Recuerdo del primer mensaje :

Medianoche, tal vez más tarde. En un bosque, o al menos algo similar a uno. Y una chica paseando entre los árboles. Había pasado bastante tiempo en aquel planeta como para encontrarse familiarizada con dicho entorno, ahora familiar y casi aburrido. Echaba de menos Heitaif, donde la noche mostraba la vegetación con más hermosura que el día. Cuando las flores se convertían en estrellas flotantes y  finas hiedras rodeaban los árboles como decoraciones navideñas. Ni siquiera tenía que cerrar los ojos para recordar aquel paisaje, nítido frente a ella casi podía oler la esencia cítrica de la mayoría de flores. Al desvanecerse el recuerdo solo quedaba oscuridad frente a ella, acogedora penumbra con el sonido de pequeños animales nocturnos y el flujo de una corriente de agua. Siguió el sonido, en algún punto se había quedado descalza y solo la larga tela de su falda, rozando contra pequeños matojos, provocaba un leve murmuro delatando su movimiento.

Sus manos frías, como casi siempre, apartaban ramas en su camino con la vista fija en el claro que alcanzó en poco tiempo. Los dedos se sus pies alcanzando la orilla en solo un par de pasos. El cauce parecía ensancharse al final así que decidió seguirlo, libreta y bolígrafo en mano, lleno de palabras inteligibles para cualquier terrestre y no, no solo por su mala letra.

El instinto pocas veces engaña, o al menos el suyo. Es probable que con su sentido de la orientación no se acuerde de por dónde vino y, de ese modo, quede totalmente perdida, pero conoce las estrellas, sabe ubicar el norte, y conoce los bosques, donde sea que haya agua o la madriguera de alguna bestia y ella puede deducirlo. Solo hay que fijarse en la humedad, escuchar un poco y mirar si hay huellas frescas en el suelo, hasta un niño podría hacerlo.

Lo que era un riachuelo se convirtió en un río, no muy ancho pero aún así caudaloso, y finalmente apareció una laguna, agua negra  y una segunda luna en el centro. Tal vez alguien más hubiese pensado que era una vista hermosa y la habría fotografiado y habría pensado que Julie se dedicaría a escribir una descripción del lugar pero no podrían estar más equivocados pero ella decidió escribir un cuento para niños, no su especialidad pero si entretenido de hacer.

"Un cuento sobre una tímida estrella, enorme, brillante y lejana, pero celosa de la luna que aún siendo menor a ella era más brillante para los humanos. La estrella se había enamorado de un poeta, un poeta que siempre dedicaba sus poesías a su única musa: la luna. La estrella estaba celosa y no entendía como un astro frío como la luna podía ser más importante para su amado que ella, una esfera más grande que el sol. Fue entonces que el poeta enfermó gravemente"

Se detuvo un momento pensando qué clase de final debía haber. El poeta, como mortal, moriría tarde y temprano, pero también las estrellas mueren. ¿Cómo podría hacer la tímida estrella para llamar la atención de su amado? La respuesta es que no podía, algunas cosas están lejos de nuestro alcance y hay que aprender a dejarlas ir. Julie pensaba en su padre, en si buscarlo había empezado a ser una misión imposible o todavía no debía perder la esperanza.

La joven dejó la libreta a un lado y caminó hacia el agua, pequeñas piedras al principio, al alcanzar el fango se dio la vuelta, flotando de espaldas con los ojos fijos en la luna balanceó los brazos para mantenerse a flote en el agua dulce. Una gran bocanada de aire y todo su cuerpo se sumergió, a cuantas más burbujas salían de su nariz más se hundía ella y aún así la luna seguía visible desde allí. Se preguntó cuánto más debería hundirse para que dejase de verla.

Se paró de pronto, cogiendo a tiempo la capa que le tendía y apunto de reprochar para decir que estaba bien y que quería ayudar a recoger leña pero él se había alejado. Doblando la prenda con cuidado para no mojarla más se cogió la larga cabellera enrollándola para dejar caer el agua, lo mismo con la tela de su larga falda. Matt no tardó el volver con unos pocos frutos y leña.

- Vaya, así que magia de fuego -dijo con una sonrisa cómplice mientras sacudía las últimas gotas del tejido blanco- Puedes llamarme simplemente Julie -dijo acercándose a la llama, mirándola un momento de reojo para luego empezar a deshacerse de la ropa mojada, dejándola en una roca a corta distancia del fuego para que pudiese secarse, envolviéndose en la suave capa que cubría hasta un poco por encima de las rodillas.

