Después de un largo viaje, Kleinn había conseguido llegar a Eden. Un nuevo comienzo le aguardaba en ese planeta y se sentía de lo más excitado. En pocos días podría abrir su pequeño negocio en un lugar de las zonas bajas. En ese instante se dirigía sumido en sus pensamientos,bastante distraído y risueño hacía el local con el que se había hecho y no se dio cuenta de que se formó un pequeño grupo de matones alrededor de él.

- EH tu, bicho raro. - Gritó uno de ellos.

- ¿Eh? - Kleinn volvió a la realidad. - Ah gracias, eres muy amable. - Dijo algo sonrojado mientras sonreía.

- ¿Qué? ¡No! Se supone que te estoy insultando. - Dijo uno de los macarras algo desencajado por la reacción del doctor.

-  Ah, pues retiro entonces lo dicho.  - Y sin decir nada más, kleinn se decidió por volver a echar a andar y olvidarse de ellos. Pero este gesto le sentó muy mal al grupo de pandilleros, que viendo como eran ignorados se enfadaron aún más, y el jefe de ellos, con bastante fuerza, embistió a Kleinn, tirándolo al suelo.

- Esto te enseñará. Y más te vale no volver por aquí, no queremos que monstruos como tu ensucien nuestras calles. -

Kleinn Von Kleiner no respondió,simplemente mantuvo a sonrisa de su rostro, se levantó y empezó a recoger sus cosas, sin reaccionar lo más mínimo a las palabras del matón. Pero eso solo lo cabreó aún más y después de soltar un bufido, le asestó un patada e el costado a Kleinn, haciéndole caer al suelo. El pandillero y sus amigos decidieron que eso no era suficiente y entre todos empezaron a patearle en el suelo.