La noches no son oscuras, dejaron de serlo desde hacía siglos, las calles estaban abarrotadas de jóvenes que salían para irse de fiesta, de empleados que van a abrir sus lugares de trabajo, cubrir el turno de noche o que vuelven tras una larga jornada de trabajo, las luces de señales de neón y la iluminación pública mataban las estrellas con la contaminación lumínica. A Richard esto no le gustaba, prefería la frialdad e intimidad que aportaba la oscuridad del manto de la noche, tanto tiempo durmiendo al raso durante las campañas le habían echo ultrasensible a la luz a la hora de dormir, le hacía sentir incómodo, pero las multitudes irónicamente le gustaban.

Richard avanzaba con paso dubitativo, con la mente en otro lugar, pensando en qué hacer, acababa de vender un cargamento de armas, tenía un buen puñado de créditos y se sentía vacío, más de lo habitual. Tenía un piso, una nave y seguía manteniendo su equipo, el cuál llevaba puesto sin siquiera ocultarlo con su habitual gabardina; debería estar feliz, eufórico y realizado... pero no era así... estaba... nostálgico.

Nunca creyó que echaría de menos la fragua, no creó que echaría de menos la guerra, pero era adicto a la misma. Ahora era una rémora, siempre bajo la aleta de un pez más grande, comiendo de sus restos y dejándolo morir para ir a encontrar uno mayor, sabía que en Eden se libraban guerras, pero él no era parte de las mismas, desde que llegó a este sistema solo ha tenido trifulcas de bar, tiroteos con la policía y escaramuzas con pandilleros... No hay gloria en lo que hace.

Arqueó una ceja, esbozó una media sonrisa y decidió ahogar sus penas en alcohol, quizá conseguiría encontrar alguna cerveza negra decente por una vez. Se dedicó pues a ojear bares y discotecas que quizá le llamasen la atención, hasta que encontró una que no había visitado y le entró el gusanillo. "Cyberia"

Y entró en el local, se sentó en la barra y esperó a que le antendieran para pedir una sonrisa, una cerveza y recuerdos de tiempos mejores.

La luz del bar era tenue esa noche, más de lo normal apagando la mayoría de los hologramas que permitían ver a las bailarinas que en situaciones más típicas bailarían en puntos estratégicos del bar, permitiendo que la oscuridad se asomara por las esquinas, una embriagadora oscuridad que hacía que sus clientes se sintieran más libres, de alguna manera, en las sillas donde se ubicaban. Taia generalmente prefería a Cyberia con música a todo volumen, gente bailando y pasadora bien y, como no, alguna persona interesante a la que vigilar desde la barra. Aquello había cambiado por una curiosa casualidad: no había pasado tanto desde el ataque Terran y por tanto ni muchas de las chicas ni el Dj fueron a trabajar, lo mismo pasaba con los clientes, siendo que la gran mayoría tampoco se presentaron, teniendo solo clientes habituales con el suficiente poco valor en sus vidas como para arriesgarse a pasar la noche en un bar.

Siguiendo el ejemplo estaban el padre y la hermana de Taia quienes decidieron tomarse el día para resguardarse en sus hogares, dejando a la encargada como la jefa del lugar, cosa no muy extraña ya que había desempeñado esa posición antes. Pese a que la luz era tenue se veía que en comparación era algo más intensa en la barra que se ubicaba en la pared más lejana de la puerta principal del local. El PDA de la chica vibró, era del sujeto que vigilaba en la puerta. ―Jefa, acaba de entrar un hombre con un revolver, no parecía querer problemas pero…― la jefa algo malhumorada lo interrumpió ―Si lo sé, ya dijiste eso varias veces hoy… De momento los otros no causan problemas… Si lo hace saca su cuerpo inconsciente― lo cierto era que la apariencia de la misma no era la común de siempre. Si bien iba vestida de igual manera e incluso portaba los anillos en sus antebrazos los mismos así como sus manos estaban cubiertos de vendajes blancos, prefirió no optar por una terapia de regeneración tanto por el costo de esta como especialmente, por el tiempo que se perdía, lo mismo con un par de bandas en su mejilla derecha y nariz.

