Eve se encontraba a la expectativa, miraba las puertas y ventanas de aquella estructura, fue fácil para ella ver aquellas dos pequeñas torres que se alzaban no más de tres metros por sobre el resto de la estructura, casi llegaba a ignorar a sus compañeros, se le hacía claro y evidente que ella sería como mínimo una de las encargadas de infiltrarse, la pregunta era “¿Cómo?” La muchacha entrecerró la mirada y escuchó un sonido en la distancia, había una sima demasiado grande como para saltar, dudaba que incluso el poderoso Belcross fuera capaz de aquella proeza. Aquel sonido era el del meca del intruso tronándose sus metálicos dedos pero desde esa distancia no podía sospechar su origen exacto, tampoco había sido muy evidente. Sirvió como para que tomara en cuenta que podían no estar solo, es decir: no tenían todo el tiempo del mundo.

Lo siguiente fue muy rápido, al parecer alguien había activado las alarmas. Las puertas se abrieron. Era la oportunidad perfecta para penetrar en el complejo sin embargo las torres seguían allí y parecían armadas con metrallas ¿De verdad Ispago esperaba que sortearan la comparativa a unos francotiradores con muchas más balas? No conforme con eso mirando la nieve había un movimiento rápido por debajo de esta. Sin duda estaban protegidos hasta los dientes. Eve cogió aire, Ispago fue el primero en partir, Eve la segunda pero mientras corría el transmisor para su pequeña sorpresa vibro, había nueva información “¿Una misión extra?” Pensó y observó a uno de los bultos de nieve acercarse a ella por el frente. Eve entrecerró los ojos, esperó y justo cuando la maquina se elevó ella se barrió, la nieve aún no terminaba ce caer al ella estar dentro del agujero y con su velocidad salir por detrás del screamer quien normalmente la hubiera seguido pero pareció distraerse con Ispago quien hizo explotar a las unidades mecánicas “Sutil” Pensó de manera irónica, pero su deber era otro, observó como una de las ametralladoras de las torres disparaban en dirección a la explosión por lo que se cubrió en un montículo de nieve.

Volvió a sacar su transmisor y leyó bien sus indicaciones “Conseguir una muestra del material radioactivo excavado. Hay un contenedor al pie de la mina”Ponía el mensaje, o al menos la más importante. El detalle era que no podía ir a la mina e infiltrarse en menos de cinco minutos, mucho menos con aquellas torres. Miró al frente (dirección opuesta al complejo) y observó a uno de los Guardians corriendo a una velocidad envidiable brindando apoyo de alguna manera indirecta. Le hizo una seña para que se acercara y se cubriera. —Al pie de las minas hay un contenedor, pequeño. Necesito que me lo traigas. Después entra— Le ordenó de manera algo tosca, era una maquina al fin y al cabo. Ya tenía una idea de que hacer.

Al parecer en el interior estaban muy distraídos con Ispago que ya había entrado por lo que la mercenaria tomó la oportunidad de carta blanca para entrar. Una vez dentro lo primero que hizo, observando a las personas desmayadas en el suelo, fue voltearse y mirar hacia la puerta, había un pequeño botón pegado a la pared para que se abriera. Eve sabía un poco de esas cosas, la instalación parecía vieja así que el mecanismo debería ser simple. Sacó su cuchillo y lo clavó en la pieza de metal que rodeaba al botón y haciendo palanca la sacó. Una vez fuera observó que a la puerta se conectaban tres cables, uno blanco que venía de otro sitio, debía ser el mecanismo de seguridad, lo que la hacía abrirse cuando sonaban las alarmas, era un cable fino de color blanco, un cable rojo que conectaba al botón, ambos conectaban al mismo punto por lo que no debían tener alguna otra utilidad y un cable grueso de color negro, ese debía ser el control de la energía. Eve metió su mano en el agujero de la pared y jaló el cable de la energía hasta notar ausencia de resistencia: lo había arrancado, ahora las puertas no se cerrarían dándole tiempo a Belcross de llegar.

