-Esto va a ser muy díficil, ademas me va a costar un ojo de la cara-Pensó en voz alta Ispago, el informe de su nueva tarea era de esas misiones que o las cumples con éxito o acabas muerto, no había un termino medio. Por tercera vez Ispago se releyó el mensaje, por suerte esta vez se habían ahorrado todos los formalismos, la introducción y normativa de siempre.
Mensaje:
-Teniente extra-oficial Ispago, por múltiples circunstancias que el gobierno de Edén desconoce o cree que no tiene motivos necesarios para explicar se las a usted, se ha detectado que la nave general de mercenarios "Money of Death" ha aparecido en las  coordenadas  XC0-021X, para su información es una zona con múltiples asteroides con minerales preciados, El gobierno de Edén ha pactado un tratado comercial y de paz con las organizaciones de la zona.
-Nuestros últimos informes relatan como la nave parece haber sufrido daños en su maquinaria y por eso no puede viajar a ultra velocidad, el problema esta en que han empezado a atacar a las colonias mineras.
-El gobierno de Edén no puede enviar su flota, el tratado se lo impide, pero quiere proteger las colonias mineras, la industria de maquinaria experimental de Edén necesita esos minerales.
-Su misión será infiltrarse en la nave y destruirla, acabando con cualquier hostil. Si es posible capture a su general, se desconoce todo sobre él excepto que lleva un tatuaje de una moneda en la frente y su apodo es "Bloody Money".
-Condiciones de la misión: No puede usar su nave ni ninguna relacionada con Edén, evite usar los activos de Edén a toda costa, evite herir a civiles.
-Permisos: A excepción de cualquier cosa que contradiga las condiciones o el objetivo de su misión es TOTAL.

Ispago sabía que necesitaba ayuda para entrar en la nave, a ser posible haciéndose pasar por un mercenario o alguien que le quiere contratar, así que cogió su PDA, buscó en sus contactos y llamó a Q. un agente doble que se hacía pasar por mercenario, a Ispago le ha sido útil un miliar de veces para buscar a alguien que le ayudara en tareas poco legales.
-Q. Que tal? Necesito que pongas un anuncio para mercenarios, que sean fiables y muy buenos, que el anuncio sea algo tipo "Se busca mercenario, destino de la misión XC0-021X, que pueda adentrarse junto a un acompañante en la nave Money of Death de forma pacifica, objetivo asesinato múltiple, secuestro y destrucción de un gran objetivo, alto riesgo, bien pagado después del cumplimiento de la misión y cuando el "acompañante", véase yo, esté seguro.

Hablaron un poco de sus cosas y de que iba la misión, después de contar unas anécdotas de cada uno para pasar el rato Q. le dijo- Parece que ya hay alguien que se ha interesado, no tengo toda la información sobre quién es pero tiene fama de cumplir sus objetivos de forma eficaz. Ya sé que quieres entrevistar a tus posibles compañeros en persona, así que le he dicho que estarás donde siempre, llevando mucho rojo en tu ropa y con algo negro que destaque.

Ispago, se preparó para ir donde siempre, un bar alejado del centro, tranquilo, con poca gente y sin demasiadas cámaras. Cogió su sombrero rojo junto su larga gabardina a juego, para el detalle negro decidió pararse a medio camino en una tienda barata que venían de todo, y decidió comprar un ramo de flores negras de lujo.

Al entrar en el bar se sentó cerca de la puerta en un sitio que le daría privacidad pero era visible, y con el gesto de siempre pidió un vaso de vino y sacó un libro que tenía a medias, esperaba que el mercenario viniera pronto, odiaba esperar casi tanto como conducir.

Las palabras “Ultra secreto” o “Máxima Seguridad” en cuanto a información en realidad eran muy difíciles de decir sin que una persona con algo de conocimiento en el área se riera en tu cara, comenzando por los hackers y programadores y terminando por los periodistas. Aunque sea cierto que con esfuerzo y poder puedas mantener algo alejado de la conciencia pública lo cierto es que siempre va a haber alguien que lo sepa y alguien con tanto o más poder que aquel quien la oculta dispuesto a pagar por ella, lastimosamente ese no era el caso del llamado “Money of Death” del capitán apodado Bloody Money, quien fue atacado por una flota de otro sistema que iba camino a una guerra y con daños en sus motores y otros sistemas se escondieron en un territorio donde las grandes flotas no podrían llegar, si, el desgraciado era listo, sabía muchas cosas las cuales le permitían estar siempre un paso adelanta.

