Bostecé y estiré sobre mi recamara mientras todos parecían estar tranquilos en la nave de aventuras en misión hacia algo que desconocíamos, y al mismo tiempo, sabíamos hacer desde toda la vida. Éramos mercenarios, luchadores, gente la cual contratan generalmente para pelear contra algo, aunque, bueno, solo tenía por sabido que íbamos a ir otro planeta el cual una de las compañeras había nacido, y debíamos buscar a alguien, y esperaban que llevásemos a esa persona de regreso con vida. Muy simple, ¿No? Suspiré y me levanté de un ligero salto, acomodé mi ropa para luego ir a caminar por el lugar junto a mi gran mochila de viaje, en la cual guardaba mi cola y simulaba ser humana gracias a la pulsera “mágica” y de tecnología. Era gracioso porque parecía ser la más débil con esta apariencia humana, y resultaba de tal manera, que siempre me ligaba alguna mirada, o comentario como “Oh, ¿Esta niña irá con nosotros?” “Pobrecita, debe haber sido difícil para ella llegar hasta acá…” pero… Como no me conocían, y tampoco a ellos, simplemente mantenía el perfil bajo y prefería simular humanidad y no generar una guerra dentro desde la nave. ¿Pero por qué me había encaminado a una misión así? Bueno… Mi dueña había dicho que era algo necesario así podíamos vivir mejor luego, que la recompensa, sería una forma de estar más tranquilas. No podía negarme, después de haberme librado, le debía…
Me senté en una de las tantas mesas de la nave para sacar una carta que me había llegado hace poco de mi tierra, y empecé a leer. Bla bla bla… Solo tonterías de negocios, y que estaban orgullosos de haberse deshecho de mi básicamente. Unos completos cerebros de metal rancio. Lo único que podía llegar a extrañar de allá, era la comida. A pesar de todo, los del laboratorio me alimentaban con comida rica, era algo… Especial para mí. Se me hizo agua a la boca y negué con la cabeza, tal vez no era el mejor momento para dejar salir mi yo verdadero. Arrugué la carta y me levanté para ir a tirarla, pero algo sonó horriblemente desastroso, y seguido, la alarma. Tambaleé y todo se volvió un completo caos. Vi gente correr, así como también otros siendo arrastrados, calculo que para irse de la gran nave a las cápsulas. Miré a mí alrededor, tratando entender de qué se trataba tanto ruido y observé con calma desde la ventana. Había otra nave, y ese seguramente había sido el origen del problema. Corrí por el lugar, esquivando lo que podía y tratando de mantenerme en pie mientras la nave giraba lentamente, pareciendo una licuadora y abrí la puerta de los pilotos. Ya no estaban. Genial. Me volví por donde venía y revisé la cantidad de capsulas desde el mapa de la nave. Ya quedaban pocas.
Suspiré por la nariz y por mi suerte, ya tenía todas mis cosas encima. Fue ahí cuando entré en consciencia y me pregunté dónde estaba mi dueña. Miré el mapa de nuevo y noté dos cápsulas solas. Maldición… Corrí entre medio del lío de artículos extraños a mí y ya podía sentir el fin de la nave avecinarse, y probablemente de mi vida también. Pasé por un gran pasillo, luego giré a la derecha y luego a la izquierda, como decía el mapa y allí estaba esperando, una de las dos cápsulas de emergencia. Que me perdone quien sea que se atreva a venir conmigo, pero… Me quité la mochila y dejé caer mi cola, para luego entrar casi de un salto y arreglarme el vestido mientras. Entre cerré la puerta y revisé los controles. Estaba todo listo. Levanté la vista y vi a la femenina felina cerca, por lo que la atrapé con mi cola sin pensarlo dos veces, y la metí hacia la capsula. Cerré todo y apreté el botón de separación. El sonido pronto nos abandonó y ahora solo había paz. No dije nada a pesar de que la contraria me había agradecido. Era raro pero, que esté subida a mi cola era… Algo que nunca había sentido.
Todo parecía estar bien, así que traté de relajarme lo más que pude, esperando que la cápsula haga algo inteligente, pero solo empezó a caer y caer, atravesando lo que parecía ser una especie de nube rara. Miré mis manos y estas parecían fallar, o mejor dicho, mi pulsera parecía fallar. Hice una mueca de disgusto y me sujeté fuerte para luego ver la inmensa arbolada. Era hermoso, una jungla, ¿No? Estaba emocionada, jamás había ido a una. Sonreí levemente y un primer golpe se notó en la cápsula, para luego ir chocando contra varias ramas, hasta terminar en la tierra, donde el impacto fue tal que me levanté de mi asiento y sentí más ligera la cola, solo por unos pocos segundos. Suspiré por la nariz y miré mis manos. Nada parecía funcionar. Me quité la pulsera y la guardé en la mochila. ¿Y ahora qué? La femenina se estiró y asentí ante su comentario. La verdad que si era agradable el lugar, o al menos por ahora. Es decir, era increíble estar en un lugar tan amplio y lleno de árboles tan salvajes. Era una selva, o jungla, o al menos eso me habían enseñado.
Desde las sombras de la nave, mi cola se levantó y golpeó un poco el tope de la cápsula, hasta que me levanté y salí, mostrándole por primera vez a la desconocida mi forma original. La miré con neutralidad y olfateé el lugar, no había nada. Lo que si creía haber captado era agua, pero no muy cerca. Me agaché a tocar el suelo y mis “cicatrices”, cambiaron a un color verdoso, como vivo y natural. Ahora sí, me había adaptado al ambiente. Me levanté con mis dos patas y observé a la femenina. Me acerqué despacio, como para que no se asusté de mí y me quité el vestido, arrancándolo con una mano, después de todo, no lo necesitaba. Abrí mi boca dejándola ver mis afilados dientes y estiré lentamente mi lengua hacia ella. Llegué a lamerle la mejilla, solo un poco y luego la retracté de forma veloz, casi automática. Olí como alrededor de ella y levanté el índice – Selina… - dije reconociéndola mucho mejor que la primera vez que la vi, lo cual fue desastroso para mi dueña – No se altere, soy su compañera… - estiré mi mano hacia ella y dejé caer mi cola, agrietando el suelo.