Miró a su izquierda, el Guardian había regresado con el contenedor, sus dimensiones eran muy pequeñas, podía fácilmente parecerse al estuche de unos lentes a excepción de su evidente apariencia metálica, estaba bien ya que a final de cuentas las muestras científicas no eran muy grandes. La guardó en su bolsillo. —¿Te vieron?— y el ser mecánico respondió con la misma voz que Eve pero de forma informática —No. Todos los civiles de la zona evacuaron. No había sensores.— La pequeña asintió con la cabeza pero su trabajo no había terminado, le hizo una seña para que la siguiera. Caminaron por el lado y subieron unas cortas escaleras en un pasillo hasta la primera torre. Había una puerta con acceso a tarjeta, parecía muy gruesa para la fuerza de Eve —¿Puedes hacer algo con esto?—

La máquina, sin sentimiento alguno, se acercó al lector de tarjetas. Era viejo, muy viejo. Pasó su cuchilla térmica por la rendija por donde se debía pasar la tarjeta pero antes de hacer nada la puerta se abrió y salió un hombre, su traje era negro y estaba armado con una pistola, la placa dorada en su pecho indicaba que era de Sirius y aparentemente estaba dispuesto a matar por la compañía. Al parecer esperaba a alguien muy alto ya que su arma apuntaba por sobre la cabeza de la mercenaria, una decisión mortal ya que eso pe permitió a Eve avanzar y apuntar a su garganta con su cuchillo pero el sujeto parecía tener algo de habilidad ya que abrió su boca, tal vez intentaba detener el cuchillo con sus dientes (o intentaba gritar) pero en medio del trayecto la hábil mano de Eve volteó el cuchillo cuyo filo ahora apuntaba hacia la derecha. La mano de la mercenaria rápidamente se movió hacia esa dirección cortando la mejilla del sujeto en dos, dejándolo acostado en el suelo, lamentándose del dolor, incluso con la mano que portaba la pistola.

No perdió tiempo, podía ver como sufría un rato más pero tenía trabajo que hacer. Antes de que volviera a recordar su existencia el pie de la saphirdrache se posó en el cuello del guardia. Ahora veía su cara, era joven, tendría unos veintipocos años, pero había intentado dispararle, si seguía vivo podría perjudicarla más adelante, con la fuerza de un poderoso pisotón sonó como su vertebra se rompía y dejaba de moverse. La menor suspiró aliviada y miró a los ingenieros que manejaban las ametralladoras, la miraban impresionados, tenían uniformes de empleados y en sus caras se notaba que no querían problemas. —¿Hubo otra alarma?— Preguntó la pequeña dando un paso dentro de la habitación, todos al unisonó negaron con la cabeza, uno intervino —Solo sonó una que se aproximaba alguien… Supongo que tu…— volteó a ver al Guardian que esperaba instrucciones —Ustedes… No sé qué quieras hacer pero lo material se recupera… Solo déjame ir a casa con mi esposa. Puedes hacer lo que quieras con esta porquería de lugar— le pedían a Eve que tuviera piedad, todos eran bastante robustos y estaban en sus cuarentas, parecían serios en aquello de solo querer irse. Eve consideró que matarlos sería entretenido pero eso debería hacerlo en su tiempo libre, en ese momento tenía algo que hacer. Caminó hacia una de las ametralladoras, un grueso cable la conectaba a la pared. Tiró del cable desde la máquina y el mismo salió tras un par de segundos, de esa manera si querían repararla tendrían que abrirla primero. Los ingenieros imitaron a Eve inhabilitando sus armas como signo de paz —Déjalos salir— Le dijo a la máquina que se hizo a un largo y los hombres salieron corriendo en dirección a la nieve mientras Eve tomaba la tarjeta de acceso total del pecho del guardia y fue a la segunda torre, esta vez el guarida estaba esperando tras la puerta, preparado para actuar pero Eve fue más rápida, una sola puñalada a la altura del vientre y cayó. Los empleados pacíficamente imitaron a Eve e inhabilitaron sus torretas una vez más para irse de regreso a casa mostrándose agradecidos. —Ve al ascensor.— Su mano enguantada en aquel extraño traje limpió el sudor de la frente de la chica de cortos cabellos. Caminó hasta donde estaban cargando aquel mineral, al parecer los que lo manipulaban portaban guantes por lo que la pequeña tomó los de uno de los hombres en el suelo.

Al acercarse a la caja abierta sentía como un cosquilleo acariciaba su cuerpo completo, sentía la energía radioactiva atravesándola. No sería mortal si no se quedaba mucho tiempo. Tomó con el guante un grupo de fragmentos del material que iban a ser cargados y abrió el contenedor, este soltó humo de hidrogeno líquido, al parecer los criogenizaba para evitar la radiación. Latió el metal dentro y lo cerró, cuando se alejó ya no sentía radiación de la habitación de del contenedor que ahora estaba seguro en el bolsillo de su abrigo, a final de cuentas aquellos hombres seguían vivos tras trabajar diariamente con el material, unos segundos de exposición no eran nada en comparación. Eve llegó al ascensor y notó que en su propia mano se notaba la sangre de la puñalada al segundo guardia y en el suelo, descansando, estaba Ispago y asumiendo que lo ocurrido en el lugar era su causa los cuestionó —No vas a sacarlos de aquí. Morirán igualmente por la explosión— aclaró en voz baja, ahora solo quedaba esperar a que la puerta se abriera.