Las heridas, al menos, no eran graves, solo representaban un pequeño escozor cuando no tomaba sus calmantes, calmantes que estaba remplazando con alcohol que para ella representaba el mismo efecto debido a su alta tolerancia al mismo. Posaba su barbilla en su mano cuyo brazo se levantaba desde la barra. Sus índigos ojos se giraron de la entrada al ser llamada por otro cliente quien, acompañado de dos señoritas que no trabajaban para ella le pedía un “Padrino” ante lo cual la muchacha se acercó el whisky escocés “A veces me pregunto si la gente no se cansa de beber cosas tan viejas” pensó, si bien habría aprendido a apreciar el licor ella comenzaba a pensar que necesitaba algo más de variedad. Tras servírselo a su cliente en las rocas y cobrarlo a la cuenta del mismo mediante un lector de tarjetas en la barra pudo observar al rubio sentarse frente a ella, prestando atención al revolver. Se acercó a este arrastrando la banca en la que se sentaba con una pierna y se colocó frente a él, sonriendo de manera casi automática antes de escuchar su orden ―Bienvenido a Cyberia ¿Qué le sirvo?―

Asintió con la cabeza y contestó tomando en cuenta que era nuevo en el local ―Aquí tiene― destapó por debajo de la barra con un destapador clavado a la parte inferior de la misma y dejó la botella frente al mismo, el sensor de tarjeta brilló a un lado del sujeto para que pagara. Si bien la rubia generalmente preguntaba si la querían embotellada o servida (era un local donde ella se especializaba en mezclas al fin y al cabo) no se sentía de ánimos como para ponerse a trabajar más de la cuenta. Sus amatistas se clavaron como lanzas a las esferas plateadas del contrario, no de manera inquisitoria sino más investigativas pero con una fogosidad que podía apartar las intenciones del contrario si pretendía buscar problemas. ―Fechas peligrosas para venir a un bar en medio de la noche― comentó como queriendo comenzar una conversación

Cyberia:

-Thanks, mate.-El mercenario cogió el botellín y tomó un sorbo. Era cerveza lager, ligera, una muy buena cantidad de gas y no demasiado graduada, el gas acariciaba su paladar y su boca se llenaba de un amargo sabor alcohólico. Prefería la al negra, más fermentada y fuerte, pero no le hacía ascos a la lager, aunque prefería la lager negra, y esta no era de ellas. Echaba de menos la cerveza de su patria, quizá fuese un pozo infecto lleno de dingos espaciales y kanguros superinteligentes, que lo era, pero tenían de las mejores cervezas que había probado, probablemente por la cebada mutante antropófaga. Chasqueó dos veces la lengua y se acarició la barbilla mientras contestaba a la barwoman.

-La verdad es que tampoco es para tanto, he estado en lugares peores. Además uno sabe cuidarse, y si los bares están abiertos ¿por qué no?.-Su marcado acento dejaba relucir el echo de que no era un nativo de Eden, a pesar de sus muchos intentos por ocultarlo siempre se le escapaba argot o alguna frase sucumbía a los fonemas de planeta. A este punto se había rendido, ya no ocultaba su origen y si  eso le metía en algún problema, poco le importaba liarse a palos. Tomó otro trago de la cerveza, volvió a palardearla mientras miraba de arriba a abajo a su interlocutora, hasta que clavó sus ojos en los de la chica.-Aunque supongo que hablas por experiencia. ¿Qué diablos te ha pasado, mate?

La apatía de Richard poco a poco comenzaba a desaparecer, la tipa tenía lo que parecía algún tipo de guandelete militar, no sabía el tipo o si realmente eran un arma, pero parecía que eran algo de ese estilo, probablemente preparados para el combate a corta distancia... o meramente un abalorio extraño y aparatoso, pero parecía poco probable. Además parecía tener las manos quemadas, junto a los cortes de la cara parecía que la chica no solo era una cara bonita tras una barra que pasaba los días atendiendo a las peticiones de alcohólicos crónicos, sirviendo a niñatos colocados con la música a tope o echando a borrachos a la calle con la ayuda de algún gorila. Hale sonrió de lado y enarcó una ceja, su noche parecía que iba a ser mínimo entretenida.

