Las cosas parecían ir más fluidas, con menos interposiciones y obstáculos. ¿Habrían acabado ya con todos esos monstruos, cómo estaría la colonia? Aún quedaban muchas dudas en el aire, pero al menos Yun dijo algo cruel, pero lógico: Seguramente la colonia no estaría mejor. Su mente le ofrecía imágenes de terror, sangre y carnicería. Hombres, mujeres... Niños. A veces, el espacio profundo albergaba maravillas, pero todos parecían olvidar de que también esconde horrores innombrables. Al menos, el puente era una zona segura, por lo que pudieron sentirse menos tensos.

BSO:

No había señales de alerta, eso significaba que su perfil bajo funcionaba, y no llamaban demasiado la atención. A pesar de tener energía, aquel lugar seguía pareciendo un lugar fantasma. Subió hasta la zona de ordenadores, y conectó el DRI del capitán con sus códigos. Ahora tenían acceso total a la nave. Bien, abriendo puertas del almacén... Fijáos en esto. Mostró en pantalla el diario escrito del capitán. Parece que la compañía hizo una expedición encubierta, debido a que no querían que se enterase la competencia ni de su falta de liquidez, ni que se adelantasen a su descubrimiento. En caso de ocurrir algo, podían escurrir el bulto, pero no con aquella confesión. Puff hizo de inmediato una copia de seguridad a su DRI portátil. Esto no va a quedar así, nadie tapa la muerte de cientos de personas por un maldito porcentaje de beneficios. Su frustración estaba contenida, pero al menos podían salir de allí. Bien, ahora... Oh, mierda. Dijo viendo las pantallas de alerta. Las desgracias nunca venían solas. Alerta de proximidad, asteroides... Por eso nunca viene nadie aquí, la zona es inestable.

Obviedades aparte, tenían un problema y de los serios. Los sistemas de defensa contra anomalías y asteroides no estaban del todo activados. Mierda... Si no encendemos esos cañones, nos volarán en pedazos antes de que podamos salir con la lanzadera... ¡Vamos! Dijo saltando directamente de la plataforma al suelo para acceder al mono raíl, no había tiempo que perder. Sus garras abollaron el suelo de chapa y acero, debido a su colosal peso. En una carrera corta, ya estaban en ruta al acceso de pasillos principales. Su cabeza se puso a pensar de la forma más rápida posible. De acuerdo: Nina y 76, al almacén y preparad la nave. Yun, conmigo a poner en marcha esos cañones, para que nos de tiempo a escapar. Tenemos un margen muy pequeño tropa, así que en marcha. Dijo al bajar del mono raíl y conducir a su equipo. El HUD de su casco mostró el mapa. Su mano libre de sostener su arma fue señalando las direcciones. Almacén, izquierda, sistema de defensa, derecha... ¡No, otra vez no joder!

De nuevo, escombros, otro obstáculo. No tenemos tiempo para esta mierda... Presurizad los trajes, vamos a salir. Dirigió al equipo hasta una exclusa de mantenimiento. Magnetizó las garras de sus pies y conectó el sistema de respiración autónoma. En cuanto las puertas se cerraron, pudo notar la sensación tan extraña del vacío. Sin gravedad, sin aire, sin sonido. Muy bien, vamos allá. Dijo dando aquellos extraños pasos, lo más rápido posible, dentro de la torpeza provocada por un cuerpo en gravedad cero. Al llegar a la exclusa, la abrió para que Yun entrase primero, y miró cómo sus otros dos compañeros se separaban. Comunicación constante chicos, no quiero imprevistos... Buena suerte. Dijo antes de perderlos de vista y entrar en la esclusa. Una vez compensada la presión, pudo quitarse el sistema de respiración artificial.

En apenas unos metros, llegaron al sistema central de defensa. Todo eran luces rojas. Mierda, no hay nada que funcione en esta nave... Eso es. Yun, mira. Señaló un protocolo de rearme. Los paneles solares están desalineados, si pudieses repararlos, tendríamos de nuevo energía... Mierda. Miró el reloj de su HUD, iban muy justos. No hay tiempo. Activaré el sistema de guía de forma manual, vienen asteroides pequeños. Sal ya, yo te cubriré. Dijo mientras se ponía a los mandos del sistema de guiado de armas. Debía priorizar objetivos y blancos. Y su máxima era proteger a su equipo, darles más tiempo.