La mente del chico-gato estaba en el vació absoluto, no había nada que hacer excepto esperar al ascensor y a su aliada temporal, aparte de eso nada. No habían noticias de la actividad del otro intruso que había sido la causa de este plan a la desesperada, además parecía que todo iba bajo relativo control >De aquí nada esto se va a complicar aún más, mejor prepárate< Se dijo a si mismo, aunque este pensamiento esporádico se desvaneció en la nada de su mente. El ruido causado por unos asustados hombres que salían de no se sabe donde retornó la mente de Ispago al flujo de teoría y planificación que se esfumó >Parece que Eve se ha encargado tanto de la puerta del ascensor y de las torretas, dos problemas menos, necesito un as bajo la manga, mejor nos reunimos<. Encendió su PDA y sin complicarse la vida dicto nuevas ordenes -Aviso que Eve y yo hemos llegado al ascensor, bajaremos de inmediato. Eve ha desactivado las torretas y a desactivado el sistema de cerrado del ascensor, así que si podéis id aquí y bajad, si no podéis bajar quedaos a vigilar la zona, si os es posible id colocando las balizas- Finalizó sin pensar nada mas a decir.

-Con suerte algunos quizá se recuperen, alguno simplemente parece estar en estado de shock- Comentaba a la pequeña chica de frío corazón y mirada- Quizá se pueda levantar y, ¿Sabes qué? Paso de engañarme a mi mismo- Se dijo a sí mismo, sin fuerzas ni ganas para aguantar su auto-compasión para ocultar su naturaleza- La mayoría vio como solo atacaba a los robots y a los que me atacaban, de los demás pasaba por completo, al parecer trabajaban de forma voluntaria, es decir no los obligaban a trabajar a base de punta de cañón sino que curraban por la pasta, así que si decidieron jugarse su vida por unos cuantos billetes no voy a morir de pena por su pérdida- Concluyó Ispago, mientras se erguía para continuar, acto seguido dio media vuelta y con un gesto indicó a la mercenaria que le siguiera.

La espera durante el trayecto del ascensor se hizo molesta, demasiado larga como para simplemente prepararse para continuar, y a la vez, demasiado corta como para poder acabar de recuperar el aliento, las heridas del chico-gato ya se habían convertido en simples marcas grises de aspecto abultado así que no podía hacer mas por su cuerpo aparte de evitar más golpes. Por la mente de Ispago pasaron algunas teorías de que aparecería al abrirse las puertas y como continuar, pero por suerte lo único que le sorprendió fue la absoluta falta de medidas de seguridad activas.

Un robot que seguramente sería del mismo modelo que los que les atacaron estaba el un rincón avanzando y tirando hacia atrás ignorando todo lo que pasaba a su alrededor, medio cargador bastó para asegurarse que no sería un problema después. Mientras avanzaban un trabajador con pinta de científico o similar apareció a dos metros de la extraña pareja de asaltantes, armado con una tubería suelta. Ispago le apunto y espetó una frase medio-escuchó basándose el la conversación que había tenido Eve con los guardias -Suelta el arma, túmbate cuenta hasta quince y corre por tu vida o despídete de ella- El hombre tardó un par de segundos en asimilarlo, pero en cuanto sus neuronas acabaron de procesar la información tiró el arma mientras se dejaba caer al suelo sin preocuparse demasiado del golpe.

La trayectoria no tubo mas incidentes excepto dos o tres personas mas con quienes usó la misma táctica, con suerte solo uso una bala ara amenazar a un joven entusiasta que acabó llorando en un rincón. Mientras avanzaba siempre intentaba colocarse en un punto donde Eve estuviera visible, intentando a la vez que no se notara para evitar la desconfianza que le ocasionaba el perder de vista a una asesina en potencia.

