Nada había que hacer, era como si no encajará del todo en este mundo, había pasado ya un tiempo desde que desperté confuso, confuso y desorientado. No sabía ni quién era siquiera pero eso importa poco, da igual que hubiesen pasado cincuenta y cuatro años desde la última vez que tengo consciencia de estar despierto y que no haya envejecido, me mantenía igual, bueno miento, a lo largo de los días había descubierto cosas sorprendentes sobre mi, tenía nuevas capacidades: Era más rápido, más ágil, más fuerte, atributos realmente que superaban las capacidades humanas, de eso no cabía duda, como si fuese de otro planeta incluso me atrevería a decir. Hablando de otros planetas, ni siquiera me encontraba en el mío sino en Eden una especie de colonia interplanetaria que hacía por así decirlo de Naciones Unidas de mi época.

El mundo se me hizo raro y confuso, no obstante parecía algo sacado de un comic de Space Opera que me encantaba, lo que no me gustaba tanto era la forma de vida que llevaba en este mundo, más de cincuenta años sin nadie al que recurrir o ningún familiar vivo (o al menos eso creo) no me daba mucha opción a buscarme la vida de mala manera. Estaba robando literalmente para sobrevivir en este mundo. me había convertido en una especie de carterista. Era lo mas parecido a una rata de cloaca y me despreciaba por ello pero la primera semana fue horrible, pase hambre, no tenía donde dormir y la gente me ignoraba por completo, mucha de esas cosas no han cambiado: la gente me sigue ignorando y no tengo techo donde dormir pero al menos podía conseguir ropa ''decente'' comida y material de aseo, todo gracias a que me estaba convirtiendo en un ratero.

Mi modo operandis era bien sencillo: escoger a una victima, una victima que pudiera robar y aprovechar para robarle sin que se diese cuenta. ¿Qué robar? eso daba igual, no tenía nada por lo que cualquier cosa era útil y si no podía sacar créditos por cualquier objeto en los suburbios. Lugar donde me encontraba. No era difícil encontrar problemas en este barrio y también era simple encontrarme con mercenarios y matones con dinero u objetos de valor. Encontré otra presa. Un hombre alto, con barba y pelo largo, por sus vestimentas juraría que parece un caza recompensas de la guerra de las galaxias. No lo dude, lo encontré en un bar y parecía que tenía créditos de sobra. Cuando salió del bar yo lo hice con él dando algo de espacio y tiempo, le estuve siguiendo como unos cinco minutos hasta que ataje por un camino para encontrarme con él de frente y chocarme con él tipo. - Pe-perdón - comente con la voz pálida como si fuese un drogadicto y me marche con la mirada perdida habiendo robado la cartera. En el pasado hacía trucos de magia por lo que era fácil para mi hacer esto sin que se diesen cuenta. Apresuré el ritmo después del choque y doble en la primer esquina en la que tuve oportunidad.