Away from home {Laxus & Vianne}

por **Vianne** Mar Mayo 12, 2015 4:09 am

Volvió a casa después de dos meses en una misión, había tomado muestras de suelo, catalogado nuevas especies vegetales y contabilizado población alienígena en el planeta G-26, al oeste de Eden. Cuando regresó a casa se reunió con sus padres que también habían vuelto de su propia misión hacía un par de semanas, aunque ellos saldrían en una dentro de pocos días, tuvieron tiempo para verse, compartir aventuras, comentar las especies que habían encontrado. Sus padres habían dejado todos sus datos en orden y partieron pronto, ella también lo haría. Entregó su información a los científicos de laboratorio y luego fue en búsqueda de su siguiente misión.

Deseaba visitar uno de los planetas que se encontraban en el tramo que había desde Eden a la tierra, había que tomar un desvío para llegar allí, y precisamente por eso pocas naves se dirigían hacia ese lugar. El planeta se llamaba Delios, y había sido poco explorado. Presentó su proyecto de ir a una excursión de tres meses allí y rápidamente consiguió el financiamiento de su laboratorio. Sus padres llevaban años trabajando con los laboratorios Themis y ella había crecido allí (cuando estaba en Eden). Buscó una nave que se dirigiera allí, no fue muy sorprendente saber que no había ninguna que hiciera un viaje directo. Encontrar una nave que pasara por Delios y se detuviera allí fue más difícil de lo que creía, finalmente encontró dos, una que no habría podido pagar que iba camino a Venus, y una nave discreta, pequeña y algo antigua, que iba camino a la tierra.

Era una nave de pasajeros y pararía en otro planeta antes, haría el desvío hacia Delios y luego hacia la tierra, la nave parecía haber visto tiempos mejores pero nadie sospecharía nada viéndola. Vianne ciertamente no lo hizo. Era una nave transportista como cualquier otra de las tantas que había. Así que ella empacó sus cosas, siempre llevaba consigo una mochila de buen tamaño que tenía lo que consideraba necesario para una expedición, viajes de muestras, cuaderno, computadora, examinador de aire, una tienda de alta tecnología en la cual dormir, gracias a la tecnología podía llevar aquellas cosas en muy poco espacio. Antes de salir dejó una nota en su refrigerador, sus padres volverían antes que ella y así, cuando vieran la nota, sabrían que ella estaba de misión.

Finalmente embarcó en la nave. Una muchacha con un traje azul la saludó, su falda y chaquetas eran de borde blanco, le regaló una sonrisa amplia con ojos algo caídos, su cabello se vislumbraba verde bajo el sombrero de "asistente de vuelo" y su rostro le pareció algo extraño, tal vez porque parecía perfectamente simétrico pero algo no terminaba de estarlo, supuso que se había sometido a cirugías.

—Hola, solicité un cubículo —ella tomó su ticket y asintió.

—Por supuesto, lo tenemos listo para usted, casi nadie solicita cubículos en nuestra nave —probablemente porque preferían ver la vista, pero ella había viajado mucho, prefería dormir. La mujer siguió hablándole amablemente— su cubículo es el número 7 —pues para decir que poca gente los pedía habían seis personas antes que ella en una nave no tan grande, o eso pensó, porque la mujer pareció leerle la mente— los primeros seis los tenemos con problemas de oxígeno, pero no se preocupe, el oxígeno para su cubículo ha sido chequeado y aprobado, los cubículos funcionan con una diferente fuente de abastecimiento de la del resto de la nave —sintió que debía explicarse, al parecer— pero le aseguro que el suyo está listo.

Vianne simplemente sonrió.

—Muchas gracias, me deja tranquila —le dijo más que nada para poder marcharse, si el dichoso oxígeno no funcionaba ella tenía su propio dispensador.

Caminó por los pasillos de la nave hasta la parte de cubículos, solo había treinta y ella avanzó a paso lento hacia el siete. La nave olía a metal y a químicos, como ese olor que suelen tener los hospitales cuando han terminado de limpiar y el aire parece más limpio, así solía sentirse el aire de las naves. Años viajando y aún le parecía algo desagradable. Tal vez nunca se acostumbraría. Llegó frente a la puerta número siete, los cubículos eran eso, pequeños cubículos del ancho de una cama y de una altura de no más de un metro. Ella arrojó su mochila y luego gateó dentro, cerró la puerta a su espalda y se tendió en ese colchón que al menos era suave.