Tras un rato por fin llegó a la sala de investigación, llena de múltiples ordenadores y pantallas mostrando múltiples formulas y imágenes que Ispago desconocía por completo, también destacaban ciertas maquinas que estaban tiradas por ahí, seguramente el personal debió huir dejando todo a medias para salvarse. El que parecía ser el servidor, que contenía toda la información era de aspecto cuadrado con los bordes redondos, tenía un aspecto simple que contrastaba con toda el resto de instrumentos cargados de cables, y demás adiciones que sobrecargaban su aspecto bizarro.

Sin pensarlo conecto el aparato que Ispago traía al servidor, siguió los pasos que había practicado una y otra vez en la S.S. Sulaco para asegurar que el aparato haría su trabajo de forma eficaz, tras unos segundos de espera con una pantalla de carga tan simple como eterna varias ventanas iban apareciendo y desapareciendo, todas tituladas con un nombre en clave de un informe, experimento y anotaciones del personal que solo pudieron ser leídas a medias por los gatunos ojos de Ispago, finalmente apareció el mensaje que en cuestión de diez segundos la operación de traspaso de datos se completaría.

-En nada tendremos los datos, prepárate para ir poniendo las balizas, si tienes un plan de escape para evitar esos robots, bienvenido sea- Comento para acabar con el silencio de la sala.

Tal era su rabia que no fue capaz de distinguir a la población civil de los guardias armados de la propia base enemiga. Cuando Belcross termino de destruir la torre y toco el suelo de la base comenzó a mirar a su alrededor, los cuerpos de los civiles ahí y sus manos manchadas simplemente le hicieron recordar lo que paso ese día en Kataphraptos. Su rabia aumento considerablemente, al punto que todas las marcas de su cuerpo comenzaron a brillar en un tono escarlata brillante, sus ojos ahora eran de un tono completamente blanco y brillaban con un fulgor del mismo color. Un sonido capto su atención en ese mismo momento, el chirrido de esas asquerosas cucarachas metálicas, habían entrado a la base. Varios se le lanzaron encima e intentaron cortar su cuerpo, como habían hecho con anterioridad, pero estos simplemente soltaban chispas. La resistencia del Vajra había aumentado tanto que las hojas giratorias de los Screemers solamente soltaban chispas sin poder perforar la dura piel.

Belcross movió violentamente sus dos brazos, chocando los puños de ambos y liberando una fuerte onda de choque a su alrededor. El mero impacto fue lo bastante fuerte para destrozar a los robots que tenia encima. La energía del mantra se acumulo en su pierna derecha, y comenzó a caminar hacia adelante, dio un fuerte pisotón que libero esa energía directamente en el suelo. Eso libero una onda expansiva que termino por destruir los Screemers que tenia cerca y estaban bajo tierra. Alzo la mirada y notaba como las puertas estaban ya cerradas. En su memoria estaba la de abrir una salida para los demás compañeros de la misión, de lo poco que recordaba en ese momento al estar inmerso en su ira.

Comenzó a correr hasta la enorme puerta de metal, cuando estuvo a escasos tres metros salto hacia la misma, con el hombro hacia adelante como si fuese el placaje de un jugador de football americano. El impacto fue tan fuerte que arranco la plancha de metal de los soportes y dejo la salida de la base completamente abierta. Pero eso no acallaba los chirridos de esas asquerosas maquinas que estaban constantemente zumbando a su alrededor. Belcross se limito a golpear y destrozar cualquiera de esos robots con complejo de cirujano que se le lanzara encima. Debia mantener la salida despejada para que salieran sus compañeros y luego de eso, si lograba calmarse lo suficiente podrían regresar a la nave que los había traído.

La primera oleada de cañones de Kongou fue mandada hacia la nave no identificada, ella ni siquiera estaba guardando nada de su potencia, todo a tope contra una nave, despues de todo ella no sabia como iba a reaccionar, si lo esquivaria o tendria algun tipo de matriz defensiva, sin embargo, la joven no se quedaria alli, despues de la primera rafaga, detras lanzo una parte de su primera ronda de misiles, junto con 2 torpedos corrosivos, un poco exagerado para una nave de proporciones un tanto pequeñas.

En la distancia ella pudo apreciar multiples impactos y explosiones y finalmente los bucles de las ondas expansivas de las ojivas de tanatonium, la señal habia desaparecido, aunque no estaba segura si era solo interferencia por el campo magnetico que creaban a veces los torpedos o si realmente lo habia despedazado, como fuera, ya no era un peligro por el momento sin embargo siempre mantuvo activos sus sensores de proximidad de largo alcance, ella sabia que habia hecho mucho ruido, por lo que podrian ir a buscarla.

