, aunque tampoco es que hubiera llegado a pegarle a Raist. Solo... lanzado alguna zapatilla, dado algún cachete en el hombro o un golpecito en la cabeza.

Volvió a suspirar y dió al botón, apareciendo en casa. En el salón. Subió las escaleras si. Esperar a que Puff apareciese, y entró a la habitación de invitados que ahora era de Raist. -Raistlin, vamos a hablar, y.... ¿Raist? -abrió el armario, miró bajo la cama y salió entonces al pasillo, echando un rápido vistazo en las habitaciones contiguas. Ni rastro de él. -No me fastidie.... -murmuraba con cierta preocupación en su rostro, bajando las escaleras para revisar la planta baja. -Raistlin no está. -Informó de pasadas a echar un ojo por la entrada, viendo que sus zapatillas no estaban. -Maldito mocoso -murmuró para ella, tomando una parca negra y larga de la entrada de las suyas. Iba con una camiseta amplia básica y pantalones ajustados vaqueros con unas botas gruesas marrones. -Voy a buscarlo -dijo tomando el poco de la puerta, mirando al saurio por encima del hombro y verle entonces que estaba también listo para ir con ella.


Mientras tanto, en alguna parte de los barrios bajos de la periferia, el rubio caminaba sin rumbo fijo entre las calles. Solo. Evitaba las que estaban completamente a oscuras o resultaban sospechosas, cruzando, sin embargo, aquellas que eran estrechas y cortas tras un rápido vistazo. Había vivido en la misericordia muchos años de su corta vida, y sabía moverse por entre calles y cuidarse. Pero está vez era diferente. No conocía el lugar, ni el tipo de gente.

Por lo que evitaba encuentros de cualquier tipo con cualquier persona, manteniéndose en el cobijo de la oscuridad hasta pasar de largo quien se cruzase por su camino. El frío nocturno, aproximándose el invierno, hacía que se encogiera y tiritara, apretándose a su abrigo. -Están flipados si se creen que me pueden tratar como a un niño. Ni que se creyesen mis padres, jum -murmuraba, acobijándose en una estrecha calle. Junto a unos contenedores que le ocultaban yrewguardaban de la brisa, sentándose sobre unos cartones secos que había encontrado cerca. Desde ahí tenía plena visibilidad a la calle principal a la que daba aquel callejón sin salida en la que estaban, no siendo visible él si no se percataba uno de ello tras prestarle mucha atención al callejón, pues su cabello rubio se ocultaba bajo la oscura capucha de la gabardina.

Kaori observaba al mocoso. Se le veía cansado, y la joven parecía haber estado cuidando de él. No sabían que había pasado ni cómo es que se metieron en el lío que se metieron, pero algo se olía la mecánica de que no habían ido a parar los problemas a Raist, sino él a ellos.

Pese a su porte de dura por querer irse de allí y no volver a pisar esas calles salvo que fuera necesario, miró de reojo al saurio, que caminaba tras ella con el jovencito. Su mirada se había encendido al escuchar que pondría croisant a la plancha. No había comido aquel día, y tenía mucha hambre. Más ahora después de haber pateado culpa y puesto un poco de orden en su antiguo barrio.

Sin embargo, el comentario del menor hizo que alzara las cejas con cierta sorpresa y si fuera suave a Puff. Ahora que no les veía. "Ser como una familia, ¿eh..?" Lo pensó.

-Yo quiero untarlo en una taza de chocolate bien espeso y negro. -Pifio también el suyo ya que estaban, yengando al Vehiculo al de un par de minutos y poner dirección a casa.

La conducción de Kaori distaba de ser la de antes, siendo una tan calmada y sin movimientos bruscos que parecía no moverse el vehículo, sino el entorno. Sabía cómo conducir y cómo controlar las máquinas. Era muy buena pilotando lo que fuera.

En casa, una vez llegaron, dejó su abrigo y botas en la entrada, guardando con recelo su katana en el armario que tenían bajo contraseña numérica. Hasta antes de irse y volver con Raistlin a casa, la solía dejar en la habitación. Siempre a la vista y a mano, pero con el menor y con lo "tocalotodo" que era, mejor dejarla junto a las demás armas del saurio, quien se puso manos a la obra con la merienda.

-Mm~ que bien huele -olfateó el aroma de los cruasanes a la plancha, sentándose a la mesa junto al chaval, que permanecía sentado allí a la espera, apoyando su barbilla sobre la mesa. -Siéntate bien, venga -le dio un toque con la mano en la pierna para que atendiera, obedeciendo éste en silencio y a regañadientes por el gesto de su rostro al sobrepasarle aquellas cosas. Acostumbrado a vivir solo y hacer siempre lo que quisiera, le molestaba que le estuviera diciendo uno u otro lo que hacer o no hacer como si estuvieran adiestrándolo.

