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LAST NIGHT ON EARTH — [Priv. Adrian]

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Mensaje por Core Lun Abr 13, 2015 12:06 am

Quizás había demasiada gente en ese lugar o quizás había demasiadas personas en todos lados, demasiado ocupando espacio en lugares donde el espacio era necesario.

Soltó un poco de humo por los orificios de la nariz dejando ir esa sensación del mentolado quemando suavemente su zona interna, era una noche helada, el cielo estaba crispado en estrellas y de alguna forma le pareció irónico que en un basurero como ese hubiesen estrellas brillando, supuso que para quien quisiera soñar el espacio estaba disponible después de todo era una de las pocas cosas gratis que aún quedaban. “Gratis” ¿cómo podía algo no poseer costo? Todo tenía un precio, la consciencia, la verdad, las mentiras, los secretos, las personas y las no personas, las criaturas de todo tipo tenían un precio por el cual venderían hasta la moral, demasiado sobrevalorada, no existía en un mundo conocido una criatura incorruptible, eso era un verdadero sueño ingenuo y de cierto modo muy fácil de alterar, hasta los sueños eran absurdos.  En un mundo podrido como ese ¿qué otro tipo de pensamientos podías poseer? Las nenas hermosas podían ir a restregar sus pechos a otro lado, esas calles pestilentes de sangre y orina no eran para las princesas, era tierra de animales y bestias. Las pocas mujeres de esa zona eran prostitutas armadas hasta las bragas, tampoco eran de llegar y llevar, todo era complicado, difícil y oscuro. Tan propio de las historias de criminales o forajidos buscados. Tan cliché y al mismo tiempo nada parecido a ello ocurría en otros sitios que no fuesen ese.

—Vaya, vaya, mira quién decidió venir a trabajar—la muchacha dejó su cigarro sobre un cenicero lleno hasta desbordar de colillas secas y otras a medio consumir, la habitación tenía un aroma a alcohol de baja calidad y los sillones mal tapizados con una especie de cuero animal le daban la sensación de estar en una pocilga del viejo oeste, o algo por el estilo. Había cuadros mal decorando el cuadro y la fealdad de los mismos le hizo desviar la vista hacia el sujeto sentado detrás de un escritorio de madera oscura. No es como si trabajara específicamente para ese viejo roñoso, no trabajaba para nadie en particular, pero de vez en cuando uno que otro tenían buenos datos de cacería, se repartían las ganancias en partes casi iguales y listo. Negocio listo.

—No puedo venir cada vez que llamas….—se dejó caer sobre un sillón individual colocando las botas sobre una mesa de centro, estaba sucia y se veía mejor con las manchas de barro de sus botas que con esa madera barata y vieja a medio mal clavar. Ese sitio era sinceramente deprimente, pero las apariencias engañaban, estaba segura que ese viejo tenía tanto dinero como para acabar con el hambre en un cuarto del bajo mundo.

—Pues seguro hay otros allá afuera que darían el culo por un fajo de dinero preciosa, no te hagas la regodeona con el trabajo…—soltó una sonora tos mezclando la palabra “pendeja” en medio, encendió un habano mal oliente y se reclinó sobre su escritorio buscando unos papeles bajo el montón de hojas y carpetas con fotografías.
La primera vez que había visto a Core le parecía una niña flacucha sin mucho atractivo físico, bueno tenía una cara bonita, pero no sacaba demasiado buen partido a su cuerpo. Sentía que la iban a matar en cualquier momento y sin embargo le había dado una oportunidad, no lo había decepcionado ni una vez y le daba esa sensación de estar viendo a un animal sin alma sentado en su sillón, ¿cómo decirlo? Una especie de criatura que no tenía nada que perder, nada que ganar, nada que necesitar, nada en realidad. La nada era la máxima riqueza.

—Si pagaras tanto como insultas, cielos…me retiraría muy joven de esto—suspiró ligeramente y se levantó recibiendo una fotografía de una persona en específico, sin muchos datos agregados excepto una dirección cercana y una hora anotada con tinta roja en un borde, faltaban diez minutos para ese horario así que no quedaba mucho. Esta vez no había que matar a nadie, sólo un seguimiento silencioso y quizás si había suerte encontraría otros peces gordos de camino. ¿Por qué estaba haciendo el papel de detective?—Oye ¿no tienes otros viejos para seguir personas?—no recibió ninguna respuesta, se encogió de hombros y simplemente salió de esa oficina con la misma calma con la que tomaba un baño en las tardes o se sentaba a leer una revista en la plaza cerca de casa.

Acomodó la espada en su espalda y se cubrió los labios con una bufanda negra, sería una larga y helada noche, quizás debió haberse colocado unos jeans y no esos pantaloncillos cortos, ni modo. Cerró los botones de su abrigo y se internó entre los callejones en silencio mirando hacia el suelo, no tenía miedo, no había necesidad de eso, pero ¿adrenalina?, si de eso había bastante en sus venas, en esos sitios oscuros y podridos olvidados de la ley nunca sabes qué vas a encontrar doblando la esquina.