Semejante fallo  había sido la comidilla de los criminales y otra escoria de la sociedad durante algunos días aunque eso en realidad no le interesaba a Eve, la “joven” y talentosa mercenaria. La muchacha en esos días no tenía un nuevo trabajo ni asuntos personales con los que entretenerse así que había estado bastante tranquila, casi desaparecida. Se encontraba en su “guarida”, un espacio en medio de un edificio residencial que conectaba con un callejón. Haría muchos años sería el basurero del edificio (de hecho, el nuevo basurero quedaba cerca de su escondida entrada) pero con su tiempo en Eden la muchacha lo adaptó teniendo incluso acceso al baño de uno de los apartamentos el cual no estaba ocupado desde haría muchos años por ausencia del sueño. El infantil cuerpo pálido y desnudo de la chica volvió a su “hogar” por medio de la ventana del baño y se fijó en un mensaje en su laptop, puesta en una mesa y conectada a un tomacorrientes. Su cabello aún estaba mojado pero no se interesó en eso y leyó, era un mensaje de otro mercenario, lo llamaban “Quest” debido a que siempre les daba trabajo, casi siempre con cosas relacionadas con la armada de Eden. Varios jefazos del mundo criminal sabían de él pero no le daban importancia al ser una fuente de empleo mientras que a los mercenarios como a Eve les traía sin cuidado. No eran intrínsecamente “criminales”, no estaban en contra de Eden o su gobierno, simplemente eran una fuerza alterna a la armada o los oficiales que cobraban por sus servicios ¿Eran capaces de cometer crímenes? Por supuesto pero siempre había un zorro listo que decía “Si un mercenario mata a 100 hombres es un monstruo pero si un soldado mata a 100 enemigos se convierte en un héroe”

“¿Qué tal Ice Queen? Tengo un trabajo especial. ¿Ha escuchado lo de Bloody Money? Hay alguien importante interesado en eso y tu perfil es perfecto para el trabajo. El joven va a pagar muy bien y dice que hay que matar a mucha gente. A ti te gusta eso ¿No? Dice que también debes entrar de forma pacífica” Decía el mensaje, no era formar ni mucho menos, sus dedos se deslizaron por el teclado y escribió de regreso “Dame detalles. Cual es el pago? Que tengo que hacer exactamente?” y la réplica inmediata fue “Es de confianza pero quiere verse contigo ¿El Bar Fate está bien?” podía parecer sospechoso pero la mayoría de los trabajos eran así, siempre existía la posibilidad de que fuera una emboscada y los mercenarios más imponentes eran aquellos que a pesar de ser emboscados se salieran del lugar “Estare allí” y subió un poco la mirada, aquella era una página de otro planeta para contratar mercenarios en Eden y cada quien se identificaba por un numero de seis números pero por su habilidad sus clientes, cada vez que la recomendaban, en vez de llamarla por su nombre la llamaban “Ice Queen” o “Ice Cream”.

La hora había llegado. La mercenaria estaba vestida como siempre, una larga camisa blanca que cubría su cuerpo hasta casi las rodillas, una larga chaqueta que era en ella parecido a una gabardina debido a su tamaño, un short bajo todo eso, guantes negros, botas y demás. No le costó mucho llegar al bar en autobús y al ser un lugar lejano y bastante ilegal la dejaron entrar pese a su apariencia infantil. Sus depredadores ojos plateados miraron por todas partes con una calma agobiante, solo veía desgraciados, tanto jóvenes como adultos, tanto hombres como mujeres que estaban estancados en sus vidas, que perdían parte de sus vidas cada día pero nunca habían sentido que la misma peligraba, que se contentaban con sexo y alcohol barato en una falsa sensación de satisfacción, pero había alguien un poco diferente. Otro individuo, también bastante joven pero se vestía bien, podía verlo en su gabardina u sombrero así como que compraba una copa de las probables tres botellas de vino que tendría el bar. La chica se acercó a él y se sentó en la otra silla mirándolo fijamente, no dijo nada hasta estar una vez sentada, pero no lo hizo de manera brusca, se sentó como su acabara de entrar en su casa. —¿Tu llamaste?— preguntó al muchacho, si no sabía a qué se refería tendría que seguir buscando