Ahora la atencion de Kongou se centraba nuevamente en el planeta, el equipo de tierra estaba avanzando mas rapido de lo que ella habia calculado, por lo que ya era tiempo de decodificar las señales de las balizas, asi como cargar su municion especial, colocandose de lado hacia el planeta, todas sus torretas se giraron para apuntar a tierra, los barriles se modificaron un poco, haciendose un poco mas largos y cerrados, al mismo tiempo las lanzaderas de torpedos de adelante y atras cargaban ojivas de tanatonium especiales, un torpedo diseñado para realizar bombardeos planetarios, con una carga de tanatonium mucho mas condesada, el "planet killer" fue el nombre con el que bautizaron esa arma, aunque no es capaz realmente de destruir un planeta, puede destruir ciudades enteras en superficies. Mientras tanto los cañones cargaban municion fisica, algo parecido a un enorme clavo, estos en lugar de explotar, usan la fuerza sinetica que ganan en la caida para destruir sus objetivos al romper la corteza terrestre.

Una vez hechos los preparativos de bombardeo, la joven se limito a esperar la señal, asi como estar alerta ante cualquier posible amenaza, en aquel momento se encontraba semi-vulnerable, regresar sus cañones al modo normal seria dificil y para hacerlo rapido, tendria que disparar la municion fisica, sus misiles y el campo klain eran todo lo que la protegian por el momento.

Lo cierto era que si bien no tenían una horrible opinión de él, de entre aquel grupo de personas que por primera vez se reunieron en la estación espacial no se esperaba terminar en la parte final de una misión con Ispago aunque debían entender de entre quienes estaban en aquella misión era, junto a ella y aquellos guardianes desplegados por la inteligencia artificial los únicos que podían caber en el ascensor, de hecho, no todos podían entrar a la vez por lo que antes de entrar le hizo una seña al robot de que no entrara, en realidad, hubieran tenido constantes problemas para moverse (y eso que no consideraba el peso que tal vez podría tener el ser de metal).

―¿Te preocupas de lo que piensen que hiciste?― esa fue su respuesta ante lo que le había explicado el rubio. En muchos sentidos se pensaría que se trataba de una pregunta retórica, un recurso del sarcasmo para hacerle ver que aquel modo de pensar era inútil pero aquella era una pregunta sincera de algo que no podía computar en su cerebro, típico e incluso natural considerando que ella no sentía ya no arrepentimiento sino interés alguno en haber matado alguna vez a una persona.

Una vez las puertas del elevador se abrieron Eve dejó al líder de misión pasar primero y pudo ver aquellas heridas hinchadas alrededor de su cuerpo, al parecer había tenido suerte con las torretas. Ya estando bajo tierra sintió como el aire gélido del exterior era reemplazado por un ambiente más cálido, en consecuencia, las marcas del traje blanco sobre su cuerpo y debajo de su abrigo se volvieron negras del todo, estando desactivado el método de calefacción. Observó en silencio mecánico a Ispago acabar con el único robot funcional a la vista. Por su parte Eve buscaba cámaras y encontró un par pero estaban no en el pasillo sino dentro de las habitaciones probablemente para monitorear experimentos más inestables.

El rubio avanzó pero la fémina se rezagó, sacó su cuchillo y solo para asegurarse cortó uno cable grueso de energía en lo que, en comparación a una anatomía humana, sería el “cuello” del robot. Después alzó la mirada, escuchó destrucción en el piso superior. “¿A qué viene tanto alboroto?” Se quedó en silencio unos momentos más, reconocía los molestos chillidos de los screamers, luego se detenían en un sonido de destrucción y a veces explosión así que sin duda algo debía estarlos destruyendo, tal vez limpiaban el camino. Escuchó la voz de Ispago advertir y luego los pasos apresurados de un sujeto algo mayor con bata de laboratorio dirigirse hacia una puerta, allí tuvo el encontronazo con la mercenaria. ―¿Por dónde salieron todos?― Tan cortante como siempre, el hombre con pasos más lentos caminó a una puerta  que abrió con su tarjeta de identificación que conducía a un corto pasillo terminado en escaleras de mano. ―Lleva fuera del complejo… ― La muchacha le quitó la tarjeta al hombre y lo escoltó a la salida para asegurarse que no estuviera vigilado, conducía a unos casquetes de hielo a pocos metros del complejo, desde allí pudo vislumbrar el desastre de Belcross. “Las balizas” Recordó y bajó.