—Una nueva aventura —le dijo a la nada y se permitió esbozar una sonrisa. Vianne no tenía ni idea de la aventura que se le venía encima.

Ocurrió mucho después, Vianne dormía cuando un ruido de sirenas la despertó de un sobresalto. La confusión inicial duró unos segundos, moviendo la cabeza hacia los lados, sintiendo la turbulencia, fue entonces cuando levantó al cortina de su cubículo y lo vio, se acercaban en picada a un planeta que le era desconocido, algo debió ocurrir en el trayecto, tal vez una avería, lo que fuera... ahora estaban siendo atraídos por su campo gravitatorio. Trató de salir de su cubículo pero la puerta se había atascado como ocurre en las emergencias, los cinturones no pueden quitarse y las puertas se bloquean. Su corazón iba a mil por hora, se puso su mochila como si eso fuera a cambiar algo y se afirmó de la pared pues las turbulencias la movían de un lado a otro.

El suelo estaba cada vez más cerca, la parte delantera de la nave, donde estarían todos los demás pasajeros ardía, los cubículos estaban atrás. Cerró los ojos y no se dio cuenta de cuándo comenzó a gritar. El ruido de la nave estrellándose fue estremecedor, el remesón la llevó a golpear su costado izquierdo contra una de las paredes y la atontó por un momento que le pareció eterno, un pito sonaba en su oreja y hacía resonancia en su cerebro. Se llevó una mano a la cabeza como si quisiera afirmarla, miró hacia fuera viendo que habían caído en alguna clase de playa o algo así. el fuego de la nave comenzaba a extenderse, pronto llegaría al combustible y explotaría. Fue hacia la puerta y la desbloqueó, la nave estaba boca abajo así que debía escalar para salir de allí. Y comenzó a hacerlo, escalando por las paredes, hasta una de las puertas de emergencia. Solo esperaba que el aire allí fuera respirable. Abrió la puerta y el monitor en su muñeca le indicó que el aire era respirable, pero aún estaba en el agua, sobre una nave que en medio de allí ardía por el combustible. Se quitó la mochila y sacó una balsa, volvió a calzarse su equipaje y tomó el bote con las manos y miró el agua, lucía algo oscura. Pero el bote se inflaría en cuanto presionara el botón, tenía que saltar ahora.

Y lo hizo. Saltó y la balsa se infló en sus manos, golpearon el agua y ella se afirmó a los bordes amarillos. Tenía que encender el pequeño motor y hacer que la balsa la llevara a la orilla, si no quería que la marea la alejara de tierra y que luego el combustible no alcanzara para llevarla. Pero no podía dejar de mirar la nave, todas esas personas, la balsa se alejaba un poco por la marea y ella solo miraba, sintiendo la tristeza de tantas vidas perdidas. Encendió su motor y miró hacia tierra y entonces lo vio, un sujeto, alguien nadando o algo así. Debió haber logrado salir de la nave antes que ella (qué rápido).

—¡HEY! —le gritó y puso en marcha la balsa hacia él, si no hubiera sido una científica exploradora, probablemente habría estado como él, nadando por su vida, pero ella iba preparada para la adversidad de la naturaleza. Logró alcanzarlo y detuvo el motor— Hey, sube, déjame ayudarte —estiró la mano hacia él y lo miró, cabello oscuro, ojos azules bajo esa luz, facciones bien marcadas— ¿Viste a alguien más? Debemos alejarnos —miró hacia atrás, la nave explotó como respuesta, si había alguien más, ahora había muerto, su rostro se mostró triste. Puso la balsa en marcha de nuevo, guardando silencio por un momento, pensando en lo triste que era aquello. Cuando estaban cerca de la orilla ella lo miró, todo mojado y buscó en su mochila una pequeña toalla que tenía— entiendo por qué lo hiciste pero no deberías volver a entrar al agua, podría haber cualquier criatura que no conocemos... —la balsa llegó a la orilla y ella se puso de pie, la balsa comenzó a desinflarse— soy Vianne, por cierto, científica exploradora... pero puedes llamarme Vi —miró hacia la naturaleza frondosa que se extendía ante ella— después de todo creo que estaremos aquí un tiempo antes de que llegue la ayuda —volvió los ojos a él— ¿tienes alguna herida? ¿Cómo te llamas? —soltó un suspiro y miró al cielo— no tengo ni idea de dónde estamos, tenemos que ver cuánto duran los días y las noches aquí —y más importante que eso ver si podía sacarse agua de los árboles.

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