Ispago salió de su trance, el libro era bueno, de esos  que te enganchan para que no los puedas dejar por voluntad propia, o te los acababas o te obligaban a parar si no tenías que continuar leyéndolos.  Miró a quien había hecho la pregunta,  era una joven muchacha que no aparentaba mas de 18 años, vestía con telas y prendas que le iban grandes dándole un aspecto de vagabunda, ademas su pálida piel tampoco le daba una buena impresión.
Ispago dudo durante un momento, esta sería la cuarta mujer que se había sentado junto a él, todas intentando echarle el lazo, seguramente creyendo que sería un ricachón que quiere pasar desapercibido, como siempre Ispago las ahuyentó con una gélida mirada, o con comentarios despectivos.  Pero ella era diferente, Ispago noto en su gélida mirada que la chica no era normal, tenía la expresión de una persona que había cometido tantos delitos que se había convertido en su rutina diaria. Eso junto a su cortante entrada convenció a Ispago, ella sería su futura acompañante, a no ser que no tuviera las cualidades necesarias.
-Empecemos con lo de siempre-Dijo Ispago mientras recordaba el recital de siempre, lo que siempre decía a la hora de "entrevistar" a un mercenario- Serán 15.000 créditos, el precio es negociable, el dinero lo tienen mis superiores solo te lo enviarán una vez la misión se cumpla, si me secuestras o algo por el estilo para conseguir la pasta mis superiores simplemente se olvidarán de mi, quiero que seas puntual, ni se te ocurra matar civiles, si en algún momento nos separamos usa esto, pulsa el botón central cinco segundos y espera. Por cierto llámame Schrödinger, Inger para abreviar. Acabó la frase con un pequeño saludo al estilo vaquero moviendo su sombreo, dejando a la vista sus gatunas orejas, mientras le pasaba el comunicador, era antiguo y pesaba lo suyo pero nunca perdía la señal y podía resistir un impacto de bala.

La muchacha se acomodo, se notaba que estaba acostumbrada a esta clase de procedimientos, así que Ispago siguió.-Respecto a esta misión, necesito que me expliques ya como nos infiltraremos de forma pacífica, y a ser posible tus habilidades de combate, si quieres preguntar algo o negociar el pago o como haremos la misión este es el único momento para hacerlo, por cierto, me da igual si conoces a alguien o no de la nave, como si es tu pareja, si es un hostil tu trabajo seguirá siendo darle su eterno descanso- Dijo Ispago de forma brusca, este encargo le podía costarle la vida que había formado en Edén y la de todos sus compañeros, no se podía permitir ningún margen de error.

Al parecer el juicio de la mercenaria no había sido nada fallido, en realidad aquel individuo visualmente singular era su nuevo cliente, o al menos pretendía serlo. Lo miró fijamente a esos ojos violetas suyos mientras hablaba, intentaba buscar miedo o duda en ellos mientras hablaba, si por ejemplo, fijaba su mirada en alguien más detrás de ella lo normal sería que uno de los sables de la chiquilla atravesara su cabeza en el acto ya que pensaría que era una embocada, terminó suficientemente satisfecha con su actitud.

Al parecer quería que le indicada como pensaba entrar, eso hizo que se quedara callada, obviamente no tenía una idea clara y segura de cómo hacerlo sin directamente estrellar una nave contra el casco o disparar un proyectil donde ella pudiera caber allí. Se había hecho algunas ideas mientras llegaba ya que sabía desde el principio que debía entrar de una manera lógica y pacífica. Al no ser una maquina estaba lejos de entrar sin ayuda de nadie ya que no podía “respirar” en el espacio. —Hay tres maneras— fue como si tirara esas palabras en la cara del teniente. Posó ambos brazos y codos sobre la mesa, sus mangas estaban suficientemente arremangadas como para ver sus manos pero no sus muñecas, a final de cuentas aquella chaqueta era muy grande para ella. Con su dedo creó el número uno.

—Sus motores están dañados… No quieren estar allí pero no pueden salir del sistema… Puedo ir a repararlos— hizo una leve pausa en lo que un hombre entrado en años se acercaba y le preguntaba si quería algo con la mirada al tiempo que con el mismo medio visual le pregunta si no era muy joven para estar allí, la respuesta de la menor fue una mirada fría y falta de pasión y sentimiento que le decía “Aléjate”. Volvió a ver a su futuro empleador, por un segundo había perdido el hilo de lo que estaba diciendo sin embargo liberó el segundo de sus dedos para hacer énfasis y prosiguió —Dejar que me capturen para que me lleven— y sin más preámbulos liberó el tercer dedo para finalmente decir la última cosa que podría llevarla allí dentro, cabía resaltar que en ningún momento no había considerado usar al otro como herramienta, no pensaba traicionarlo, simplemente utilizarlo para conseguir lo que ambos querían —O puedo llevarles algo que quieran y me dejen entrar…— se llevó la mano con la que estaba contando a la barbilla con su índice enguantado en cuero tocando sus labios —Si trabajas para el gobierno serás buen señuelo— lo decía como algo totalmente factible aunque admitía que la solución más simple eran la primera y la última, no tenía nada contra él sin embargo tenerlo protegido dentro de una celda le daría una brutal libertad de acción de hacer explotar media nave si se sentía con ganas de ello.