BSO 2:

Mierda... Ahí vienen. ¿Cómo va la lanzadera? Preguntó por su comunicador, mientras demostraba su pericia como artillero. A pesar de no oír cómo las rocas estallaban, podía verlo, y podía sentir la vibración expandirse en su cuerpo y estancia. Podía ver cómo los proyectiles eran cargados, mientras que el sistema de guiado seguía las órdenes de sus manos conduciendo los cañones. Vamos Yun, que pronto nos van a pillar. Apremiaba a su compañera a que alinease los paneles lo antes posible, que hiciera las reparaciones oportunas, porque desde la lejanía, podía vislumbrar la silueta de un asteroide de los gordos. Uno que les iba a dejar en bragas si no salían de la nave a tiempo.

Los esfuerzos de la mecánica dieron sus frutos, el sistema pasó de manual a automático, activando todas las armas. Ahora estaban obrando bien. Buen trabajo Yun, te has ganado una ronda de mi parte, ahora vámonos de esta jodida nave de una vez. Soltó los mandos aliviado, mientras volvía a ponerse en comunicación con la otra mitad del equipo. Ya hemos terminado con el sistema de defensa, ¿Cómo váis vosotros con la lanzadera?... No hagáis ninguna tontería, ya estamos de camino, dejadnos los motores calientes. Espero cerca de la esclusa a la mecánica, a quien la dejó pasar primero nuevamente. A pesar de que las cosas iban bien, el tiempo seguía apremiando.

El paseo exterior hasta la entrada al almacén era algo aparatosa, y no presagiaba nada bueno. Detrás suyo, algunos escombros pequeños y rocas golpeaban el casco de la nave, y les pasaba muy cerca. No lo veía, ni lo oía, pero notaba las vibraciones, y eso significaba que pronto el sistema de defensa se iba a ver desbordado. Una vez dentro de la zona del almacén, antes de llegar, ya estaba comunicándose con Nina y con 76. Ya hemos entrado, arrancad motores, nos vamos de esta maldita nave.

Lo habían logrado, magnífico. El drackoyano comenzaba a ver un rayo de esperanza entre la oscuridad que les abrigaba y no les dejaba apenas ver el siguiente paso. Con un profundo alivio, entró en la lanzadera, para sentarse a los mandos, e iniciar la secuencia de lanzamiento.  Los motores comenzaban a calentarse, y cuando se estaba abrochando el cinturón de seguridad, y hacerles las señas a las chicas que hicieran lo mismo. Se quedó sorprendido por el repentino cambio de planes de Yun. ¿Qué coño?... Se quedó con los ojos como platos, totalmente sorprendido por la actuación temeraria de la magi. Si, sospechaba de la raza de la grandullona. Lo había notado cuando usó sus poderes ante la amenaza necromorfa, y después, el temblor de tierra ante las evidencias y malas artes de la compañía que planeaban contra ellos. Sus poderes, emanaban de las emociones, y al parecer, había oído que los magi manejaban sus habilidades a un nivel emotivo.

Por aquellas circunstancias, dedujo que la chica debía ser magi. Pero aquel detalle no le quitó la sorpresa de que Yun abandonase la lanzadera cuando iban a partir, abrir el arsenal, y encima dedicarse a poner explosivos con la amenaza de aquellas cosas sueltas. Mientras encendía la lanzadera y la ponía en posición, sus nervios se crispaban.  Pero no iba a dejarla sola , no se abandona a un compañero. ¡Yun deja las compras y vámonos ya! Dijo haciéndole la seña a Nina de que asegurarasu asiento. Iban con el combustible justo, así que no iba a arrancar del todo hasta que la grandullona entrara. Por fin apareció. Ya habría tiempo para charlar.

BSO:

¡Asegura la carga y agárrate, nos vamos! Cerró la compuerta, y salió despedido mientras se abrían las esclusas. Hubiese o no necromorfos, el vacío del espacio se los tragaría. Al salir, los controles se suavizaron, al no estar presos de la gravitación de la nave. En el espacio, observó las detonaciones, seguramente de las bombas de Yun. Una cosa no te voy a negar... Sabes dónde plantar bombas, grandullona. Bien, descendamos.