Como lugar de mezclas por lo general no sería normal que, cual licorería, tuvieran dos o más tipos de cerveza, como si ocurre con el whisky o algunos otros licores que son utilizados para las mismas. Si hubo algo que notó en su cliente (además del hecho de que aún no pagara por la cerveza, eso lo tendría en mente) y este era el acento que él tenía. Taia como pobladora de Eden, manejaba un acento más neutral pero él, junto con su muletilla, relataba o ser de un poblado de Eden o de alguna colonia espacial, más lo segundo que lo primero.

―Supongo que tienes razón, pareces preparado― haciendo un sutil hincapié en que el rubio estaba armado en ese momento. ―No todos los bares, hay mucho cobarde en el negocio― Realmente a ella no le importaba mucho cuidar las apariencias o la información que daba por su actuar, a final de cuentas ese era su lugar de trabajo (y algunas veces el lugar donde dormía) y en sí sentía que no tenía nada que ocultar. Se alzó de hombros con una tranquila naturalidad y le respondió coqueta ―La pubertad pasó, cariño― y le guiñó un ojo juguetona, de vez en cuando le gustaba tontear de esa manera con sus clientes, no era nada en especial, segundos después con una leve sonrisa respondió de manera más seria, pero sonriendo, esta vez más desafiante y posando una de sus manos en sus caderas.

―Cuando me enteré que los Terran venían a molestar decidí ir y darles una probada del plomo que usamos en Eden― No intentaba dar la apariencia de darse aires de grandeza pero en sí lo que hizo fue enorgullecerse de sus acciones, no cualquiera se ponía en contra de un ejército, aunque asumía que no estaban tan entrenados “Me lo pasé bomba” pensó, al menos hasta la parte final en la que una gran luz la cegó y lo siguiente que supo fue que se había estrellado contra un árbol teniendo quemaduras en los brazos y en parte del abdomen.

Fue llamada por un cliente que quería rellenar su bebida ―Be right back― se despidió, aunque por supuesto, no imitó el acento extranjero del contrario porque no estaba muy segura de poder hacerlo bien. De allí fue a con un anciano, tal vez mayor que su padre, con cicatrices y manchas en la cara y la calva pero que pese a su apariencia dura era extrañamente amigable, no solo con Taia, sino con otros clientes, tras servirle el Mojito a tan peculiar individuo volvió con el mercenario, tenía que mantenerlo vigilado, no quería que comenzara a disparar en un momento en que se despistara, eso la enojaría mucho.

―Me parece haber ese acento tuyo en alguna parte… ¿Terrestre?― hizo una pistola con sus dedos apuntándole al decir esa última palabra ―Oh ya se, NeoBrisbane. Tuve a alguien de ese lugar una vez, aunque usaba un sombrero― la verdad hablaba con cierta animosidad, no como si estuviera intentando analizarlo sino como alguien que le gustaba charlar, aunque tal vez a él le pareciera algo pesado para ella nunca había sido un problema.

Era bastante cierto que no estaba segura si era un criminal, mucho menos un mercenario pero tampoco era como si hiciera esas distinciones, si querían tener una bebida en paz o divertirse un rato ella no sería quien se pusiera en su camino. ―A propósito, nunca te he visto por aquí ¿Eres Nuevo en Eden? Porque ni siquiera te ha cambiado el acento― comentó acercándose el vaso de uno de los clientes y comenzando a lavarlo en el fregadero frente a él, aunque el licor del interior si hacía que las heridas de sus dados dolieran un poco cual desinfectante.

-Si, Space Australia, born and raise... GO SPACE BRONCOS!-Alzó la maño derecha y sonrió de oreja a oreja.-Pues eso del sombrero tiene sentido, ma mates suelen llevar sombreros, pantalones vaqueros super cortos, armas muy grandes y pelear de forma frenética por motivos absurdos... Somos gente extraña.