Ya había aclarado lo que quería saber el contrario, ahora era el turno de Eve de cuestionarlo, no era como que fuera a echarse atrás sino que quería asegurarse de no ser timada aunque de todos modos, si iban a encontrarse tras la misión seguramente podría cobrar su precio en sangre —No me has dicho a cuantos debo cargarme allí dentro… Y Quest mencionó algo de un secuestro… Si hay más de cien personas pido el doble— Podía parecer inaudito pero, carajo, de ser así iban prácticamente a una misión suicida, dos, tentativamente una persona encargada de matar a alrededor de 100 personas y secuestrar a Dios sabe cuántas no era algo fácil y si necesitaba ingeniárselas para algo tan complicado era una suerte que no pidiera 50.000 créditos. Volvió a colocar la mano sobre sus labios en la mesa, había asumido que sabía su nombre, tal vez no y prefería que no la llamaran por aquellos sobrenombres —Y… Soy Eve—

El cuarto se encontraba iluminado por una luz rojiza que volvía todo lo que tocaba monocromático. Sus labios pasaron por encima del cabello ajeno, y él inhaló sintiendo su aroma. Dejó que el perfume llenara su nariz, intoxicandose en él antes de entreabrir los labios para dejar salir una exhalación de placer. Aquellos brazos níveos, ahora rojos en apariencia bajo el efecto de las luces, recorrían el cuerpo ajeno sin prisa desde la curvatura de su cadera hacia sus pechos envolviendolo por completo, sintiendo los estremecimientos que recorrían su piel caliente, perlada por una fina capa de sudor que apenas se reflejaba. Sus manos llegaron hasta aquél rostro de labios rojos y desataron la mordaza hueca que no impedía gemido o ruido alguno; meramente negaba el derecho a poder tragar bien dejando que un rastro de saliva manchase el mentón ajeno dejando un rastro en dirección hacia su pecho. Aquella bola cayó en libertad y ni dos segundos más tarde retiro aquella venda sobre sus ojos.

Una vibración frecuente, repetitiva llamó su atención. Era una tonada muy específica. No tenía que mirar a la pila de ropa a un lado de aquella escueta habitación para saber de qué se trataba. Sus dedos, con una precisión mecánica desataron las ataduras que sostenían las manos ajenas uniendolas en un gesto de sumisión aprovechando la ocasión para robar un poco de su calor con la cercanía. —El dinero está sobre la mesa de luz, como siempre— informó con una voz ronca por la tarea al tiempo que terminaba con aquellas en sus pies, dejando que las ataduras negras cayesen al suelo con un sonido característico.

No hubo respuesta alguna durante los próximos veinte segundos, el tiempo que le llevo terminar de ponerse sus prendas inferiores.

—No tienes que pagarme por ésto, sabes...

Aventuró una voz melosa, femenina, dejando adivinar una sonrisa en ese rostro cansado que él no volteó a ver. Su atención, aunque no era necesaria, se encontraba enfocada en aquella camisa que estaba deslizando por encima de su torso ajustando los botones que ella había desabrochado.

—Tóma el dinero

No era una petición. Nunca lo era.

—Eres tan extraño...

—Y lo seguiré siendo, no cruces esa línea

La mujer suspiró lentamente mientras se estiraba, con un cansancio que no era físico, pero se encontraba lo suficientemente satisfecha como para que eso no le importase ni un poco.

Terminó de cambiarse y con una decisión que solo podía significar una cosa terminó por salir de la habitación. El sonido a gemidos y ocasionalmente algún grito llenaron las zonas limítrofes de su audición a medida caminaba por un pasillo de color rojo oscuro hacia unas escaleras de marco plateado pulcramente decoradas. Metió la mano en el bolsillo de su pantalón y retiró un pda pequeño. La pantalla cobró vida apenas sintió la proximidad de su dedo pulgar contra la superficie, dos toques más dieron vida a un mensaje en la pantalla. Se encontraba encriptado, en un idioma ininteligible hecho a partir de una analgama de números y símbolos. No importaba, él no necesitaba tener una computadora para descifrarlo. Era un mensaje de su intermediario, una de aquellas personas que se encontraba con los representantes de aquellos quienes deseaban emplear sus servicios y determinaba si valían la pena o no, si era una trampa o no. Él no era el único de los agentes para quienes hacia ello, pero tenía experiencia y por eso aún continuaban compartiendo esa conexión. Su intermediario era un buen juez de carácter.

Algunos detalles de lo que leyó le llamaron la atención, pero tenía suficiente confianza en su contacto como para saber que si fuera una tontería o una trampa no habría llegado hasta él. Con un rápido mover de sus dedos envío una respuesta, clara, concisa. Finalmente llegó al nivel de la calle perdiendose un saludo de una distraida recepcionista la cual no levantó los ojos de la pantalla que se encontraba leyendo. El viento contra su piel no le provocó ninguna sensación. Su cuerpo no sudaba, no al menos que él lo desease tampoco. El único olor que rodeaba de una manera casi inexistente sus prendas era el aroma residual del perfume de Vivian y las impresiones superficiales que había dejado el sexo.

