Demasiado animado para ser un Lunes por la noche. Los gritos, chillidos y berridos que pueden sacar los hombres cada que ven a una mujer hermosa no se podían comparar al extremo bullicio que hacían en el bar, por obvias razones, solo hay que multiplicar el numero de féminas en trajes cortos y obtienes tanto amor del publico. No era un lugar de mala muerte, tampoco exclusivo para hombres, lo que sí era que la función era para un público mayor y quizá por eso las clientas no se animaban a quedarse más de diez minutos, por ello no le sorprendió que sus empleadas de la agencia la dejaran sola en cuanto comenzó el show. Paris simplemente no lo comprendía, las mujeres de Eden sufrían de muchos prejuicios que a esas alturas no deberían existir ¿Por qué sentirse ofendida por unas cuantas mujeres que enseñaban más de la cuenta? No es que se los haya preguntado pero con el simple mirar de quienes la habían abandonado lo entendió, eran una mescolanza de celos y envidia. << Siendo realistas... no he conocido mujer fea en Eden, por como lo veo todas están a la misma altura así que si no quieren mostrar... no deberían quejarse por las que si lo hacen. >> intento decir pero solo se quedo en sus pensamientos, no metería problemas en su relación con sus empleadas.

Ahora que estaba más concentrada en el lugar podía hacer unos cuantos cumplidos así como criticas; como que la luz era demasiado baja para ser un bar común y corriente, tenía ese aire de haberse hecho en un callejón donde lo que dominaba era lo punk, independiente, rebeldía en general, pero se podía oler el triunfo así como lo lujoso que podía ser, raro definitivamente. El ambiente estaba cargado de salvajismo, las luces parpadeaban como flashes a lo neon y hacían brillar las figuras en las paredes junto con rayos laser que si tuvieran poder volarían autos, pero estos eran inofensivos claro; los trajes de las bailarinas eran fáciles de recordar, solo joyería pegada al cuerpo con unos trozos de tela que podían llamarse faldas y tops, llevaban una coreografía perfecta que tocaba lo funky alternativo, nada obsceno aunque su ropa pareciera demostrarlo, no, era muy profesional como para caer en la vulgaridad; el Champagne que burbujeaba en algunas mesas donde se celebraba la insignificancia, la cerveza que chocaba en la mayoría de las mesas para celebrar cosas importantes. Caras conocidas en lo que se conoce como los mercenarios de bajo perfil, así como los de más alto que no gastaban en guardar apariencias, era mentira lo de que mientras más grande eres más dura es la caída, eso no aplicaba en la aparente Utopía que vivían o no había visto que aplicara.

Un par de chicas chocaron contra ella manchando un par de sus colas afelpadas de Clericot, las disculpas no se sentían a eso, parecían más bien unas palabras cargadas se sarcasmo y mala onda. Con unos ojos afilados las siguió sin perderles la vista, si bien había maquinas de humo era más su determinación para transmitir su odio que lo espeso de la niebla blanca. En cuanto había ubicado la mesa, basto un brinco para que se animara a armar pleito. El piso le había dado una mala sacudida pues se tubo que agarrar de la mesa como pudo, se había mareado y en la mesa estaba el culpable. Por eso se sentía más animada, con valor y fiereza para hacer de un simple derrame una pelea. El jugo de uvas con vodka no se podía sentir tan mal cuando se esta en estado de reposo.

La música había cambiado de algo que te golpea con fuerza el corazón, a algo que te sacude todo el cuerpo en un estado de éxtasis y ella sabía de esa clase de sensaciones, ebria o no.  El camino hasta la mesa objetivo apenas tenía de obstáculo parte de la pista de baile, pasar por ella era tan fácil como brincar pues se notaba que los hombres estaban escasos en técnicas para esa clase de música. Lo que no lo hacía fácil eran los esporádicos momentos de luz que tenía para observar mejor a sus objetivos, mujeres que por la compañía que tenían parecían ser sacadas de la iglesia y llevaban pocos días de haber probado la libertad, demasiadas drogas y malas influencias si se lo preguntaban a Paris. – Hey... – Murmuró con desdén con los brazos cruzados frente a la mesa, moviendo sus colas al compas de la música, cosa inevitable que le restaba un poco de credibilidad. Las palabras no hicieron falta porque le reconocían. Uno, dos, tres beats tuvieron que pasar para que mantuviera el rostro de una de las chicas contra parte de la pista de baile, con la otra mujer halando su cabello. No lo había pensado eso era obvio, tenía las de perder al estar tan mareada como para no hacer las cosas bien, lo único en lo que ganaba era en llevar jeans ajustados y no ser la que estaba mostrando la falta de bragas debajo de una falda ridículamente corta. Aun así necesitaba ayuda para al menos quitarse de encima una de ellas.