Se estiró en el sitio y miró al techo unos segundos, con una mirada perdida y recordó el tiempo pasado en la colonia... Las peleas de bares, las luchas en el barro, los campamentos militares, los tiroteos, las drogas, los dingos... lo cierto es que si bien estaba nostálgico su hogar era un pozo infecto lleno de paletos que se peleaban y llevan sombreros estrafalarios. Torció un poco el gesto, pero rápidamente volvió a esbozar su habitual sonrisa.

-Lo cierto es que llevo aquí cosa de año y medio, pero my acento es demasiado difícil de eliminar, como mucho consigo dejar de decir un par de palabras y a ratos se me entiende incluso menos. Acabo hablando una mezcla extraña que me hace parecer un cockney,  un escocés o irlandés, un kiwi o incluso un bloody redneck-Se rascó la nuca un poco, lo cierto es que si bien conseguir un acento neutro era una de sus mayores frustraciones, jamás lo admitiría y por MUCHO que sea un constante recordatorio de que este no solo no es su hogar sino que además era difícil que la gente lo entendiese.-Es un asco el tener un acento TAN cerrado como el de Space Brisbane, es casi imposible que no te detecten como neobrisbanés.

Tomó otro sorbo de la cerveza, ya iba por la mitad, y a cada sorbo no dejaba de pensar en la necesidad de encontrar una buena cervecería, no había conseguido nada de de cerveza negra en meses, y la que había tomado era en garitos de Dionisius y en locales donde servían productos importados, en la que la jarra valía una buena pasta al ser importada.

Supuso que tomaría un par más, quizá luego preguntase por los cócteles... depende de como se desarrollara la noche, no quería emborracharse por el mero echo de emborracharse... por lo menos quería tener alguna excusa, por débil y estúpida que fuera.

-Entonces... ¿Te circunscribieron en el ejercito o te alistaste en alguna milicia?, o eres el tipo de chica que sale a la calle armada para defender su patria en solitario porque Why the bloody fuck not?... Es que parece que te ha dado una bloody bola de fuego. -Tras decir esto Richard fijó sus ojos en las vendas de la barwoman. Definitivamente lo que llevaba en los brazos era un arma, no lo sabía con exactitud, pero era extremadamente probable, había desechado la idea porque... joder, trabaja en un bar... pero entonces recordó un detalle: JODER, trabaja en un bar-¿Llevas un escudo o algo?... No es por meterme donde no me llaman. Pero ahora tengo curiosidad.

Desde hacía algunos momentos los otros clientes habías comenzado a fijar su mirada en el mercenario, no por alguna sospecha o por el arma que portaba sino por su acento, los más conocedores se verían un poco amedrentados al conocer su origen sin embargo otros simplemente lo miraría por lo inusual que era conocer a alguien con un acento tan marcado.

Lo cierto era que el hermetismo de Eden tenía ese tipo de efectos: aquellos desdichados que nunca habrían salido de los distritos rara vez habrían visto algo que no fuera la típica colonia terrestre, con sus pros y contras, arrastrando las buenas y malas costumbres de la tierra pero perdiendo de esta manera gran parte de su cultura, lo que en subsecuentes años produjo que la mayoría de los acentos desaparecieran, por supuesto, para la rubia, segura de sí misma, no hacía más que reírse entretenida por el arrebato del otro con simpatía, era alguien interesante. ―Pues no sé qué tan grandes sean las armas de por allá, no son mi tipo― bromeó entretenida, luego extendió sus palmas hablando algo sorprendida ―Eso sí, los que sí tenía era un maldito, cocodrilo, en su espalda― no evitó reírse mientras lo decía