Inició los cálculos de descenso, y comenzó la entrada en la atmósfera. Agarráos fuerte, esto va a ser movidito. Y así fue. La climatología de ventiscas heladas, la baja o nula visibilidad y la escasez de combustible, requirieron la tremenda habilidad de Blaze como piloto. Esquivó riscos y picos montañosos en maniobras evasivas bruscas, pero muy buenas, se notaban los reflejos alienígenas superiores a los humanos, y a la experiencia como piloto. Finalmente pudo enfilarse en un desfiladero, el cual era muy estrecho, pero había que bajar por ahí si querían que la nave no escorase por la ventisca. Usando la telemetría y su pericia, acabaron aterrizando de un modo un poco abrupto en la pista de aterrizaje de la colonia. Por fin, habían llegado. Con un soplido, para mostrar su alivio, se quitó el cinturón, observando a sus compañeras. ¿Todo correcto?.... Genial, vamos a echar un vistazo a lo que ha sacado Yun del arsenal.

Al abrir las cajas, se frotó las manos al ver que tenían una mejora de armamento. Vaya, vaya, vaya, nos ha tocado el gordo chicas. Surtíos a vuestro gusto. Dijo mientras se cargaba la llave colgada del cuello, el mini gun, un lanzallamas con combustible y un quemador de repuesto, y recargaba munición de escopeta para su recortada. Desechó su cañón de radiación, debido a que no quedaban apenas cargas, y debía variar sus tácticas en cuanto a los necromorfos. El mini gun de munición 7.76 era perfecto para convertir la carne en gazpacho y el lanzallamas era un buen método para limpiar estancias de monstruos indeseables. Pero tuvo una idea bastante macabra. Se pertrechó con el lanzagranadas, el cual le quedaba como un arma de una mano, y se fue a la caja de la maquinaria de minería. Creo que me quedaré esto. Dijo colgándose la perforadora láser. Si debía atravesar blindajes, o filas de necromorfos, una herramienta diseñada para taladrar minerales duros casi como el diamante no vendría mal. Además, repartió las bengalas entre los tres, nunca venían mal.

Con todo aquel equipo, y armado hasta los dientes, parecía un arsenal andante. La suerte de su constitución y fuerza, es que podía con todo ese armamento sin problema alguno, incluso usar armas de que un humano debería emplear a dos manos, como si fuera de una sola, o cargar con equipo él solo que necesitaría dotación. Miró la consola de la lanzadera. Joder... Equipo, vamos a pasar frío. Ahí fuera es el infierno congelado... Puede que los trajes no resistan mucho, pero es lo que hay. Además... Mierda. Se preocupó  al ver la alerta por tormenta. Hay que moverse, rápido, coged todo lo que necesitéis y podáis. Vamos en esa dirección. Hará un frío tal que será intenso hasta dejaros sin sentido. No dejéis de andar, y seguid la indicación de los HUD.

Cuando estuvieron todos listos, abrió las puertas de la lanzadera y la rampa. Aquello fue como si mil estacas de hielo le atravesaran el cuerpo. Aquel frío no era como el del espacio, no estaba despresurizado, era un gélido temporal, húmedo y que calaba hasta el alma. El paso por la nieve era horrible, porque incluso respirar costaba. Hasta su visión era subyugada por el frío. Por suerte, su capacidad de resistencia era muy alta, lo que le permitiría aguantar hasta el punto que señalaba el mapa. No veía, pero por suerte, estaba a la suficiente distancia para no perder a sus compañeras, señalándole dos luces de galibo. Habían llegado a un punto de control, una garita para el refugio y descanso del personal de  exteriores de la colonia. Abrió la puerta, y las hizo pasar.

El interior era mucho más cálido, estaba diseñado para estar térmicamente aislado. Se relajó para entrar en calor, dejando espacio a las chicas, ya que el lugar era estrecho y mínimo para el personal. Dejó sus armas a un lado, para observar el PAD del tiempo, y sincronizarlo al ordenador de muñeca, solo para soltar un "Oh... Oh" que no anunciaba nada bueno. Está empezando a empeorar la ventisca... Vientos huracanados y... Joder. -500Cº, con esa temperatura, da igual lo duro que seas, con una temperatura así te congelarías en menos de dos minutos... Literalmente. Hace falta algo... Como eso.

