La había llamado, y... ¡Había dicho que si! No se lo podía creer. Y con ello, realizó unos preparativos dignos de un viaje como nunca. Puso todo lo necesario para de uno a tres días en el exterior. Nunca se sabía cuándo se volvería, o si habría contratiempos. Se había esmerado en un día como aquel, pues quería hacer sentir a Leila que aquel día merecía la pena. Cocina portátil, alfombra, toallas, mantas, hasta almohadas y una tienda de campaña. Todo dispuesto para un día en el campo. Según iba comprobando la lista de las cosas que llevaba, las iba cargando en un speeder de dos plazas, de uso utilitario, pero de diseño robusto. El maletero era bien amplio, además de que los enseres iban muy bien compactados, y eso hacía la carga mucho más eficiente. Luego pasó a lo más importante: La comida. Había preparado lo mejor de lo mejor, una selección de sus mejores recetas, para deleitar a su invitada. Vino del bueno de distintos bouquets, y unas cajas con algunas cosas más. Nunca se sabía. Una máquina de hacer hielo, y un refrigerador portátil. Poco a poco, el maletero era llenado, salvo dejando un hueco grande, para lo que quisiera introducir Leila, como su equipaje, o lo que sea. Habían quedado en pasar el día en el campo, pero... Muchas veces eso se convertía en una acampada.

El Speeder:

Con todo listo, se arregló en el espejo del lavabo del garaje de alquiler una última vez: Limpio, camisa de cuadros correcta, vaqueros correctos, y pañuelo azul correcto. Dientes limpios, pelo suave y sin grasa... Perfecto. Con todo perfectamente guardado y afianzado, se metió en el puesto de piloto. La cabina era amplia, para dos pasajeros, y una zona central común donde habían varios instrumentos y compartimentos donde dejar diversos objetos o lo que dispusieran los ocupantes. Al darle al contacto, notó cómo el speeder se elevó, y estaba listo para partir. Pisó el acelerador, y salió del garaje, a toda velocidad, hacia el punto de encuentro. Le hubiera gustado usar su moto, pero no estaba diseñada para viajes largos por el campo. Lo suyo hubiera sido usar una nave de desembarco, o un transporte persoanel, pero, como él le dijo... ¿Qué tendría de divertido, si lo emocionante era hacerse unas millas por tierra, disfrutando del paisaje y la compañía? Y en eso estaba pensando, en su compañía. Le había impresionado en su cena formal en la Estación. Pero solo había conocido a la capitana Maikal... ¿Quién sería la verdadera Leila, aquella que está detrás del uniforme? Esa sería su aventura: Averiguarlo.

El GPS del speeder le indicó la ruta, y la proximidad con el punto de encuentro: El Espacio Puerto Comercial. Estaba a las afueras, ya que a Puff no le dejaban entrar a Edén así como así, eligió un punto donde ella pudiese aterrizar con facilidad, y él no quebrantaría la ley. Muchas dudas le surgían de pronto: ¿Qué comida le gustaba, qué clase de música le agradaba? Iría vestida de uniforme... O formal. Otras más peliagudas le surgían de un modo preocupante: ¿Le parecería agradable la compañía de un drackoyano, o por el contrario... No prefería intimidades de ese tipo? Sacudió su cabeza para eliminar esas dudas. Ella había aceptado, había hecho el esfuerzo de hacerse un hueco en su agenda, e iban a pasar el día juntos... A solas. Y eso le daba esperanzas, porque... En el fondo, Leila le parecía una gran mujer, además de ser muy hermosa, valiente, y seguro que tenía la sonrisa más bonita del mundo. Con una enorme sonrisa en su hocico, aparcó el speder y se bajó. Miró su reloj, había llegado con un par de minutos de adelanto, le gustaba llegar bien a sus citas, y a una dama jamás se le hacía esperar. Vislumbró una sombra pequeña, la cual crecía. Presupuso que era el transporte de su cita, por lo que, miró esperanzado, nervioso, y a la vez, ilusionado. Incluso se comió un caramelo de menta, y se olió un poco a sí mismo, para comprobar que todo lo que encontrase Leila, fuese de su agrado. Pero entonces le volvió de nuevo aquella horrible duda, aquel temor: ¿Le agradarían los drackoyanos... Le agradaría él?