Se serenó un poco alzando una ceja ante su pregunta. Lo cierto era que estaba disfrutando mucho de la conversación, lo cierto era que tras encontrarse a tantos desdichados que iban a ese bar más como un escondite o consuelo del mundo necesitaba de alguien con algo de animosidad o sentido del humor. Levantó una de sus manos a la altura de su cabeza y levantó sus dedos índice y medio formando el numero dos ―Un tanto de ambas, cuando era más joven fui parte de la tripulación de Kosmov, por lo que pasó hace poco, bueno, no iba a dejar que cualquier soldado de pacotilla viniera a atacar mi familia y mi local―

Pero no evitó reírse ante su comentario teniendo que taparse la boca porque de lo contrario se estaría riendo a carcajadas. ―Mi lindo ¡Si la bola de fuego soy yo! Solo que me estrellé contra algo demasiado fuerte― suspiró por la nariz, se la notaba de un poco mejor humor, de hecho era por el hecho de ser ella quien estaba tras la barra del bar que no estaba bebiendo también un poco con él, era realmente un problema en su vida más personal debido a que la tenían un poco por alcohólica por todo lo que bebía (y aun así, por lo difícil que era que se pusiera ebria) ―El único escudo que tengo soy yo misma― completó inclinando un poco la cabeza hacia un lado mirándolo fijamente.

―Ahora es tu turno. Todos sabemos que en la practica la seguridad de Eden es una basura pero tú sabes cómo tienen las autoridades a los de Space Australia― de hecho, tuvo problemas al pronunciar esas palabras por falta de costumbre, esto debido a que entre las altas esferas aún se la consideraba una colonia penal, una sobre la cual simplemente habían perdido el control, algo sabía ella sobre el tema aunque poco le interesaba.

―Y no solo eso, sino que además vienes “preparado”― haciendo un sutil énfasis en que iba armado, intentando que los demás clientes no se sintieran demasiado preocupados, el problema no eran tanto los frecuentes, que solamente iban a beber y pasar el rato, sino con los otros delincuentes. Quería evitar algún enfrentamiento de ser necesario, no le apetecía intentar romper la cara de alguien que la había hecho reír. ―¿Vienes por trabajo?―

-¿Un cocodrilo?... Eso tiene sentido, suena a algo que haría un compatriota.-Colocó el codo en la mesa y apoyó la barbilla en su mano, dejando caer todo su peso sobre la misma. Con la mano libre buscó en los compartimentos de su traje su cartera, sacó su tarjeta, la puso en la mesa y esbozando una sonrisa dijo lo siguiente-Cóbrate lo que e tomado y añade un par de vasos de Whiskey, parece que pasaré un buen rato aquí, o al menos lo suficiente para consumir un poco más.

Su mirada se perdió mirando a una de las bailarinas holográficas, por su mente pasaron rápidamente los momentos que pasó en el ejercito neobrisbanés y su servicio con la tripulación del Dingo-098. El fuego de los cañones, el silbido de las balas, la vibración de las naves al aterrizar en territorio enemigo, las lluvias de ceniza y ascuas que caían de los cielos iluminando las noches mientras él y sus compañeros festejaban el mero echo de haber sobrevivido metidos en una trinchera llena de ratas... echaba de menos esa vida, echaba de menos la gloria y el sacrificio. Se sentía mal por no haber participado en la invasión Terran, al igual que otros tantos conflictos  acaecidos en su estancia en Eden, no eran su problema pero ver despliegues de tropas, luchas en órbita y básicamente todo lo que había dejado atrás era frustrante.

-Yup, la seguridad de Eden es una basura... y por eso voy "preparado", como dijiste, "son fechas peligrosas para venir a un bar en medio de la noche". Pero don't worry mate, no voy a usar a Gwenevere... I mean, mi revólver hoy... a menos que alguien use algo antes en cuyo caos lo usaré... lo usaré mucho. Hoy solo vengo por placer, para pasar el rato y librarme un poco de la apatía que me acecha.-Suspiró, se rascó la nuca, se estiró y volvió a adoptar su postura original.-So.. A female warrior... neat, I could say that ye... burn.-Soltó una risita.-En el fondo las altas esferas de Eden tienen algo de razón, los space australianos somos mercenarios por naturaleza, nuestras fuerza armadas son un montón de pequeñas células independientes que solo se unen cuando los llama la patria. Usamos armas ilegales, desde armamento nuclear a armas biológicas, nos meamos en tratados internacionales, practicamos la guerra asimétrica y solemos mostrar indiferencia ante bajas civiles, incluso causando daños colaterales deliberadamente. Además de tener una canstidad de traficantes así ene general que componen quizá el sector económico mas desarrollado en todo el feckin' planet. Es normal que nos tomen a todos por criminales... aunque no significa que todos lo seamos.

