Debo decir que el ver a esa tan hermosa, cara y muy exigida bailarina enfadada con Ágnes al verla muy cariñosa a mi lado me hizo mucha gracia y fue muy satisfactorio, una lástima que ella no se atrevió a romperle el corazoncito. Me imagino la cara que aquella bailarina habría puesto pero en fin, yo tampoco me he quedado con las manos vacías, falta mucho para que esta noche acabe y la tengo a ella conmigo. Luego de ese tan interesante y sensual show que hizo junto a la bailarina no tuve otra alternativa más que acceder a ir junto a ella a su local. ¿Debía pensar que tal vez esto sea una especie de trampa? Siempre hice caso a las enseñanzas de mi progenitor, jamás bajar la guardia y hasta desconfía de tu propia sombra. Sus enseñanzas me salvaron el pellejo más de una vez pero no siempre les he hecho caso, este es un gran ejemplo de ello.

-¿Me habías dicho que tenías un bar en tu casa? No te cortes con la bebida, este asesino sabrá pagarte a su debido modo, si es que no tienes un método de pago en mente- suelto una pequeña carcajada la cual resuena por las zonas bajas y algunos indeseables que se ocultan y otros que no tienen porqué tenerle miedo a nada, tipos duros que habitan este lugar, traficantes, ladrones, asesinos, aquí hay de todo y siempre que nadie irrumpa en sus negocios o no seas parte de la molesta policía o tengas uno de esos uniformes brillantes pues nadie tiene porqué salir en bolsa de plástico de estos lugares. He invertido buenas horas de vida aquí haciendo negocios, aceptando contratos y recibiendo mi paga y por supuesto...perfeccionándome.

Tardamos en llegar a su negocio mucho menos de lo que pensaba, por fuera el lugar no parece la gran cosa pero una vez que ella enciende las luces me quedo muy sonriente contemplando el lugar -Estoy sorprendido, me esperaba cualquier cosa menos un sitio tan elegante- he pisado incontables bares de mala muerte y pocos pero sumamente lujosos sitios vip, éste tranquilamente podría ser uno de ellos. Deslizo suavemente la palma de mi mano sobre uno de los asientos delante de la barra, de cuero y muy comfortable -Ojalá no te moleste que me ponga cómodo por aquí- acabo quitándome la cazadora para dejarla sobre una de las sillas -¿Entonces harás de bartender esta noche para mí?- pregunto con una muy dulce voz a la vez que le ofrezco una cálida sonrisa. Procedo a desactivar una cuchilla oculta en mi muñeca y la dejo a un lado de la barra, es una pequeña y simple herramienta para salir de apuros -Un pequeño voto de confianza, Ágnes- mi rostro y voz se tornan un poco más serios, quiero creer que no estoy cometiendo ni un error, un pequeño error y...

La vuelta a casa había sido cuanto menos rápida, no habíamos perdido demasiado el tiempo en los callejones. Sin embargo yo no conseguía quitarme la duda de la cabeza, no sabía hasta que punto estaba haciendo bien llevando a aquel extraño de una noche a mi local. Realmente era una estupidez, pues cuando abría el local venía todo tipo de gente, y el podía haber sido uno de ellos perfectamente... No obstante, la duda me rondaba, por el hecho de que seguramente acabaríamos ambos en mi zona de control, y aquella zona era prácticamente mi casa; para acceder a ella, había que subir por las escaleras que estaban ocultas. Su pregunta me distrajo durante un rato, mientras le miraba con los ojos entornados y esbozaba una sonrisa; era verdad que tenía una gran colección de alcohol en mi querido bar, pero no podía tampoco dejar que aquello le saliese gratis.