-  Gracias -dijo sentándose al lado y cogiendo una fresa, acurrucada en su propio cuerpo con las rodillas flexionadas tenía la libreta de nuevo con ella, abrazándola como si fuese una criatura delicada, un animal indefenso, solo por el tacto sabía que era la suya, incluso solo con las yemas de los dedos podría pasear las páginas y saber qué hay escrito en cada una de ellas- Antes, mencionaste que tu madre era una magi -dijo con suavidad- No tienes que responder pero tengo curiosidad por saber cómo era ella -lo miró un momento- Echo mucho de menos a la mía, siento como si no le hubiese agradecido lo suficiente todo lo que hizo -sus dedos jugaron con la piedra azul, una gema que en la Tierra valía millones de monedas, un tesoro más preciado que cualquier mina de diamantes y aún así ella solo lo guardaba por su valor simbólico.

- Sí, es por parte de mi madre. - Susurró respondiendo ante la afirmación de la fémina, aún la otra mitad de la freta seguía en la mano izquierda la cualmantenía extendida sobre su rodilla, la observó de reojo entreabriendo su mirada mientras la veía acercarse, no quiso der un indiscreto ni que ella terminara por sentirse incómoda así que sin tardar demasiado apartó su vista de ella. - No me gusta Julie. - Murmuró bajo terminando por levar el otro trozo de aquel delicioso fruto a su boca para terminar por comerlo tirando el rabillo de este a un costado.


Negó con suavidad tomando otra fresa igual con su mano izquierda para morder la mitad de esta. - No agradezcas, seguro seguirías metida en el agua si yo no hubiera llegado. - Murmuró escuchando atento las palabras de ella, su mueca se volvió a tornar serena e incluso una sutil sonrisa se dibujó en sus labios. - Pues… Hace tantos años que apenas si recuerdo su esencia… El único recuerdo que tengo de ella es esta piedra.- La apuntó, aquella violeta que colgaba de su trenza. - Siempre la llevaba como colgante y cuando la perdí reclamé lo que me pertenecía honrando su memoria. - Susurró bajo volviendo a marcar con amargura sus palabras. - Pero algo que puedo asegurar es que todas las Magi son hermosas, de eso no hay duda. - Agregó observándola de soslayo sonriendo un poco más. - Seguramente ya te hubieras metido en problemas si hubiese llegado alguien más a parte de mi. - Terminó por decir terminándose la fresa.


- ¿Por qué escritora? - Cuestionó en un susurro. - ¿A caso escribes para los demás tus vivencias? ¿Historias que te cuenta alguien más? - Se le notaba la curiosidad por sobre mucho, no negaba que el lugar se había vuelto bastante tranquilo, aquel fuego extrañamente para el rubio se había vuelto más cálido y el momento podría describirse en cualquier cursi libro de un enamorado poeta como la perfecta situación para cualquier par de enamorados. - ¿Aún tienes frió? - Reincidió con aquella pregunta tomando nueva y última fresa dejando otro par para la fémina. - Te vas a resfriar si no entras en calor rápido. - Volvió a decir en un sutil tono de regaño mordiendo la fresa, le era irrelevante lo que le pasara a la chica pero la sensación de esa esencia tan familiar no lo dejaba estar tranquilo comenzando a inquietarse un poco, a medida que ella se secaba su aroma comenzaba a ser un poco más marcado y de más agrado para el Eidos.

Con un poco de sorpresa e indignación se giró a mirarlo, todo el mundo la llamaba Julie, o al menos aquellos que podían afirmar conocerla. Además, por alguna estúpida razón que dijesen su nombre completo le resultaba demasiado personal y recordaba las voces de su familia y vecinos en la colonia. Como si con un solo nombre se destapase una botella de recuerdos- ¿Por qué no?- preguntó un poco enfurruñada y casi a la defensiva.

Esuchó atentamente, fijando ola mirada en ese pequeña gema que colgaba de su cabello, violeta y redondeada, se preguntó si aquella era también una piedra mágica capaces de guardar sonido- La belleza es solo un cebo en criaturas como nosotros -dijo desabrochándose el colgante y cogiendo con cuidado la piedra- Trampas de miel -llevó la gema a sus labios, esta brilló suavemente- Mi madre grabó esta canción con el piano, solía tocarla cuando era una niña -dijo acercándosela, una suave melodía empezaba a sonar- Son muy codiciadas en este planeta, muchas mujeres magi poseen esta clase de amuletos, algunos mágicos, otros no tanto.