Aunque él sí que lo es.

-Yo me alisté en la armada de Space Australia, serví durante ocho años en un comando de infantería aerotransportada, Deep Strike.-Sacó un colgante de chapas militares con su nombre, su tripulación y su código de serie, 13454-FQ, además de enseñar un pin con la foto de un koala comiendo eucalipto con el texto "Medal of Honour :3".

Cuando vio al hombre sacar su tarjeta y entregársela no pudo evitar soltar una leve risa mientras la tomaba en sus manos y la pasaba por el lector sobre la mesa, por otra parte, desde el otro lado hizo lo propio que le pidió, retirando la cantidad de créditos deseada. —La verdad comenzaba a preocuparme, temí que intentarías irte sin pagar y tendría que hacerte ir sin la cartera con varios dientes menos— no lo decía amenazadora, de hecho, parecía decirlo de manera juguetona incluso.

Mientras el contrario hablaba sobre su lugar de origen la muchacha imitó la pose que él puso con la diferencia de que en su caso ella  posaba sus dedos levantando su mejilla. —And my fists incinerate— aunque por supuesto, pese a que conocía el idioma su acento era completamente diferente, se le notaba mucho que era un acento que se acercaba mucho al americano, algo obvio ya que ella no intentó imitar a su cliente.

Lo cierto era que ella estaba acostumbrada a escuchar todo tipo de historias en una noche cualquiera y la del mercenario (ahora confeso) estaba demostrando ser una de las más interesantes que había escuchado en algún tiempo, sin duda no la olvidaría fácilmente ya que aún si llegaba a escuchar una más interesante nada le quitaría su título a esa. —Pues tienes suerte que ya no trabaje para Kosmov o estaríamos resolviendo esto afuera— se rió y procedió con la siguiente orden.

Sabía que el hombre se saciaría con un mero vaso de whiskey pero era del tipo de personas que siempre devolvía lo que le brindaban, él la estaba entreteniendo con una historia interesante así que le daría algo de regreso. “Australia… Algo con whiskey que sea australiano…” meditó sutilmente, era algo tal vez demasiado específico pero tras pensarlo un poco lo recordó “Sidney”. Sonrió de medio lado, acercándose el whiskey, algo de jugo de naranja agria, vino y los demás ingredientes, preparándolo frente a él.

Tal vez supuestamente eso debiera de servirse en una copa pero sabía que él era un hombre algo corpulento por lo que lo sirvió en un vaso de whiskey algo ancho y finalmente se lo acercó al cliente. —Tranquilo, solo te cobro el whiskey, el resto va por la casa— le dijo tranquilamente. —Sorpréndete si quieres pero este trabajo te obliga a estudiar bastante historia, especialmente terrestre porque las cosas que se necesitan para cocteles de otros planetas casi siempre son ilegales aquí—

Por suerte nadie más le estaba pidiendo nada y de hecho, algún que otro cliente cercano, todos regulares del local, se habían quedado escuchando al rubio —Se llama Sidney, era la ciudad más grande de toda Australia cuando aún había alguien en la tierra— tenía cierto aroma perfumado pero no se parecía al perfume de una mujer ni mucho menos, se parecía más al de una especie de teatro y ópera mezclado con el del mar, por su parte, Taia había cambiado la receta para que el color de la bebida fuera celeste, como el mar que vio en fotos antiguas.