Realmente no sabia en realidad si realizar esto o no, pero finalmente accedi, yo no me sentia realmente entusiasmada, sino que mas que nada es para quitarle el stress de la agotante vida que conlleva la milicia. El viaje comienza desde muy temprano, no por el hecho de tener que alistarme, sino que debia primero viajar desde la Ikaruga a la Kosmov y luego de hacer escala en la estacion espacial, debia proseguir mi viaje hacia Eden. A pesar de que es una invitacion personal, el protocolo como capitana no me abandona ni siquiera estando vestida de civil, fue por eso que dos soldados me fueron acompañando por todo el viaje; primero cuando llegamos a la Kosmov y luego cuando el viaje prosiguio hacia Eden, descendiendo mi nave en uno de los tantos puertos espaciales que alli existen. En el momento en que descendi por suerte nadie nos esta esperando, ningun recibimiento formal no nada por el estilo, haboa sido muy explicita de que este viaje seria por mi propia cuenta y que no seria nada oficial. Los soldados me acompañaron hacia la salida del espacio puerto comercial, ellos dijeron que estarian aguardando en ese lugar mi regreso que aproximadamente esta planeado para el final del dia, para nuevamente escoltarme de vuelta al espacio.

Me sentia rara sin uniforme, el estar de civil es mas del estilo de mi hermana Anna, ella es un poco mas preocupada de estas cuestiones, a pesar de que ella es mayor que yo parecia que yo lo fuese por cosas de actitud y quizas un poco de madurez tambien.

Como voy vestida:

PEro bien, habia llegado el momento, comence a aventurarme en esto sola, sin soldados que me acompañen como siempre lo hago o que este pauteado en alguna clase de agenda que indique con quienes debia juntarme y el protocolo que debia seguir, es mas bien un dia de esparcimiento fuera de todo tipo de formalismos. Mis pasos seguros me llevaron hasta el lugar donde practicamente me juntaria con el drackoyano, en el lugar pactado, donde a la distancia pude ver que ya se encuentra alli esperandome. - Bien... aqui estoy lista para este dia.-

La vio aparecer desde la cuesta de bajada de las pistas de aterrizaje. Sus ojos se quedaron como platos. Estaba preciosa. Con aquel vestido y falda largos, lejos de parecer una capitana, parecía una princesa de cuento de hadas. A Leila no se le veía muy entusiasmada, como si no le terminase de convencer la idea. Sin embargo, si había algo en Puff, era que jamás se daba por vencido. Con su amplia sonrisa, le abrió la puerta como un caballero que era. Me alegro que aceptaras, Leila... Nombrarla así era una libertad que para él significaba mucho. Me cueste lo que me cueste, voy a hacer que disfrutes al máximo, y pienso arrancarte una buena sonrisa. Ya verás como no te arrepientes.

Al meterse él, encendió la cadena musical a la par del motor. Sonaba un clásico de la tierra, de España y la América Latina: Joaquín Sabina. Vamos allá. Con un arranque suave, comenzó aquel viaje a vuelo raso. Aquel speeder podía alcanzar grandes velocidades, pero el drackoyano iba suave para disfrutar de las vistas e incluso poder ir con la ventanilla bajada.

Canción de la cadena musical:

A Blaze se le veía muy ilusionado, canturreaba la canción, mientras meneaba la cabeza. Pasando por prados y lugares de ensueño, no se le llamaba a ese planeta Edén por nada. El viaje se hacía más largo de lo normal, puesto que iban a un lugar más o menos virgen: El Lago Kodiak. Una zona que muchos consideraban paradisíaca. Al llegar al gigantesco lago, que recordaba a los enormes "mares" interiores de América del Norte, Blaze decidió pasarlo por el medio, disfrutando de aquel vuelo rasante, tocando las aguas con la mano al extenderla. Esto es genial, vamos, prueba tú.

