Me detuve observando de reojo los movimientos de Atlas, él tenía más experiencia que yo y sabría qué hacer cuando ocurría casos como este, pero al ver que se relajó, lo imité. Sus palabras daban a entender que lo conocía, por tanto bajé mi pistola y asentí mirando al supuesto señor Daemens. Su traje imponía respeto, por ello estaba algo intimidado.
Cuando el almirante me nombró, le asentí y eché un último vistazo al tipo del traje, del cual no me preocupé mucho si nos seguía o no, antes de encaminarme y ponerme al lado de mi líder en aquel preciso instante. Durante la marcha, escuché como el trajeado nos siguió afirmando que necesitaría una mano por si volvía a aparecer aquella cosa. Le miré de reojo y sonreí medianamente ”No te preocupes. Si nos mantenemos juntos, tendremos más posibilidades de sobrevivir.”
Mi intención era marcar mi posición como el positivo del grupo, quizás no ofrecería mucha ayuda contra monstruos de grandes tamaños, pero algo tendría que aportar aunque fuese, en este caso, simples palabras que se esfumaron tan pronto pasó el tiempo.
Al llegar al terminal, nos enteramos de aún más cosas que en la sala anterior cuando Atlas comenzó a investigar en él. Prácticamente estaba todo ahí, la funcionalidad del edificio y su objetivo, los detalles minuciosos sobre síntomas del experimento, incluso los planos del edificio, algo que nos ayudaría a guiarnos hasta la salida.
Antes de pasar siquiera a la siguiente sala, nos topamos con una puerta blindada que contenía, según aquella información recopilada, armas no biológicas y entre las posibles, algo que quizás pudiese llevarme conmigo.
En efecto, cuando entramos y comprobamos había exactamente tres objetos que curiosamente yacían en una especie de podios, relacionados con cada uno de nosotros, y tan pronto avanzamos, cada cual fue a por el que más le llamaba la atención. En mi caso, se trataba de una pistola muy llamativa.
Al agarrarla y observar, le di varias vueltas colocando mi dedo índice justo donde estaba el gatillo, para darme cuenta de sorpresa de que ésta arma no tenía uno, sino dos. Me sorprendí tanto que tuve que leer la información recogida en una pantalla posicionada al lado del podio para entenderlo mejor, y tan pronto comprendí lo que decía, miré a Atlas entusiasmado. ”¡Almirante, almirante!” exclamaba en voz baja pero de manera entusiasmada, ”¿Puedo quedarme con esto? No sé si realmente funciona… tiene pinta de ser un prototipo pero, ¡se ve muy cool! Quizás nos vendría bien.”. Sonreí y a la par la reemplacé por mi pistola original, la cual coloqué en la parte trasera de mi pantalón y dejando la pistolera para la nueva adquisición.
Revisé un poco más la sala y, al no ver nada más, salí con dirección al terminal de nuevo para encontrarme a Caín, estando éste revisando los datos de la misma. No sé si en ese preciso instante me observó, pero yo le sonreí un poco para interpretar simpatismo, no quería llevarme mal con nadie y la situación era lo bastante tensa como para que encima haya malos rollos. Tanto el almirante como él se pusieron a conversar, y en medio de la charla comentaron algo sobre los datos del lugar, ¡eso es!
Quizás no serviría mucho en combate, pero sabía de algo que se me daría bien, recopilar información. No pedí permiso, pero durante la distracción de ambos agarré la tapadera de una de mis antenas y, como había hecho anteriormente, me conecté a aquel terminal que parecía estar más preparado que ningún otro. El logo desconocido para mí volvió a aparecer y después de éste, toneladas de archivos en el root principal. Inicie la descarga, haciendo que cogiera una velocidad importante y, sin demorar más de medio minuto, toda clase de datos estarían dentro de mi sistema operativo, bien guardados en un subapartado.
En ese preciso instante me sentí más bien como un tanque de almacenamiento digital que como una persona, cosa que me extrañó un poco e hiciese replantearme varias cosas sobre mi mismo.
En cuyo caso, agité la cabeza y me desconecté del ordenador rápidamente, no era tiempo para distraerse con ese tipo de cosas, las cuales podría pensar una vez estuviese sano y salvo fuera de aquel extraño planeta. Colocando la tapadera de mi antena, me puse al lado de mi almirante. ”Podríamos recoger todos esos datos y a la vez evitar que caigan en malas manos destruyendo este lugar, de hecho, ya he hecho una copia de seguridad y todo lo que tiene relevancia está aquí dentro.” dije dándome varios toques con el dedo índice en la frente. Miré a ambos un tanto nervioso pasado unos segundos, y miré al suelo arrepentido. ”... quizás no debería haberlo hecho por el peligro que supone, pero puedo eliminarlo todo si el almirante lo ordena.”
Escuché lo poco que pude del final de la conversación, y asentí seguro de lo que hacía. ”Lo mejor ahora… sí, sería salir de aquí. Yo voto por irme también de aquí pero...” al terminar la frase, miré a Atlas de reojo. ”Mi decisión va ligada a la del almirante. Si él decide quedarse, me temo que yo también.”