En el camino se encontró con otros tres individuos y los dejó marchar, ya tenía otra tarjeta, esta vez de alguien que trabajaba allí abajo por lo que debía ser suficiente. Era lógico que hubiera una salida de emergencia no solo en caso de ataques sino que un simple corte del generador de luz sería problemático de esa manera. Tardó poco en alcanzar a Ispago, ya estaba casi frente a la puerta cerrada que conectaba al servidor. En silencio lo adelantó y abrió la puerta con la tarjeta, cosa que hizo que la placa de metal se moviera ante la presencia de ambos. Una vez dentro se sacó de los bolsillos las balizas que había tomado de la nave de aterrizaje. Instaló la primera en la pared junto al servidor que Ispago hackeaba pero no la activó ya que fue haciendo lo mismo fijando las demás en las paredes y el suelo en la habitación y los alrededores de la misma. ―Los científicos se fueron por una escalera de emergencia, los robots no son un problema― gracias a la atribución de Belcross por supuesto.

Miró al servidor, totalmente operativo, casi toda la información estaba copiada y tenían una salida asegurada. No tenía quejas, solo tenía que activar las balizas cuando salieran e irse. Aunque eso la hizo pensar una cosa. Sus reptilianos ojos plateados se fijaron en Ispago ―¿Cómo vamos a salir del planeta?― No contaba con que aquellas naves en las que llegaron estuvieran en condiciones de llevarlos de vuelta. Se llevó la mano al bolsillo del abrigo, allí estaba la muestra que le habían pedido, eso significaba que era momento de comenzar con el pillaje. Abrió unos cuantos cajones “Papeles inútiles” hasta que encontró algo. ―¿Qué es esto?― Preguntó palpando el objeto sin en realidad accionar nada.

Definitivamente, la cosa no podía ir peor.

Ver el mensaje que la copia de documentos se detuvo al 75%, le causó un ataque de rabia, que solo fue calmado tirando un par de aparatos al suelo y pisoteándolos hasta que notó un temblor más notorio que el resto, suficientemente fuerte para no ser una explosión de un barril cualquiera, y no parecía concentrarse en un punto en concreto, así que la opción de que fuera un golpe de Belcross, fuese lo que fuese iba a complicar aún mas las cosas.

El nuevo mensaje que recibió en su PDA, le dejó con la boca abierta un par de segundos, que en esta nueva situación, valían la vida de todo ser vivo en la instalación.

Volvió en si y abrió el panel de comunicaciones de su PDA,  mientras empezaba a correr hacia la salida y hacía un gesto a Eve para que la siguiera, su pregunta, aunque interesante, tenía que esperar.

-Gente, resumiendo, de aquí 15 minutos un meteorito caerá en la zona, y la única vía de escape posible es una lanzadera , os envío su situación en la PDA- Miró de reojo la zona, aunque no había pasado por ahí el caos reinaba por doquier, papeles, armas, ropa, y sacos con kilos de billetes estaban desparramados por el suelo, además manchas de sangre o directamente personal aplastado por una muchedumbre inundaban la zona con el hedor de sus restos. -Belcross y los robots de Kongou, dirigíos a la nave y literalmente bloquead la entrada a la nave como si fuerais un muro. Si alguien entra y llegaís antes que yo, Belcross, ocúpate de los intrusos como hostiles, pero ten cuidado con la nave, Kongou solo abre fuego en caso de necesidad extrema y solo si estas segura al 101% de que no causará daños a la nave, además por si acaso tus robots se quedarán aquí para controlar a la muchedumbre- Dijo entre bufidos, las heridas y el estrés empezaban a hacer meja en su cuerpo, notaba como sus pulmones empezaban a quemarse.

Los pasillos cada vez tenían más aspecto a un campo de batalla, ya fuera por los temblores, explosiones, la muchedumbre o vaya a saber qué todo estaba en ruinas, cables sueltos iluminaban la zona con sus intermitentes crispidos, cada vez había mas victimas, entre ellas soldados convertidos en papilla por gente que por sobrevivir estaban dispuestos a sacrificar todo lo que tenían, vio un megáfono y una pequeña idea cogió forma mientras Ispago lo cogía.  

Llegó a la zona, y lo primero que izo fue ir saltando de parapeto en parapeto para evitar conglomeraciones de gente, esperaba que Eve le siguiese y no se abriera paso a su manera, mas muerte solo complicaría mas las cosas.