Suspiré una vez llegamos al local y encendí las luces, lo cierto es que era demasiado elegante, pero podía permitir que eso fuese así, dado que estaba en la zona más concurrida de las zonas bajas. -Cierto, es bastante elegante para lo que es la zona... Pero para mi sigue siendo un cuchitril, ya que los usuarios que lo visitan no son nada más y nada menos que mercenarios- me encogí de hombros, mientras observaba como Noctis dejaba aquel arma encima de la barra; no pude evitar dibujar una sonrisa en mi rostro y posar una de mis manos en la misma, haciendo que la puerta principal se cerrase, dejándonos a los dos dentro. -Créeme, esto también es un acto de confianza... No me encerraría con un fanático del asesinato...- pegue un brinco poniéndome detrás de la barra -Bien, hoy te serviré yo... Pero tienes que contestarme una pregunta...- mantuve una sonrisa picara en mi rostro -¿Del uno al diez cuanto me deseas?-.

Me encantaba poder jugar así con una persona, y que menos que poder tomar confianza con el que sería mi compañero a partir de ahora... Me gustaba poder picar sexualmente a este y sobretodo, poder llegar a extremos inimaginables, como estar sin ropa encima suya, sin tener que mantener ningún tipo de relación sexual... Para mi ese era la cúspide de la confianza, y comprobaría si él era merecedor de ella, conforme se fuese soltando con mis bebidas alcohólicas... -Pero antes...- preparé un ron con colacola de toda la vida, pero el ron era acaramelado, dejando este un sabor exquisito, un par de hielos estaban ya en el vaso; finalmente se lo dí. -Ahora sí...- sonreí melosa, apoyándome en la barra -Dime cuanto me deseas y como te gustaría verme-. Con disimulo quité aquella arma de su alcancé, para asegurarme que no me degollase en mitad de mis juegos... Al menos si me degollaba después de una noche intensa, quizás habría merecido la pena... Pero para eso, primero, tendría que pasar un rato.

Una clientela conformada casi exclusivamente por mercenarios. Ser bartender y dueña de un lugar así sin duda tiene sus pequeños beneficios, rumores e información jugosa principalmente, debe de ser un paraíso para ella, toda una amante de la información y los secretitos. Fanático del asesinato, era la primera vez que alguien me llamaba así y me hacía mucha gracia. Mis contratistas y mis víctimas me han puesto de los motes más variopintos pero muy pronto se les va la tontería. Me recuesto sobre el respaldo de cuero de la silla y examino su rostro con la mirada, esos ojos tan particulares, la forma en la que lleva su cabello y por supuesto cómo no mencionar esa sonrisa pícara suya que poco a poco me va gustando cada vez más.

Estoy por hablar pero una intervención suya me obliga a cerrar la boca pero mi sonrisa no se borra por nada del mundo. Observo cada uno de sus delicados movimientos y gestos mientras prepara una bebida. Me prepara algo simple pero con una pinta más que excelente. No puedo evitar percatarme de cómo se deshace de la pequeña herramienta de trabajo, esa que entregué hace un momento atrás. Yo no pienso en rebanar limpiamente esa bella garganta suya a menos que me vea fuertemente obligado a hacerlo y vamos, todo esto es una prueba sumamente divertida pero no logro entender cuál es el punto exacto de la misma. Me bebo un buen trago de ese ron con cola que ella me ha preparado, está exquisito -Deseo verte desnuda, sin secretos, que me enseñes todo- río brevemente -No hay número capaz de describir lo mucho que deseo tenerte entre mis brazos ahora mismo- dejo el vaso con la bebida a un lado por unos instantes.

-Bebe tú también, ¿o será que acaso planeas emborracharme hasta que caiga redondo sobre la barra? Ambos sabemos que esa sería una forma aburrida de terminar la noche- bromeo con ella pero vaya, no pido que se embriague pero me encantaría verla más suelta -Podrías prepararte algo, sentarte a mi lado o mejor aún, sentarte en mi regazo- dejo florecer una pequeña sonrisita. Mentiría si dijera que esta mulata no me encanta. A la mierda las reglas que me han inculcado y bajo las cuales he vivido desde que tengo memoria, ésta noche solamente tenemos nuestras miradas y sonrisas para el otro -Ya que sabes lo mucho que te deseo ahora mismo, ¿cuánto me deseas tú a mí?- me llevo el vaso a los labios y ésta vez solamente dejo el par de cubitos de hielo en el fondo. Vuelvo a ver a mi querida Ágnes a los ojos, a ella sí que no la rebajaría con nada, me la bebería por completo.