Señaló los trajes, y aunque no se diera cuenta de las tallas, reparó en un detalle aún peor. Joder Yun, lo has hecho bien no, espectacular. Pero creo que te has pasado con la pirotecnia... Ahora estamos todos en otra carrera contrarreloj. La estación caerá encima de nuestras cabezas en un tiempo alrededor de 4 horas... Hay que espabilar. Dijo mirando los trajes. Aún no lo sabía, pero debido a su condición  alienígena, no habría traje especial para el grandullón. ¿Qué se podría hacer'

Observó a Yun hacer el traje, y ni corto ni perezoso, se fue quitando su traje de vacío. Al verse su torso, se podían apreciar sus terribles cicatrices de combate: Los dos disparos en su torso, en especial la del pecho, que tenía diez centímetros de radio. Un ser humano no habría podido sobrevivir a algo así, parecía de un proyectil de calibre 50 o doble O. La otra, m´sa visible, eran las arrugas por quemadura que tenía desde la base derecha del cuello, y se extendía por todo su brazo derecho. Aquellas marcas indicaban una cosa: Los drakoyanos eran una especie muy, pero que muy dura de pelar. No le importaba estar casi desnudo delante de Yun, para después, ir poniéndose el nuevo traje. Gracias, compañera. Ahora te debo dos rondas. Dijo con una sonrisa a medias. No había mucho que celebrar, puesto que tenían que seguir moviéndose. Al ajustarse el traje, se acopló algunas protecciones intercambiables del traje anterior, en especial el brazal con el datapad, las hombreras para el sistema de anclaje del armamento, unas pocas placas de kevlar, y los acoples del cuello para el casco. Colocó sus armas una a una con cierta procesión, como si fuera un ritual. Para Puff, el armarse debía ser algo que requería tiempo, y concentración. De ese modo, podía desenfundar con soltura, y más armas tan variadas y grandes. incluso pudo ajustar un sistema de guía para el minigun, para no tener que usar las dos manos, una especie de resorte de tres piezas de tres varas de metal que se expandía de forma telescópica y se ajustaban al brazo. Con las armas pesadas, había que estar siempre preparado. Una vez listo, ayudó a Yun a asirse bien el contenedor, y a agarrar él también, para compartir peso. Muy bien, llegamos aquí juntos, y saldremos de aquí juntos ¿Preparada? Vamos allá.

BSO:

Afuera, la tempestad era un infierno blanco, una continua cegera nívea que no permitía ver más allá de las narices. Por suerte, la tecnología estaba de parte de nuestros protagonistas, ya que los HUD permitían hacer una trazabilidad del terrno. Aquella simple caminata de a lo mejor unos pocos metros, se estaban conviritendo en kilómetros interminables. Ante tal esfuerzo y privación de sentidos, uno perdía la noción del tiempo. Aunque, por fin... En un cambio de viento, la vieron: La colonia. Estaba sentada en la base de una montaña, lo cual la protegería contra los elementos. Blaze le señaló la dirección a Yun, y la dio un leve toque en el hombro, para animarla. Sintió la vibración del cuerpo de la magi. Así que, así era cómo se mantenía caliente: Mediante las vibraciones de su cuerpo y la microfricción. Muy inteligente, le estaba agradando más la grandullona, no era solo una montaña de músculos. Eso le hizo coger más confianza. Al llegar, observaron el bloqueo de la puerta principal, pero al menos había esperanza: La puerta de servicio parecía accesible.

Llevó junto a Yun el contenedor a la base del elevador. Los controles estaban cubiertos de nieve y hielo, pero estaban diseñados para resistir semejante frío. Al pulsar el botón, les elevó hasta la puerta de servicio, la cual... No estaba cubierta de hielo. Al mirar la cerradura principal, daba señales de que alguien, o algo, había pasado por ella. Le hizo un gesto a su compañera, y sacó su escopeta, un arma de corto alcance para deshacerse de problemas que quisieran saltarles a la cara. Cuando ella estuvo en posición, abrió la puerta, y al acceder, su sorpresa era máxima: Civiles, vivos. Alzó la mano y guardó la escopeta, para después, mostrar su rostro alzando el casco.