Se puso delante de la nave y sacó las garras de su mano para alejar a algunas personas que estaban  dentro del vehículo, miró el interior de la nave, no parecía dañado y contando la mercenaria, Belcross y él aún había espacio para cinco personas más.

Encendió el megáfono y lo puso delante de su boca, inhaló y empezó a gritar- Escuchadme! Todos! En 10 minutos nuestras naves os recogerán- Mintió sin remordimientos- Nosotros, los nuevos jefes de esta instalación tenemos prioridad a evacuar a los superiores de aún sigan con vida-siguió mintiendo sin cambiar su expresión-  Hay 5 puestos libres en esta nave, si alguien muestra alguna identificación para demostrar su cargo podrá ser evacuado ahora junto a otra persona a su elección tenéis 3 minutos, cualquier intento de entrar a la nave sin mi permiso será un acto de rebeldía castigado con una ejecución al instante. Repito en 10 minutos todos seréis evacuados, si queréis asegurar un buen sitio colaborad ahora, si intentáis algo mas moriréis.

La gente empezó a apartarse poco a poco de él, algunos le habían visto actuar y sabían que no bromeaba respecto con lo de matar. Entre empujones, salió un hombre de unos 30 años tirando de la mano de una joven algo más joven que él, entre tosidos dijo- Soy el superior en la investigación de minerales de aquí- Mostró su placa de identificación y señaló a su acompañante- Ella tiene un alto rango en el área de procesamiento, somos lo mejor que puede encontrar déjenos entrar-

Ispago sonrió al ver que su plan había funcionado-Está bien pónganse a mi lado, si en cualquier momento veo que hacen un movimiento raro os fusilo- Ambos asintieron y se quedaron a su lado abrazados -Eve- Ordenó sin fijarse si le podía escuchar- Ve arrancando la nave-.

No era consciente de la emergencia que los rodeaba, aquellas molestas maquinas no paraban de zumbar por sus oídos. Cada rato que permanecía luchando contra ellas su rabia iba creciendo, nublándose su vista y consciencia de lo que rodeaba la base. Nuevamente dio un fuerte pisotón, liberando la fuerza y la energía del mantra en la tierra, para rematar a los Screemers que estaban cerca de su cuerpo. De pronto no escucho mas, los chirridos habían parado, podría haber acabado con todos o simplemente se habían desactivad, no importaba realmente, por momentos tuvo la oportunidad de calmar su respiración. Su cuerpo dejo de brillar con esa intensidad y poco a poco su vista se recobraba. No tardo en escuchar la voz del comandante de campo – Ahora toca buscar – no tenia ningún PDA o comunicador sofisticado, lo único era un audífono en su oído derecho. Tuvo que guiarse por las personas corriendo para encontrar la nave.

Había un problema, según las palabras de ispago había intrusos hostiles. Miro a su alrededor y en el suelo estaba la plancha metálica de la puerta. La agarro y la enrollo como si fuese un periódico, se la cargo al hombro y comenzó a buscar la nave – Porque será que todo es tan predecible – Como no, había gente armada que apenas lo vio aproximarse a la entrada le disparo. Belcross usando su nuevo garrote metálico, se les aproximo. Estando más calmado las armas estaban haciéndole mella, no estaba lo bastante molesto como para que el mantra lo protegiera de los ataques. Arremetió y los bateo como si fuesen pelotas de Baseball, pintándolos contra la pared, no tenía la suficiente calma como para controlar su fuerza – No pasaran – Se planta golpeando el suelo con el garrote. La intimidación no era su fuerte, pero siempre por alguna razón, le salía bien, nunca entendió porque.

No pasó un tiempo muy prolongado antes que llegaran los de mas, hacer de portero no era de sus tareas favoritas pero en esos momentos era necesario. Ni bien apareció Ispago y sintió ganas de matarlo apenas lo escucho hablar, en pocas palabras había mentido a esas personas, se hizo pasar por un encargado y pidió credenciales a los demás para subir a algunos sobrevivientes. El vajra estaba haciendo un esfuerzo colosal por mantenerse quieto, y no aplastarle la cabeza al comandante con la puerta por lo que estaba haciendo. No pudo evitar exteriorizar su enojo, las marcas en su cuerpo se estaban haciendo mas brillantes y la mano con la que sujetaba la puerta enrollada estaba apretando mas el agarre.