Arregló su camisa, sus pantalones negros y el cinturón a juego quitando las escasas arrugas que habían quedado en él con poca dedicación y pasó una mano por su cabello antes de ponerse en camino hacia el lugar de encuentro. Llevaba un conjunto de vestir, prendas formales al igual que zapatos oscuros y lustrados completando el guardarropas. Cuando llegó a destino sus ojos analizaron de una forma mecánica, rápida, el rostro y la forma de vestir de todos quienes allí estaban reunidos haciendo un paneo general que daría la impresión de que simplemente estaba apreciando el sitio. Finalmente los divisó. Una... ¿Niña? Y un muchacho no mucho mayor. Ciertamente no era lo que se esperaba, pero los trabajos extraños tenian cierta forma de jugar con sus expectativas, especialmente cuando no había ninguna.

Se acercó a ambos con una lentitud que les dejaría ver su aproximación antes de que ésta fuera inmediata, para que tuviesen el tiempo de observarlo de pies a cabeza antes de que el contacto fuera inminente. Era una persona alta, una piel pálida y un cabello que se acercaba a un rubio platinado en color segun la luz, pero había de ser de un blanco profundo. Por debajo de sus prendas se adivinaba un cuerpo musculado, marcado por el ejercicio y un estilo de vida que demandaba aquél rigor no había ninguna cicatriz a la vista, algo a veces sorprendente en sea línea de trabajo. No había nada en su apariencia exterior que traicionase su verdadera naturaleza.

—Buenas noches— saludó antes de tomar asiento a un costado de ambos, creando un triángulo entre los tres. Tenía una voz profunda, pero con una cierta energía jóven, perceptible en su tono.— Tenemos amigos en común. Pueden llamarme Ghost. No hace falta que repitas lo que le mencionaste a la muchacha, pude leer tus labios mientras me acercaba. —mintió, lo había escuchado pero no tenía por qué revelar eso en ese momento. Dió unos segundos a que la información fuera asimilada, a que comentarios fueran hechos.— Mis condiciones son las mismas que las de la chica. —No lo consideraba un trabajo difícil. Largo, quizás, pero no difícil. Al menos no de la manera en la que lo pensaba él. Él no comía, no bebía, y no dormía. La paciencia era su virtud en situaciones asi. — ¿Tienes los esquemas de la nave? ¿Planos? ¿Algo? —Fue su pregunta— Buscar un punto de incepción para entrar. Si el plan de Eve te parece viable, sugiero hacerlo de todas formas. Si no funciona como lo espera y terminan recluidos, sería un elemento extra a la hora de liberarlos una vez esté dentro en caso de que algo no salga como esté previsto. Claro, el plan no cuenta con una contingencia en caso de que decidan ponerles un tiro entre ceja y ceja en vez de simplemente recluirlos.

Hubo una pequeña pausa mientras hablaba. Suspiró.— Puedo crackear sistemas informáticos con facilidad. Trabajo con sigilo, las armas a portar dependen de la situación. Se usar explosivos de baja y alta magnitud. Mientras que haya una forma de conectarme a la red local de la nave, de forma analógica, puedo, con tiempo, hacer que me reconozca como su único adminstrador. Se puede destruir su fuente de alimentos, e iniciar un cierre de emergencia que no terminará nunca. —sugirió— O destruir los sistemas de soporte vital.

Mientras que los pensamientos de Ispago eran fríos y calmados su cuerpo emanaba tensión y energía a punto de ser liberada, aunque su nuevo acompañante no mostraba intenciones hostiles, se notaba a simple vista que podría cortarles el cuello a Ispago y a Eve en medio segundo, por esa sospecha suya sacó una de sus pistolas y cargó el percutor, mostrando que estaba armado, para luego volverla a guardar, esta vez dentro de la gabardina para mostrar que tenía confianza en sí mismo .
Se había percatado de la presencia del androide, examinándolo rápidamente, principalmente para asegurarse que no llevaba ninguna arma encima ni escondida en su metálico cuerpo, una vez teorizo que no tenía intenciones hostiles, o al menos no hacia su persona ni para su futura acompañante le ignoró.
Sacó su PDA, buscando algún mensaje que confirmara que el androide era apto. Al desbloquear la pantalla salto un mensaje de parte de Q. diciendo: Al parecer un tercero ha encontrado otro mercenario capaz, he revisado su historial y es fiable tanto en combate como a seguridad, siempre cumple su objetivo sin rechistar.

Eso tranquilizó en parte a Ispago, Q. solo juzgaba dos cosas: Eficacia en combate y fiabilidad de la persona. Aunque era bastante estricto casi siempre le daba el visto bueno si no tenía ninguna misión fallida o se sospechara que trabaja para alguna mafia o similar.

-Si nadie tiene nada mas a aportar respecto los pagos y condiciones doy ese tema por cerrado- Dijo Ispago mientras ponía su PDA sobre la mesa, mostrando la poca información que se tenía sobre "Money of Death", los malditos se aseguraban de dejar el menor numero de supervivientes posibles, ademas de no dejar nada de valor por donde pasan- Respecto a mis conocimientos sobre la nave, aparte de lo que cualquiera puede buscar en Internet no tengo mucho, su nave es un modelo IBIS, de fabricación personalizada, basándose en defensa alta para el tipo de nave que es con armamento especializado en la perforación de blindajes y in-utilización de sistemas, cuenta con un lanza capsulas adaptado para lanzar explosivos o naves no tripuladas, es lenta pero lo compensaba con un sistema de ultra-velocidad, ahora hecho trizas, por eso están en el sector XC0-021X saqueando naves y colonias mineras, desconozco si tienen un objetivo concreto, respecto a la tripulación son casi  80 hombres casi todos soldados, la nave es prácticamente autónoma, ademas se sabe que tiene una pequeña tropa de robots militares controlados por un sabelotodo des de el centro de la nave. Por cierto is superiores me piden que a ser posible capturemos a su jefe "Bloody Money" famoso por su tatuaje de una moneda en la frente.

Información de la nave:

Espero unos momentos, ambos mercenarios parecían satisfechos con la información que les proporcionó ademas de que parecían estar acostumbrados a esta rutina >Tampoco me extraña este debe ser su día a día, como lo fue el mío hace ya mucho tiempo< Pensó Ispago mientras juzgaba por tercera vez a la extraña pareja de mercenarios que le acompañarían.

-Por cierto, opto por hacernos pasar por mercenarios dispuestos a arreglarle la nave a cambio de que nos dejasen huir con ellos o algo por el estilo, así podremos entrar en la red, y preparar el arsenal, las demás opciones las veo inviables dado que la panda de "Bloody Money" usa la negociación del cañón, al menos solo les pedimos protección no nos pegarán un tiro hasta que se den cuenta que van a morir. Finalizó Ispago, esperando para empezar a preparase para esta misión una de sus tantas masacres, intentando limpiar la galaxia de corrupción manchando una parte de es ta de rojo, sabiendo que para purificar esta diminuta parte del basto universo habría que acabar con millones de seres, dispuestos a acabar con la existencia de toda una civilización por puro pasatiempo.

Ni bien el nuevo individuo se acercó lo suficiente los ojos metálicos de Eve se fijaron en el mismo. Si bien era cierto que su piel lo hacía parecer del todo humano no era la primera vez que la engañaban con eso, no se confiaba del todo en el tema, en especial por la actitud que mostraba, no tanto por verse seguro de sus habilidades o causal por la misión, sino por algo simple, Eve estaba de espaldas a la puerta de entrada ¿Cómo pudo escuchar su condición? Pero eso no era lo que le molestaba —No mencionaste nada de un compañero— en el fondo se preguntaba si había más. Al final cuando el muchacho dejó el PDA sobre la mesa y explicó es estado de la nave la muchacha, como ya era de cierta manera su costumbre, pasó los dedos por este, acercando la imagen a sus motores “Son enormes… Supongo que son para la ultra-velocidad”

Los había escuchado a ambos pero no estaba segura de eso, no le gustaba en más de un asentido. Una vez el muchacho terminó con su propuesta no pudo evitar intervenir. —No— Fue lo primero que dijo para llamar la atención, no lo había exclamado, de hecho el tono de su voz era desesperantemente monótono —Nunca llegaremos a Bloody Money entonces— volteó a ver al androide que se había unido, si de verdad quería el trabajo suponía que se debía llevar la parte que más le disgustaba. —Él debería entrar por otra parte para eso…— la lógica de la saphirdrache, pese a que no la hubiera explicado, era que era estúpido presentar al jefe a unos tres parias que habían pedido ayuda, al menos no sin que ellos estuvieran desarmados, vigilados y rodeados. Eve no le temía a esa situación pero el no matar al capitán la limitaba mucho, siendo que instintivamente dibujaría una diana de manera psicológica en el tatuaje en su frente.