Tranquilos, somos de la Alianza de Colonias, ha llegado la caballería. Dijo para tranquilizar a aquella pobre gente. Quince personas, hombres, mujeres, y dos niños pequeños. Sin pensárselo, comenzó a repartir de su bolsa personal, unas tres mantas térmicas, de color plateado, que se usaban en las emergencias, y todas sus raciones. Ellos las necesitaban más que él. Fue un acto instintivo, para eso vivía realmente Puff, más que para vivir aventuras, era para ayudar a los demás. Su generosidad se vio recompensada con miradas de agradecimiento, y sonrisas de alivio, pero el miedo y en parte la locura estaban presentes en los ojos de aquella gente. ¿Qué ha pasado aquí, qué ha ocurrido con el resto de colonos? Su respuesta vino por parte de un orondo, aunque ojeroso miembro de los cuerpos de minería.

Nos enviaron aquí, para hacer prospecciones de dilitio... Supuestamente. Después, en la excavación, encontramos esa... Cosa, y nada más aparecer, los de seguridad sellaron la zona hasta que la llevaron a la extractora. Nos dejaron aquí tirados, y fue cuando comenzó la masacre. La gente moría, y... Y... después... Los... los muertos, ¡Los muertos! Aquel pobre diablo se agarró las sienes, intentando no sucumbir ante el horror sufrido. Con un suspiro, le dejó tranquilizarse. Y mientras, uno de los niños, una niña pequeña, le cogió de la mano a Yun, sonriéndola. Que grande eres, de mayor quiero ser como tú. Seguro que así, los monstruos no me harían daño. A veces, el prisma con el que veían las cosas los niños hacían enternecerse al drackoyano, el cual acarició la cabeza de la niña. No te preocupes, os sacaremos de aquí, lejos de los monstruos. La criatura de macilento aunque adorable aspecto asintió, sin dejar de asirse a la mano de la magi, a fin de tener un punto de apoyo sólido. Te queda bien. Le dijo a modo de broma, para mientras, volver con los colonos. Según el registro, hay una nave en esta colonia que nos puede sacar de aquí. La respuesta fue inmediata. Está en el centro de la colonia, en el hangar. La estábamos preparando para repararla e irnos, pero esas... Cosas, nos superaron. Intentamos llegar al cuarto de seguridad, pero no tenemos el equipo necesario. Si fuéramos armados, tendríamos una posibilidad. Con un asentimiento a su compañera, las palabras bastaban, sabían lo que tenían que hacer. Repartió las armas restantes del cajón entre los colonos, especialmente los que parecían más despiertos y hábiles. incluso dio su escopeta al redondo minero, junto con un comunicador. Canal dos. Mantenéos en silencio, y discretos. Nosotros iremos al taller a por las piezas. Dadnos el estadillo con las piezas necesarias. El mecánico que les habló de la nave les tendió un cubo de datos, el cual lo enganchó Blaze a su datapad, y en sincronía, con el ordenador de Yun. Listos para partir, sintieron algo.

No era la ventisca que cambiaba de dirección. Era algo grande, una mole que parecía andar cerca de ellos. El miedo comenzó a invadir a los supervivientes, por lo que Puff les hizo la seña del silencio. La niña pequeña se abrazó a Yun de forma instintiva, estaba aterrada. el drackoyano la separó despacio, entre los leves sollozos, para luego dejarla con una de las colonas. Hay que moverse, despacio, y de forma segura. No os detengáis a combatir, disparad solo para frenarlos y llegar a la sala de seguridad. Y así armó a los colonos con un total de tres escopetsa, un cañón de raíl y un lanzallamas. Al comenzar a moverse dentro de la colonia, esperaba que sus problemas se quedasen fuera, con el frío.

Se separaron de los colonos por una bifurcación, y fue cuando sacó el minigun, dejándolo en ristre con una mano, mientras que con la otra miraba el datapad. Bien grandullona. Vamos allá. Comenzó a caminar en dirección al taller. Quién sabe qué se encontrarían de camino a su objetivo.

OFF: