Hace unas horas terminó una partida de ajedrez, pero no fue cualquier juego, sino uno que involucró a todos los habitantes de la tierra, y con ello no sólo me refiero a los que se le conoce como humanos, sino a las otras razas, aquellas que siempre se han mantenido ocultas bajo la vista de los que dicen ser "realistas". Existen los demonios, ángeles y hasta se ha dicho que los fantasmas, pero, ¿no pueden existir más? Por muy loco que parezca, a veces hay más de lo que nuestro sentido quiere admitir, el ignorar, no hará que desaparezca la realidad.

El Rey blanco ha caído frente a un simple peón del contrario, el Rey negro observa felizmente desde la posición que una vez perteneció a la Reina. ¿Eso es subestimar? El hombre de luz dudoso de lo que haría, observo una vez más a su compañero de juego, e intentó que "recapacitase". No había más del que discutir, sólo quedaba cumplir con lo establecido antes de la partida.

El tablero ha sido reemplazado por un cuerpo que gira sobre su propio eje, azul, café y cada vez menos verde, sí, en definitiva es lo que llaman planeta tierra. El tipo que parece sufrir de albinismo, agitó su mano en un suave movimiento casi danzante y con un peculiar brillo que rodeó ese cuerpo, finalizó la apuesta.

La tierra se ha reiniciado, no hay féminas, por donde se vea está rodeado del sexo masculino. Todo se ve tan normal que ni siquiera se cuestionan si aquellos seres realmente existieron o fueron un mito más. Ahora, ya no existirá la niñez, ni la vejez, todos los que estaban en esa etapa han sido crecidos a los dieciséis, los que estaban con un pie dentro de la tumba, se les ha restado hasta tener los treinta y cinco. Como si fuesen una especie de retrato de Dorian Gray, andantes.... Leer más

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