Noto como algunos habían caído en el engaño – Yo vine a Edén para escapar de estas cosas - Pensaba el Vajra mientras subía a la nave detrás de esos trabajadores, soltando el garrote. Nunca dijo nada, mantuvo su mirada fija, evitando mirar al comandante, sentía que si lo hacía, le iba a soltar un puñetazo directamente en el rostro. Tendría que pasar un rato en la cámara anti bombas de la Sulaco, esperaba que aquel lagartijo tuviese repuestos, iban a quedar muy dañadas las pared

En realidad a Eve le importaba bastante poco el hecho de que Ispago se hubiera enojado y hubiera organizado un berrinche contra algunos aparatos, aporreándolos y pisoteándolos, ella tomó el objeto no identificado y se cargó con varias otras cosas de aspecto útil o costoso mientras, a su paso, colocaba las demás balizas. No podría llevarse nada luego de que hicieran explotar el lugar aunque por supuesto intentó no tener suficiente peso como para sentirse limitada. Una vez el otro se calmó lo que hizo fue tomar el sistema que pirateó el ordenador. Podría parecer una estrategia para hacer su vida más valiosa en base al argumento de “Yo tengo los resultados de la misión” pero en realidad lo hizo para que no se perdiera.

Una vez el teniente corrió la alien hizo lo propio tras de él, enterándose de la situación mayormente por lo que dijo debido a que, con el objetivo de seguirlo, no tenía tiempo de detenerse a leer el nuevo status. Las máquinas de Kongou se les adelantaron con su velocidad mecánica y se colocaron frente a la entrada de la nave secundando a Belcross en sus cuestionables intentos de intimidación. Eve, por su parte, una vez el rubio desapareció, tuvo que encontrarse con un tumulto de gente armada, desconcertada por el chico que desaparece y con conocimiento del sujeto enorme que aporreaba una plancha de metal por lo que acudieron a ella con preguntas.

Eve, en un principio, pensó en decir lo que sabía, llegó incluso a agotarse de esos sujetos y pensar en matarlos a todos pero eran muchos así que decidió no hacerlo. Intentó inventarse una buena mentira pero simplemente no estaba acostumbrada a algo así. Solo se abrió paso en silencio, algunos querían intentar secuestrarla o amenazarla para ver si lograban salir sin embargo, además de ser una idea terrible, algunos los detenían con excusas moralistas del estilo “Es solo una niña”. ―Vendremos por ustedes. Tenemos que irnos para pedir más naves― terminó diciendo cuando estaban subiendo la voz. Eso pareció satisfacerlos e incluso le abrían un pequeño espacio según pasaba hasta llegar al lugar y que, por pura suerte, Ispago dijera por el megáfono algo similar. Con los dos anuncios los ánimos se calmaron un poco, Eve pasó menos de un minuto antes de que Ispago le ordenara ir encendiendo la lanzadera, cosa que silentemente acató.

Eve si bien no era para nada una piloto era una mecánica, no podía encargarse de ningún tipo de misión de combate o un viaje bastante largo pero tan solo sabiendo cómo funcionaban las piezas mecánicas, especialmente en un modelo algo antiguo como ese, podía hacerlo llegar a donde quisieran. Quitó los seguros que mantenían la lanzadera en tierra y abrió la compuerta que conducía al exterior. Entró a la nave e inicializó los sistemas sentándose en la silla del capitán, hacía un frío terrible en aquel planeta por lo que esperó otro par de minutos a que las turbinas se calentaran y la maquina comenzara a intentar elevarse, fue allí cuando observó a Ispago y a aquellos dos individuos desconocidos tomar los asientos faltantes.

La lengua de Eve sobresalió levemente de sus labios, siendo mordida por sus dientes, un tic que incluso ella desconocía que hacía al hacer algo muy difícil o estar concentrada y eso era lo que hacía cuando manualmente hacía a la lanzadera salir de la edificación y luego alzarse. Estaban a contratiempo, lo sabía y por eso intentaba elevarlos lo más rápido posible. Cuando salieron de la atmosfera todo por un momento intentó flotar hasta que la mercenaria activó el control de gravedad con un botón. Seguidamente, esperándose un viaje corto y tranquilo activó el autopiloto. Estaban fuera del tiro de Kongou por lo que se levantó y dejó el pirateador en el regazo del líder de misión. Miró a tanto él como a Belcross ―Terminamos nuestra parte― en casi un anuncio y volvió a su silla, poniendo en una pantalla pequeña, para que solo ella pudiera verla, un plano del planeta alejándose lentamente. Sabía lo que iba a suceder y sus ojos estaban hambrientos por verlo.