—Aquí— detuvo la imagen, señalaba los motores —O aquí— giró la perspectiva, la parte superior debido a que los motores estaban muy lejos de la bahía de mando, que es donde estaría el jefe se volteó a ver a Ispago y señaló el centro de la nave, mientras hacía eso se veía extrañamente poco interesada. —Si vas a ayudar deberías ir con el informático… No quiero que lo “crackeen” a él— Ya le habían mencionado en una oportunidad de aquellos sistemas para hackear androides, no sabía ni le importaba mucho cuanto dijera el sujeto que sus sistemas eran infalibles, no tenía ganas de cargarse a un androide aunque para ella fuera más o menos sencillo. Los miró a ambos, uno tras otro ¿Se preguntaban a donde iría ella? Volvió a señalar los motores, realmente quería hacerlos estallar solo por el placer de hacerlo y matar a tanta gente como pudiera pero en ese momento una idea llegó a su mente —Yo… Haré explotar los motores… Para distraerlos— justo se le acababa de ocurrir, era innegable, ya tenía una idea de cómo hacerlo ya que al final de cuentas si podía reparar algo podía destruirlo treinta veces.

Pese a eso seguía pareciendo que estuviera viendo una mala y aburrida película, finalmente soltó el aparato y se volvió a ver a su empleador ¿Cuál habría sido su opinión? Simplemente continuo —¿La energía de la nave se concentra en algún lugar? Cuando se vayan la haré explotar también— En ese punto ya era muy obvio que no dejaría a nadie escaparse, quería generar una enorme explosión que asesinara masivamente, incluso se lamentaba que solo fueran 80 personas siendo que con algo así podría acabar con más de 500. —Pero…— posó la cabeza en una de sus manos mirándolo algo inconforme —No mencionaste el secuestro cuando pusiste el precio… Si lo hacemos que sean 3000 extras— Todo lo que había propuesto Eve era como una apuesta ¿En principio como planeaba salir ella de la explosión? En su mente algo como “Lo pensaré sobre la marcha” era lo que marcaba su actitud.

Ispago repaso mentalmente la propuesta de Ghost, parecía viable, los objetivos de cada uno eran simples y con la ayuda del factor sorpresa tendrían bastante a su favor, pero si el androide no conseguía entrar tanto el como Ispago y Eve acabarían flotando en el espacio exterior, convertidos en una masa rojiza gracias a las baterías de la nave.

-Puede ser bastante arriesgado, pero parece que es la opción que asegura que el ejercito estará repartido, facilitándonos el trabajo a cada uno de nosotros-Dijo Ispago mientras trasteaba su PDA, buscando una de sus últimas adquisiciones que se llevó de recuerdo de una misión en sectores lejanos de la galaxia- Aquí esta, la Vanguard, es una nave de una empresa militar poco legal, registrada a nombre de un tercer comerciante así que no tengo problemas, puede ponerse en un modo sigiloso, a costa de su armamento y pérdida de velocidad máxima, pero aún así nos dará tiempo suficiente para entrar, por cierto apuesto por entrar por la lanzadera, el factor sorpresa puede salvarnos la vida, ademas si se da el caso, podrán inutilizar o apropiarnos las naves no tripuladas, cosa que facilitaría la huida.

nave Vanguard:

Miró a sus compañeros, de nuevo inexpresivos, como si les diera igual aunque Ispago ya suponía que alguno de los dos pondría algún inconveniente o querría cambiar la estrategia por tercera vez. Intentó adivinar cuales eran las fortalezas y debilidades en combate de cada uno pero estaba claro que igual que él guardaban un as bajo la manga.

-Respecto a como usar las fortalezas de la nave a nuestro favor opto por hackear los robots militares y las defensas tanto externas como internas, me imagino que sino serán nuestro mayor, problema. Que quede una cosa clara, a ser posible no toques los sistemas vitales, no se vosotros pero hasta donde yo se necesito oxigeno para vivir, ademas que Bloody Money también lo necesitará, en todo caso una vez lo haya sacado de la nave puedes cerrar la nave para siempre y convertirla en su tumba- Dijo mientras volvía a mostrar la imagen de la nave mercenaria en su PDA, dejando la imagen de su nave en segundo plano

Paró un momento, intentando no dejarse nada para comentar y intentando llegar a una opción para que nadie esté en desacuerdo, cada segundo que perdían era una oportunidad que daba a Bloody Money para encontrar un método para escapar, dándole la oportunidad para seguir su rutina de saqueos y masacres, condenando a Ispago y sus compañeros a tener que abandonar Edén y tener que volver a sobrevivir como los mercenarios rastreros que les habían costado tantos esfuerzos y vidas para acabar con su existencia.

Una vez una idea fugaz le pasó por la mente la comento antes de que fuera absorbida por las divagaciones de Ispago
-Respecto a la nave haced lo que queráis, pero si no sale del sector en 12 horas después de que nos vayamos, enviaré una nave tipo destructor para usarla como sujeto para pruebas de armamento, ademas necesito que me expliquéis cuales son vuestras habilidades en combate junto con cualquier debilidad o similar que pueda afectar a la misión. A diez minutos a pie tengo un piso franco donde podremos seguir planeando ademas de practicar un poco con robots de vigilancia. Dijo Ispago mientras pedía la cuenta, tanto él por sus ropas vistosas, como la joven de gélida mirada y el ciborg parecían estar convirtiéndose poco a poco el centro de atención, escuchando murmullos sobre ellos de gente que pasaba, a cada cual con un peor aspecto y intenciones, ademas aunque parecían aptos quería juzgar a los dos mercenarios en un combate.