Poco a poco el brillo desapareció y se llevó consigo la música, la menuda joya volvía a decorar su cuello- Sí es cierto que soy propensa a meterme en problemas -dijo cno una suave risa- Parece ser que me atrae el peligro -alargó el brazo y cogió otra fresa, en general solía inundarlas de chocolate y azúcar pero estas eran bastante dulces de por si y grandes.

-  Colecciono sueños, por así decirlo. Suelo inspirarme en los más bizarros sueños que tiene la gente al dormir. Pero es cierto que resulta inevitable poner una parte de mí misma en las novelas, un pedacito en cada personaje y cada escena especialmente detalles de mi planeta natal. -hizo una pausa para seguir comiendo- Las palabras son poderosas, pueden destrozar todo lo que eres y pueden cambiarte para siempre. No quiero que la gente me relacione con mis libros así que utilizo un pseudónimo. En general, mis historias suelen decir lo mismo: no eres el único y esto es lo que tienes, acéptalo.

Se terminó la fruta con una sonrisa y volvió a acurrucarse con la capa, el fuego ya había secado su piel pero su cabello aún goteaba lentamente-  Estoy bien, no suelo resfriarme, tengo una temperatura corporal bastante alta -dijo con una suave risa pues Matthew usaba el mismo tono que su padre, especialmente cuando solo él cuidaba de ella.

Spoiler:

- Simplemente no me gusta, no a todo el mundo le gusta algo y que todo el mundo te llame así no quiere decir que yo sea uno más del montón. - Respondió con cierto aire de desinterés y arrogancia ladeando su rostro y levantando su barbilla para acto seguido esbozar. Observó unos instantes la luna, adornada con aquel oscuro manto y cielo despejado dejando ver en totalidad la majestuosidad de los astros.


Se le hizo extraño como aquella piedra reaccionaba a la voz de la joven o quizá no… Quizá era el mero sentimiento lo que daba pie a que aquella extraña piedra parecida a la propia, sólo que presentada de una manera más… Femenina y cambiando un poco su forma y color. No negó que le sorprendió que esta emitiera ese tipo de sonido, pero calló, se reservó sus comentarios y volvió su vista al fuego.

Seguía escuchándola atentamente, asentía a cada palabra y en otras sólo la veía de reojo, dándole la razón tras lo dicho por su trabajo, el rubio se encogió de hombros. - Muchos creen que así encuentran la inmortalidad, vivir eternamente en la mente, en los recuerdos de otros y aunque jamás fueron personas… “relevantes” en sus vidas quien lee un libro es por que le gustó y te llevas en silencio el reconocimiento de un ser que jamás conocerás, creo yo. - Comentó sin mucha gana, sí, amaba leer, pero era un tema que le costaba un poco asimilar, le daba algo de pereza pensar demasiado. - Aunque no a todos les gusta los sueños de otros, a veces tienden a ser algo… Desagradables. - Murmuró y cerró sus párpados completamente al recargarse en la roca asintiendo tras escuchar la última respuesta tras su pregunta. - comprendo, supongo que pasaremos la noche aquí, mañana temprano saldrá el sol y el rocío de la mañana será un problema. Sólo espero que de verdad tu temperatura corporal sea lo suficientemente alta, si te enfermas no quiero que llenes mi ropa con los fluidos de tu nariz- susurró en una sutil broma comenzando a dormitar, no tenía nada más que preguntarle a la fémina y se le notaba a ella que tampoco tenía muchas preguntas por hacerle. El silencio inundó el lugar siendo solo el sonido del agua chocar en la orilla.

Con un leve suspiro dejó el tema de lado, la joven nunca había contado con demasiados apodos por así decirlo, todo lo que tuviese que ver con palabras se volvía un tema delicado y quisquilloso para ella, lo cual incluye nombres de personas. En lugar de juzgar libros por su portada los juzga por su título.

- Es imposible que todo el mundo piense igual en lo que se refiere a leer, cada uno consigue una satisfacción distinta y eso es algo en el que el escritor no puede interferir -concluyó sin ganas de argumentar sobre el tema, el fuego poco a poco consumía la leña y terminaría apagándose antes de que la luz de la mañana volviese a iluminar el bosque.- No veo por qué el rocío será un problema -comentó suavemente para luego reír con una amplia sonrisa- Es cierto, seguro que esta prenda es más cara que una casa -concluyó con una mirada de soslayo.