Una vez la mesa puesta, Kaori miró con atención a Blaze. Más que por su silencio prolongado, que era ya sospechoso, por el gesto de sacar el tabaco. Le conocía jodidamente bien, demasiado incluso, y aquello, junto a su semblante serio, mirada fija y tono de voz, eran a tener en cuenta.

Por momentos como aquel, Kaori recordaba por qué estaba colada por él. Era un amor de drackoyano, (tal vez con todo para su gusto, actualmente) pero no dejaba de ser un excelente tripulante con las características y que todo Capitan ha de tener, y además drackoyano. Su lealtad, honor y sentido de la rectitud eran reconocido a lo largo y ancho de la galaxia.

-Si, si.... "Te pones en peligro conociendo nuestro trabajo, y nos pones en peligro." -recitó lo que solía decir la mujer, quien le dio en la nuca otro golpecito con la mano por el tono y "guasa" que percibió en su tono. -Ay, para ya. ¡No haces más que darme! -se frotó la nuca, escuchando a Blaze. Su cara fue cambiando progresivamente. De neutro pasó a sorprendido y posteriormente, tras un breve silencio, sonreír. -¿Me estás vacilando? ¿Como voy a poder crear fuego con la mente?

Kaori miraba a Raistlin y a Puff, masticando el primer bocado de cruasán. -¿Que te hace pensar que puede? -Poco observadora por lo general respecto a las personas, no se había fijado que el tipo al que rompió la muñeca tenía parte del cuello y manos quemados con quemaduras leves.

Raistlin tomó su cruasán con la mano y le dio un mordisco a la vez que se ponía en pie.

-No volveré a escuchar conversaciones de trabajo, pero intentar hacerlas en sitios más privados joder, que me aburro enseguida en ese "cuartucho". Ahora me voy a mirar....-Empezó a decir esto último rodeando la mesa y pasar junto a Blaze. O intentándolo, pues éste lo detuvo aún más serio que antes al cortarle el paso con la mano. -¿Que pasa?

Fue a reprochar y a negarse, pero la mirada que le echó el saurio le enmudeció de golpe y eficazmente. Incluso consiguió sin decir nada más que se sentase en su sitio de nuevo. Incluso Kaori se quedó Algo asombrada por aquel gesto y la reacción del mocoso, que no parecía tan estupido como aparentaba ser. Tenía un sentido del peligro buen desarrollado, e igualmente tenía desarrollado sus reflejos, pues al bloquearle el paso Blaze con el brazo, el menor retrocedió instintivamente medio paso. No se paró de golpe. Sino que retrocedió.

Así pues, la mujer les echaba un vistazo a uno y otro sin intervenir, quedando sorprendida por las observaciones de Blaze. Ella no se había fijado más que en la quemadura de aquel hombre que mencionaba. Nada más. Sin embargo, si año decía Puff, sería verdad. Tenía un muy buen ojo para aquellas cosas tan banales.

-¿Que? No. No voy a meterme a la Academia -rechistó mientras Blaze seguía hablando, planteándole aquel trato. -¿Por que tengo que ir? Lo que hagáis me importa una mierda. Yo no quiero ser un mandado. -Con esto ultimo miró a ambos. -No lo haré más y punto. No me mandéis ahí, solo hay pijos inútiles -Nunca había estado en una escuela, habiendo aprendido lo que sabe en la calle de aquel planeta arenoso repleto de vandalismo y gente de la peor calaña. Siempre había oído hablar que los "soldaditos" de Edén se alistaban porque les daba fama sin nada. Todo lo tenían hecho. Que les regalaban todo y que si tuvieran que combatir en las mismas condiciones que algunos de ellos, en un cuerpo a cuerpo todos eran escoria barata. No, no tenía una buena imagen de los que que integraban las filas de Edén. Puff y Kaori, junto con algún que otro que conoció en la nave cuando lo llevaron consigo, eran una excepción, pero suponía que ellos eran diferentes por algún otro motivo como haber sido reclutados ya de adultos al pertenecer a algún grupo, ser entrenados por expertos, tener dotes especiales... Algo.

-Ampliar horizontes... -murmura. -Lo dices como si fuera estupido -anotó, mirándole directo a los ojos, pero el saurio le imponía. Y no sólo su mirada. Todo él: su presencia, su voz, sus ojos, su porte, el aura que desprendía....

Kaori le plantó uno de los folletos que habían cogido, pies habían ido a distintos centros educativos. La academia de Edén ocial entre ellas.

-Rellena la hoja. Entra en la academia aunque sea solo para no morir joven, Raist. Si es verdad lo que dice Blaze, eres una bombea de relojería. Mejor dicho, de fuego. -Corrigió. -Firma.