Miró a Eve, quién parecía de mal humor, o al menos con un peor humor que el que tenía al empezar a negociar, Ispago se preguntaba el por qué de esa mirada hasta que recordó el último comentario de la joven.
-Respecto al dinero extra por el secuestro solo puedo pagaros en metálico 1500 extras a cada uno, pero tengo 4000 créditos en municiones y material de supervivencia, en el peor de los casos os pagaré el resto el mes que viene con 500 créditos de intereses, por cierto pensaba invitaros a una copa del vino de aquí, es néctar angelical, pero como mevais a costar un riñón no me lo puedo permitir, ya quedaremos para tomarnos una copa otra vez.- Dijo Ispago con una expresión casual como si hablara con una persona normal, con problemas normales, sobre cosas normales, para intentar relajar el cargado ambiente.

Era gracioso, incluso irónico que Ispago pretendiera invitarles una copa a un androide y a alguien que indudablemente tenía el cuerpo de una niña. Generalmente esa promesa de “Te pagaré a final de mes” no convencía a Eve, más que nada porque el 90% de las veces que alguien se lo decía terminaba, a final de mes, recibiendo una visita no pacifica de ella pero iba a dejarlo pasar, el pillaje de la nave sería más que suficiente. —No me interesan las municiones, puedes dárselas— Comenzaba a escuchar susurros, la gente hablaba de ellos y no era extraño, si bien todos esos sujetos tenían una apariencia mucho más sospechosa que Ghost y Eve juntos el maldito PDA les había dado una muestra clara de dos naves, en cuento al plan decidió guardarse sus comentarios.

—Ese tiempo me tomará despejar la zona— Le aseguró casualmente al androide —Y nos están pagado por causar una masacre— Completó su oración, para ella era eso, tenían que acabar con todos en la nave y no tenía mayor problema con eso. No tenía problemas en solo volar los motores para tomar algo del resto de la nave, no quería la nave en sí, era muy grande y necesitaba mucha gente y máquinas para hacerla funcionar, en los últimos tiempos había pensado en reparar la pequeña nave en la que había llegado a Eden pero de momento se contentaba con su trabajo.

La muchacha no tardó en semisentarse en la silla, como indicando que estaba por irse pero de ser su intención abandonarlos ya lo habría hecho, les estaba indicando lo obvio: los estaban mirando. “Creo que lo miran a él” Se refería a Ispago, era una indiscreción estúpida hablar sobre largas sumas de dinero y un lugar cercano en un bar como aquel, en el que todos querían dinero y a veces no necesariamente por un trabajo, fuera honrado o no.

—Deberíamos ir a tu piso entonces— Hablar de sus habilidades y debilidades en un sitio como ese era directamente colocarse una diana en el pecho si no es que tenían una en la cabeza ya. Sin embargo no se la notaba nerviosa, si acaso fastidiada por aquella situación. Era seguro en grandes probabilidades que intentarían asaltarlos al salir de allí si no era que intentaran hacerlo en aquel preciso momento, incluso el bartender los miraba, pero no con ojos codiciosos como a los demás, sino preocupado, probablemente por una pelea en el bar y no por el bienestar de sus clientes.

De cualquier forma Al estar sentada de aquella manera Eve estaba en una buena posición en caso de cualquier tipo de ataque, podía moverse fácilmente de lugar simplemente con un salto o incluso patear su asiento para obstaculizar a alguien que viera acercarse, tal vez desconfiada en aquella ocasión pero no era del todo descabellado, ella se había adaptado a esas mismas calles como parte de su fauna, si quería que hablaran de sus habilidades y debilidades ya lo harían en el camino sin embargo decidió dejarle un pequeño abreboca usando un acertijo que usaron en uno de sus primeros trabajos.

—Yo soy “bastante dura de dar y cuando lo hacen es aún peor”— Lo suficientemente sutil para que un imbécil no lo entendiera pero para quien escuchaba lo que decía sería muy sencillo comprender en gran parte lo que decía, simplemente la parte de “peor” quedaba inconclusa. A Eve no le gustaba decir que tenía algún poder, de hecho, intentaba en lo posible no usarlo, su sangre era el preciado combustible para el mismo por lo que no era una opción abusar de sus habilidades, por suerte su agilidad (en especial estando concentrada) era otra carta fuerte.