La llama menguó y entre sus ondas volvió a ver al niño de silueta difusa y ojos tristes, caminando por la orilla con la cabeza gacha y el murmuro de un llanto, el fuego había atraído también a una joven adolescente con un vestido rasgado y sin zapatos, el segundo fantasma gritaba con furia algo referente a sus últimos recuerdos en vida. Uno a uno aparecieron más y más, no tantos como los que recorren las calles pero suficientes para perturbar su tranquilidad, en parte por eso solía utilizar el colgante cada noche.

Con las manos juntas se acercó un poco al fuego, avivando este con su propia llama dorada, una rara característica que, en realidad, no hacía ningún cambio mayor en el elemento pero el fuego opaca las siluetas borrosas de fantasmas y bueno, obviamente te mantiene caliente. Escondió las manos bajo la ropa para enrollarse y cerró los ojos apoyada en el hombro de Matheus.

Bostezó y cerró totalmente sus párpados disponiéndose a descansar, la pereza comenzaba a poderle, sin embargo el calor de aquel fuego comenzó a extinguirse, algo que ya veía venir el rubio. No le preocupó en lo más mínimo pues, él estaba bien, su temperatura corporal era perfecta y seguramente la de la muchacha también. No fue hasta que una suave luz que apenas si atravesó sus párpados se hizo presente la cual de igual manera era cálida. Abrió lentamente sus párpados observando en las manos de la muchacha un suave resplandor dorado que a textura y apariencia se podría jurar era fuego mas su color era lo inusual. No se le izo extraño conociendo las habilidades de los seres como ella, así que lo dejó pasar sin decir más.


Ladeó un poco el rostro observando como la muchacha comenzaba a acomodarse siendo su hombro el que tomase papel de almohada en este momento. Suspiró, el contacto físico no le era demasiado bien dado pues con su poca delicadeza y manos algo.. Inquietas tendía a abusar de ello. Levantó la mirada algo pensativo y tras meditarlo un poco terminó por decidirse. Se giró un poco y con atrevimiento pasó su brazo por detrás de la espalda de la joven y la otra por debajo de sus piernas sin quitarle la capa de encima, la atrajo hacia el sentándola en sus piernas por uno de los costados y abrazándola atrayéndola a su pecho. - Va a ser una noche fría. - Susurró algo adormilado y fastidiado, extrañamente no se sentía a gusto, juraría que sentía le observaban a él y a su ahora acompañante, su mero instinto sólo le incitaba a cuidarla.


La abrazó un poco más haciendo que esta se acurrucara más en su pecho, no negaba que ella igual estaba cálida, ambo no pasarían frío. Bostezó nuevamente y la observó de reojo. - Mañana temprano te llevaré a tu casa. Así que descansa y deja de molestar… - Volvió a renegar mas no era con la necesidad de ser agresivo. Se le notaba el sueño en la mirada y como cualquier perezoso lo único que quería era dormir ya. Le sonrió con sutileza sin decir más, quizá aquella acción más que para cuidarla era para satisfacer aquel egoísmo que pedía volver a sentir el dulce aroma de la fémina

Sin darse cuenta Mattheus la había rodeado con un brazo, ladeando el rostro a tiempo para notar como la movía sin problema abandonó el frío suelo. Su cuerpo emanaba una suave y agradable calidez alejando la frialdad de los fantasmas. Juliette no estaba acostumbrada a dormir cerca de alguien más, no desde que había llegado a aquel nuevo planeta, pero un poco familiar.

Rió en silencio y cerró los ojos, algo le decía que la monotonía volvería al día siguiente. De vuelta a su casa en frente de un escritorio de roble y hojas desordenadas por toda la habitación, y aquel prácticamente desconocido tomaría el camino contrario. Poco a poco Morfeo vino a por ella mientras pensaba en su padre, aún sin pista de él la esperanza de encontrarlo se desvanecía como humo, empezaba a pensar que él de verdad no quería verla jamás o alguien le había cortado la garganta.

Antes de darse cuenta se había dormido, apoyada en el pecho de Mattheus y con el ritmo suave de ese corazón apagándose a la vez que lo hacía su conciencia para solo despertarse con la luz del alba. El fuego convertido en ceniza y, efectivamente, hacía frío. Su ropa estaba seca sobre una piedra y también ella. El sol brillaba suavemente entre los árboles y varias aves se habían despertado picoteando. No había ni fantasmas ni estrellas. Era una suerte que no tuviese ninguna cita con el editor y su horario de trabajo fuese muy flexible, debían ser entre las seis y las siete de la mañana, hora en la que todo empieza a despertarse. Con la capa de Mattheus aún alrededor de su cuerpo se incorporó lentamente buscándolo con la mirada.