BSO:

Aquella parte del viaje era idílica, solo vista quizás en algunos documentales. Los petáncaros, pájaros similares a las gaviotas, volaban a la par del speeder para aprovechar el rebufo y el alzamiento de corriente, convertían aquella travesía en algo con lo que soñaban los primeros exploradores. Vamos a hacerlo interesante. Alzó el speeder, haciendo un par de giros de acrobacias. Su maniobrabilidad lo hacía muy estable, a pesar de la brusquedad de los meneos que le daba el reptil. Con una risa emotiva por la adrenalina, se dirigió a la orilla oeste, donde había riscos, metiéndose por ellos. Alzó más el transporte, hasta quedar cerca de una altitud de vuelo atmosférico, donde podían contemplar unas vistas increíbles.

Por esto me apunté a la Armada... Nadie más en el mundo puede tener unas vistas y unos viajes así. Dijo por un momento mirando a Leila pletórico, henchido de alegría. Al mirarla en aquella situación, con aquel paisaje, y observando esos ojos azules, no pudo evitar sonrojarse y soltar un poco sus feromonas. Eso hizo que carraspeara, subiéndole más el adorable rubor, y volviendo a los mandos. Se... Será mejor que aterricemos. Descendió suavemente el speeder, hasta llegar a un lugar perfecto donde situarse.

Orillas del lago Kodiak:

BSO 2:

Aquel lugar era virgen, no poseía manipulación de ninguna civilización, era todo natural. El aire, fresco y puro como ningún otro. El cálido sol acariciaba la piel de forma que se combinaba con el leve viento. El lago creaba pequeñas olas en la orilla de grava y arena, mientras que la hierba verde estaba mullida y suave. Al bajar, abrió ambas puertas y el compartimento de carga, del cual comenzó a sacar cajas de compresión. Al abrir una, sacó lo que parecía una tienda de campaña muy amplia, casi parecía una pequeña cabaña de tela sintética. De otra caja, se comenzó a desplegar lo que parecía un centro de cocina al aire libre. Y mientras sacó una nevera portátil, y dos sillas que apuntaban al lago. Con los brazos abiertos, y todo dispuesto, sonrió a la joviana con una ternura y una afabilidad dignas de alguien que solo se le podía considerar tener un gran corazón. Bienvenida a mi paraíso secreto: El Lago Kodiak.

¿Realmente estoy preparada para poder disfrutar de este dia ?; no lo se en realidad, las ultimas presiones en la milicia hacen que dias como este no se dieran a menudo, en especial por los constantes roses no solo con algunos oficiales militares cercanos a mi padre, sino que ademas con las constantes amenazas de ataque provenientes de fuerzas externas invasoras que constantemente amenazan la paz en Eden.

Bueno, no tarde en abordar el speeder junto a el, mientras que ponia algo de musica para poder hacer mas placentero comenzando a moverse a una velocidad moderada; viendo que el reptil es el que comparte mas entusiasmo por esta salida, para mi es mas bien algo que quizas pudiera sacarme de mi rutina, pero parecia en parte que no, ya que mi cabeza seguia metida en esta, ademas ¿que sucede si es que soy solicitada y por esta salida me cuesta mi rango y mi cargo ?; son muchos los factores en contra y pocos los a favor. Intento mirar el paisaje mientras mi compañero solo me lleva a algun lugar que solo el conoce, pasando por algunos prados. Tras algunas horas de viaje, llegamos a un gran lago, lugares que en Jupiter no existen y mucho menos en las colonias que lo orbitan, habia solo visto imagenes de lugares semejantes en libros y atlas sobre la Tierra, pero imaginaba que se acondicionaria algun lugar en Eden similar a eso. Cuando me invito a hacer la misma accion que el, no respondi absolutamente nada, unicamente lo hice de la misma forma, a la vez que pasamos rozando por la superficie del lago.