El chicó se quedó en silencio con el folio de papel frente a é. Sin decir nada y bajo la mirada de ambos. Estaba asustado, mostrándose tenso por la idea de explotar y morir. Se planteó muchas cosas por esos segundos intensos.

-¿Donde firmó? -preguntó.
-Donde te indica, abajo. Rellena con tus datos lo de arriba. -Añadió, volviendo a quedarse "paralizado" con el bolígrafo en la mano. Como si fuera a vida o muerte el rellenar aquella hoja, miró a ambos y la rechazó, poniéndola en medio de la mesa tras arrastrarla de él sobre la mesa.

-No quiero. No voy a hacerlo. Seguro... seguro que me comen la cabeza con sus tonterías y... y....

-No sabes escribir. ¿Verdad?

Raistlin se ruborizó, agachando el rostro. No dijo nada. Su silencio lo decía todo.

-Lo rellenaremos juntos. -tomó el formulario y empezó a poner los datos que conocía de él y los administrativos: dirección, correo, número de contacto... Claro que por seguridad dio la dirección de la Academia. Muchos ponían esta dirección cuando se trataba de soldados y oficiales como ellos. Mantenían su vida personal encubierta. -¿Apellido?

-No lo se.... -seguía ruborizadoy molesto consigo mismo por parecer tonto y un bocazas, siendo descubierto en todos los sentidos. Eso le molestaba. Que le conocieran le molestaba. Que supieran de él le molestaba.

-¿Cuál le ponemos? ¿El tuyo o el mío? -Preguntó a Blaze, no consultándole algo tan obvio a básico al chico.

-Majere.... -murmuró bajito. -Me gusta Majere.....

Tanto Kaori como Raist escucharon a Blaze con atención, sintiéndose identificada con aquel chiquillo la morena. Nunca olvidaba de donde venía ni lo duro que había sido su infancia, y era por eso que con el rubio era un tanto distante. No era de piedra, y sentía debilidad por gente que como ella lo había pasado mal. Por eso se mostraba estricta con el menor. No por él, (no en su totalidad), sino por ella. No quería más lazos con nadie, y menos cuando aún no estaba segura de sí debía tenerlos con aquel crío. Admiraba la facilidad de Puff de tratarlo con la familiaridad, paternidad y amistad con la que le trataba.

El menor se veía desarmado y desnudo, no literalmente, ante el drackoyano. Ya no era por su apariencia o por intimidación, sino por lo que le decía. Por sus esperanzas y deseos hacía él. Hasta entonces nadie le daba un voto de confianza, y aquel ser, además de sacarlo del infierno que era su planeta desierto, le estaba brindando de comida, cobijo, derechos, un trato de igual y sueños. Sueños que alcanzar en un futuro.

-Yo no tengo miedo....- murmuró apartando la vista con un ligero rubor y los ojos brillantes por unas incipientes lágrimas que se agolpaban en sus ojos. Unas lágrimas de agradecimiento. La mala suerte teñida durante toda su vida había cambiado con aquellos dos. Les estaba agradecidos pese a su silencio, su actitud y su desapego. -Y tengo amigos....-se encogió de hombros, ruborizándose más al añadir -vosotros....

Kaori sonrió en silencio mirando a Puff, preguntándose si ella se vió tan adorable de pequeña cuando se ponía en aquella misma situación que el menor ahora. Y por eso mismo, por saber cómo se sentía de avergonzado por la falta de costumbre a sincerarse y abrirse a la gente, le atrajo hacia ella en un abrazo. Contra sus pechos. -Para lo que necesites estamos aquí.

-¡M-m..! Va-vale, pero... quítame tus tetas de la cara... -se deshizo del abrazo, rojo como un tomate por el (intencionado) abrazo de Kaori, quien sonrió más ampliamente por conseguir ruborizarle más. -¿Puedo irme ya arriba? -Preguntó sin mirar a ninguno, queriendo un rato para él solo. Tranquilizarse, pensar y descansar.

-Si, tira arriba. No vaya a ser que ardas de lo rojo que te has puesto -bromeó, viendo al menor marchar de La Cocina no sin dedicarle una mirada rasgada por la broma. Eran muy parecidos. Demasiado: orgullosos, con poco sentido del rificulo, distantes, independientes.... pero todo eso era lo que les cubría. El envoltorio. Por dentro eran sensibles y muy humanos.

-Es muy afortunado. Será un buen hombre al crecer aquí. Te admira. Lo sé. Solo hay que mirarle a los ojos. -Le miraba como ella miró en su momento al Capitan que le entregó la Katana que le robó en su propia casa y le pagó todos los gastos de la Academia a modo de inversión. Él fue quien cambió su vida. Y por ello le admiraba. Incluso ahora le guardaba un profundo respeto y afecto.