Apenas si había caído la mañana el joven rey se había puesto de pie, recargándola con cuidado en aquella roca dejó a la fémina por un instante. Dormir en aquella posición había sido algo incómodo y aunque él hubiera hecho lo posible porque ella estuviese cómoda, el precio a pagar para él había sido algo alto. Apenas se puso de pie estiró sus brazos, bostezando y rascando su cabeza, encaminándose a la hierba para poder buscar alguna fruta para poder comer, entre los arbustos encontró algunas fresas, fastidiado del fruto buscó más alejándose más de la cuenta de la joven. Sin embargo en su camino había encontrado lo que en la tierra solía llamarse liebre la cual era de un tamaño mayor a lo conocido, sin pensarlo mucho cazó esta tras abalanzársele encima sacando su instinto animal, y sin más la devoró.

Había pasado tiempo y seguramente ella ya estaba despierta, limpió su rostro más no con mucho cuidado dejó un poco de sangre en este, regresando algo apurado tomó unos duraznos para su compañera, llegando cuando ella comenzaba a despertarse. - Eres una floja. - Claro… Lo decía el rey de la pereza. - Vístete, come algo y alístate para llevarte a tu casa. - Aquel tierno príncipe se le había ido en una noche y sin mucho tacto se le acercó tirándole los duraznos en las piernas a la contraria. Le sonrió de manera burlona enseñándole los colmillos pues algo de piel se veía por la abertura de la capa. - O si gustas quédate así, para mi mejor, la ropa sobra. - Se inclinó y la tomó del brazo sin lastimarla para ponerla de pie, la obligó a que pegara su espalda al pecho propio y con su mano derecha tomó las muñecas de la joven llevando estas por sobre su cabeza, con su brazo derecho rodeó su cuerpo apretando por debajo de su busto haciendo un poco de presión en este para marcarlo más. - Yo ayer te conté una historia, es tu turno, será tu pase para que te suelte. Cuéntame ¿Qué haces en Eden? - Cuestionó tajante apegándola más a su cuerpo.

Spoiler:

El hombre había desaparecido pero Juliette no tenía ni ganas ni intención de buscarlo o preguntarse si se había vuelto a casa por su cuenta, aún así, se mantuvo donde estaba pensando en nuevos planes para este día. Con los dedos se deshizo de unos cuantos nudos en el cabello y cuando iba a aproximarse a por su ropa la figura de Matheus volvió a aparecer del bosque. La magi había visto suficiente sangre como para reconocerla, imaginando que sería de un animal trató de no darle muchas vueltas.

- Si tienes tantas prisas puedes ir yéndote tú solo -dijo un poco a la defensiva, con sorpresa del cambio de actitud pero Julie seguía siendo estúpidamente orgullosa. Cogió uno de los duraznos y le dio un mordisco- Solo por no concederte el gusto creo que voy a vestirme primero -dijo medio en broma pero aceptando la "ayuda" para levantarse. Debería haber imaginado lo que iba a hacer después pero premonición no forma parte de sus habilidades.

La había agarrado con fuerza, incapaz de moverse con su esfuerzo físico alzó el rostro claramente molesta por aquello, esperando al menos obtener alguna explicación de por qué retenerla tan de cerca cuando ni siquiera había podido ponerse sus trajes de nuevo. Lo peor de todo es que él tenía su punto, incluso a pesar de la actitud actual, aquella noche él había hablado de cosas bastante privadas así que ella, a su manera, hizo lo mismo- Érase una vez en un planeta muy lejano una magi de ojos cambiantes -dijo al mismo tiempo que sus ojos pasaban a ser rojos, enfado e ira-  Primero mami, luego el vecino, y luego el hijo de este.  Poco a poco todos en la colonia empezaron a perecer, la familia de las Deidades de Fuego había engendrado a una Deidad de la Muerte. Todo el mundo huyó, alejándose de las desgracias de los que están entre la vida y la muerte. Sola con papi la niña creció y cuando la niña se hizo mujer papi desapareció. -paró en ese momento con absoluta y total seriedad- Hay alguien que estoy buscando y si no puedes ayudarme a encontrarlo no tengo más asuntos que atender contigo.

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