Luego de eso, quizo hacer algo mas ozado todavia, fue que tomo velocidad y empezo a realizar algunas maniobras y giros, por mi parte quede pegada al asiento al ver lo que esta haciendo, parece demasiado riesgozo lo que hace, podia ocacionar algun accidente si es que perdia el control; pero luego excuso su maniobra y lo que hace diciendo que es por lo que haboia entrado en la milicia, pues para mi esa no es la excusa para que hiciera lo que tenia que estar haciendo. - Ay dios...- Fue lo que dije cuando empezo ahora a tomar altura, manteniendo la velocidad de antes, de forma un tanto desprevenida. - Si... sera mejor que lo hagas.- Respondi no mostrandome molesta por lo que habia hecho, pero en mi mente si lo estaba, ya que si algo salia mal estariamos contando otra historia.

Cuando baje del speeder, lo deje a el con las cosas que habia traido mientras solamente me acerque al lago, dejando a el que se encargara de todo. - No hay lugares asi en Jupiter, en las colonias practicamente todo es artificial y creado de tal manera de poder tener todo controlado de manera que la naturaleza es un factor que practicamente no existe.- Dije mientras lo escucho decir el nombre del lugar; a pesar de que seguramente la vida es completamente diferente a la que tienen los jovianos al venir de un lugar mas artificial que natural como lo es Eden.

Cuando hubo terminado todo, se puso a su lado. Lo había dejado todo dispuesto como un buen campamento con todas las comodidades posibles. Las sillas y las mesas, incluso las mecedoras parecían confortables. Puff sabía como montar un lugar de recreo. Pero... No parecía suficiente. Suspiró al ver que Leila no sonreía, y eso le dejó un rostro más melancólico. Llevaba las manos a la espalda, sujetando algo a escondidas de ella. En ese caso... Dijo con una idea en la cabeza. Bienvenida a la naturaleza. La primera norma en un día así, es... Vaciar tu mente de todo problema o asunto pendiente. La segunda, es disfrutar del día, pase lo que pase. Se que es más fácil decirlo que hacerlo pero... Quizás esto te ayude a recordar un momento así.

Música de ambiente:

Le tendió algo envuelto en papel de regalo. Era algo similar a un libro, pero más grande y pesado. Espero que te guste. Siendo joviana, supongo que nunca has visto lo que hay aquí dentro, o en estos paisajes así que... Me pareció algo inspirador. Dijo con una sonrisa afable, contagiosa. En aquel coloso de escamas se podía ver un corazón generoso, noble. Eran rasgos que no se veían en un militar de hoy en día. Es más, no solo su aspecto, su actitud, su bondad, y su generosidad, eran únicas en los tiempos que corrían. ¿Qué clase de combinación extraña ha surtido para que en el cuerpo de un ser nacido para la guerra cupiese un alma tan bondadosa? Muchos dicen que es cuestión de ironías de la vida.

El regalo, consistía en un ejemplar de fotografías de pasiajes del National Geographic, una maravilla para los ojos. Esperaba que con su regalo, hiciera sonreír más a su invitada. Y con ello, hizo un gesto para que se sentara en una de las butacas mecedoras, que daba al lago. Volvió al refrigerador, y sacó un termo y dos vasos. Uno se lo tendió a Leila, y el otro para él. Del termo, salió un líquido rojo espeso, similar a la salsa de tomate, pero el olor era menos ácido, como si fuera más afrutado. Zumo de tarlaca, una fruta de mi planeta natal. Tiene un sabor increíble, y relaja mucho. La recomiendan para momentos así. Y así era, aquella fruta del planeta Drackoja, contenía sustancias naturales como la dopamina, que ayudaban a la relajación y el placer, como lo hacía el chocolate, pero de un modo más sano.

Al guardar el termo, se tomó un sorbo de su vaso, para luego mirar al horizonte. Y ahora es cuando llega lo bueno: Despeja tu mente. Simplemente, déjate llevar por el ambiente. Las sensaciones, los aromas, las vistas... El sonido del viento, del agua fluir. Intentaba ayudarla, ayudarla a desconectar de todas sus obligaciones. Esperaba, que al menos así, la hiciera sentirse cómoda, halagada. Estaba haciendo verdaderos esfuerzos por agradarla, y solo esperaba ver su sonrisa, su gesto de gratitud, verla contenta.