—Cuidado, está acido.— Tal vez no supera como era ese lugar pero al menos podía imaginárselo, intentó poner un poco de esa imagen mental que tenía en el coctel. —¿Hay grandes ciudades en Space Australia?— guardó silencio por un segundo —Sé que lo que amabas era enfrentarse en batalla pero creo que debe haber algo en ese planeta más que mercenarios sedientos de sangre. Si ya tomaron ese lugar creo que podrían hacer de algún lugar como Sidney.— no era complicado decir eso, se notaba en la emoción que ponía a sus palabras.

Ante el comentario de cómo se iba a ir sin pagar Richard se dispuso a replicar, tomó aire, abrió la boca, alzó un dedo y tras un par de segundos de silencio, se encogió de hombros sonrió de oreja a oreja y soltó una risita, la chica tenía razón, esta le daría una paliza de muerte, sabía cuándo luchar y cuando no. Su instinto le decía que si esta chica se enfadaba, era mejor o estar de su lado o en su defecto tener un buen seguro médico.

-Yup, tengo mucha suerte de que no trabajes en el Kosmov, si no no solo no nos habríamos conocido en este cordial ambiente, sino que probablemente estaríamos en un tirotéo... Y god knows que no quiero tenerte en mi contra en un tiroteo. Y por más de un motivo.

Al ver el cóctel se sintió bastante reconfortado, y aún más al tomar un sorbo, aunque por algunos momentos dudó, lo cierto es que la barwoman no le había engañado, estaba bastante ácido, no le disgustaba, pero tampoco es que se esperase algo tan ácido en un cóctel con whisky. Lo cierto es que no estaba acostumbrado a tomar cócteles, el tomar algo que no fuese cerveza barata, cerveza cara... y en general cerveza, a parte de su eterno acompañante el whisky no era común en él, en parte porque solían ser caros y casi todo su presupuesto se perdía en la factura médica, en parte porque no solía frecuentar lugares en los que los sirvieran.

-Amo la batalla, pero igualmente disfruto de otras cosas... Con respecto a Space Australia... para la gente de Eden es complejo de comprender del todo, aunque tú como ex del Kosmov serás más familiar con cosas así.-Richard dudó un momento antes de proseguir su "historia".-Space Australia es un estado fallido, son un montón de presos que se quedaron sin sus alguaciles y tuvieron que arreglárselas solos con lo que tenían. NeoBisbane es un infierno, la pobreza extrema y la violencia campan a sus anchas, es un lugar desgarrador... Pero no todo es un infierno, no todos los presos eran una panda de desalmados, algunos buscaban la redención, un ascua de esperanza en medio de una tormenta. Nueva Sidney, SpaceLiverpool y Nueva Nueva Nueva Dheli son intentos de colonización tradicional. En estos sitios hay menos violencia que en la "capital". Pero es una situación compleja, Nueva Sidney es presa de ataques regulares de saqueadores motorizados, SpaceLiverpool es un estado policial y en N3 Dheli se mueren de hambre.

Tomó un profundo sorbo del cóctel, la acidez le encantaba, inundaba todo su paladar y le hacía tener que aguantar las ganas de regañarse. Le gustaba, a pesar de no haberlo tomado nunca le parecía un sabor familiar, quizá fuese sugestión por el nombre del mismo, pero le recordaba a su hogar... Pero no a esas noches en las aceras de NeoBrisbane, con las tripas por fuera y apaleado, sino a las playas de Sidney y los pubs de Liverpool.

-Quizá es por nostalgia, o quizá por chovinismo.-Suspiró-Pero aún así con todo lo que es tiene lugares preciosos: La naturaleza es salvaje y ocupa la mayoría del planeta... menos las partes que están dominadas por moteros... Nueva Sidney es preciosa, aún con sus murallas y torretas tiene quizá de las mejores playas que he visto, de arena blanca salpicada de una fría y cristalina agua. Liverpool es, a pesar de su presencia policial, un lugar lleno de vida nocturna, pubs y está plaga da de fuentes iluminadas con luces de colores, dotando a la noche de arcoíris artificiales que adornan la ciudad. Ya know, not everything is bad there... mate.