Última edición por Core el Mar Abr 14, 2015 9:23 pm, editado 3 veces
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Mensaje por Adrian E. Reddington Lun Abr 13, 2015 6:26 pm

Off rol:

”Dios Adrian, ¿qué tan imbécil puedes ser?. Al parecer, bastante, eso pensaba mientras caminaba por el barrio bajo de Eden, con las manos en los bolsillos de su chaqueta negra gruesa contra el frio, pantalones azul oscuro y una camiseta de mangas largas gris debajo del abrigo, mirando al frente con la zona del tabique algo rojiza por el ambiente helado, una bufanda rojiza alrededor de su cuello, tapando la zona de su boca, y algo encogido de hombros. Pasaban algunos a cada lado del muchacho, mirándolo de reojo. Algunos lo reconocían y lo saludaban, y en esos lares debías saludar o tendrías problemas luego, buscan hasta el más mínimo signo de irrespetuosidad para comenzar una pelea y el joven no estaba para eso en esos momentos. Debía encontrarse con un tipo de una zona bastante pesada, un capo de la región que apenas abarcaba unas cuadras pero las suficientes como para tener bajo su negocio a un amigo suyo que no sólo se había metido hasta el cuello de toda esa mierda sino que se hizo adicto en el proceso y ahora ni siquiera para negocios sirve, está en esa zona casi como adorno asqueroso del lugar o exhíbición de lo que te hace si no tienes un maldito límite. Se maldecía por dentro a él mismo, replicándose el porque estaba haciendo esto, ¿valía la pena? Era uno de los pocos amigos que hizo en el momento en que llegó a Eden, hace años ya, y tenía ese pequeño nervio todavía de haber abandona a alguien en el pasado, no volvería a cometer ese error de nuevo o no se perdonaría el saber que tuvo la oportunidad de ayudar y no lo hizo. Suspiraba con agotamiento, sin detenerse aunque mueve apenas la nariz ya que el hedor que se concentraba en ciertos sitios eran casi repugnantes y lastimarían a cualquiera el sentido del olfato.

Al adentrarse donde debía, avanza unos metros más hasta un hotel de mala muerte, que más que hotel es lo que se llama “albergue transitorio”. El pelirrojo ha tenido sus muy escasas aventuras de una noche pero o estaba muy borracho o de verdad le gustó la mujer, mas apenas y duraba esa noche y nada más. No necesitaba nada más, y aún así jamás pisó estos lugares. O era en su apartamento o en el hogar de ella, así que no tuvo que pagar por nada, excepto, ocasionalmente, por los preservativos que utilizaba cuando lo recordaba. Ingresó a un callejón que estaba a un lado del establecimiento y entró por una puerta trasera de emergencia, mejor así, ¿no? Nadie debía seguirlo o el otro chulo podría matarlo por traer gente “de más”. Despejó esa idea porque sería el peor escenario para su persona y para su compañero adicto. Tan sólo entró y fue por las escaleras -como si necesitara más ejercicio de lo que ya hacía.- hasta el cuarto piso. Todo parecía que en cualquier momento se desmoronaría por la húmedad que había. Sí que se filtraba hasta por los rincones más pequeños. Cuando llega hasta la habitación 4-F es donde toca con el dorso de su mano en la puerta en un significativo tono, una vez, luego dos seguidas rápidamente y después otra más con un golpe seco luego de un intervalo de unos cuatro segundos con los toques anteriores. ”¿Para qué la combinación idiota? Hasta un niño podría saberla”, le molestaba tanta cosa para recuperar a su amigo de este mundo inmundo. Mueve apenas los hombros y entra, viendo en el interior a un gordo más bajo que él, con una gran “entrada” que le pasaba por en medio de la cabeza y sentado sobre sun sillón individual. Alzó una ceja y estaba a punto de decir que le daba asco su presencia ás uqe nada porque asqueaba a sudor ese sujeto pero se contuvo. No, no son necesarios los problemas. Toma un poco de aire y termina adentrándose más, terminando en medio del cuarto y con dos tipos más fortachones que el británico y lo miraban como si al más pequeño movimiento muscular sospechoso, le romperían una extremidad. Mejor evitar eso, Adrian se necesita completo para las misiones.

-¿Y bien niño? ¿harás lo que te pedi para llevarte a tu desperdicio de amigo?.- // -No sé qué quiere que saque de esa mujer, no la conozco. Además, dije que queria a David aquí, ¿dónde está?.- El obeso viejo sonríe de lado y chasquea los dedos de su zurda para hacer que abran la puerta de entrada y otro tipo tire a mi amigo a la habitación, justo en el suelo. -¡Mierda David! ¡David! ¡¿Estás bien?! ¡David, respóndeme!.- No, no había respuesta, estaba bocaabajo sobre el piso, con varias “picaduras” en los brazos. Vaya, ahora se inyectaba, o lo inyectaron. Fruncio el ceño porque el pensar que le inducieron este “coma” no sólo era una burla sino un problema. Podría tener una sobredosis. -Bueno, ¿lo harás o no? Lo necesito lo más pronto posible la ubicación de.. esta mujer.- Le lanzó un sobre sellado, el cual rompió enseguida, estando en cuclillas sobre el piso por su compañero tirado. Abrió el mismo y tomó la foto de la fémina entre sus dedos. ”Cabello negro y en degradé, ojos azules.. vaya, lucen fríos. Pero esta mujer no parece una prostituta o algo así, ¿qué carajo quiere de esta tipa?. -Consígueme dónde la puedo hallar y dejaré a tu amigo libre de toda deuda, ¿bien?.-


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Mensaje por Core Lun Abr 13, 2015 11:12 pm

Mentiría si dijese que no estaba cansada, un dolor suave cual mordida estaba punzando su espalda baja, se había dormido sentada en un sillón de cuero negro junto a la cama de Misha, hacía varios días que no se despertaba y aunque lograba alimentarlo con sangre fresca esto no había mejorado su estado, quizás hasta los vampiros pueden morir, incluso la eternidad tiene un fin, eso era un poco triste si lo pensaba con calma, pero de cierto modo era un alivio saber que si en algún momento moría su padre no se encontraría solo pues se desvanecería eventualmente como todos.
Soltó un estornudo leve y se restregó la punta de la nariz con el dorso del brazo, estaba más o menos cerca de esa dirección anotada de forma trastabillada en el papel, no sabía por qué, pero un leve escalofrío recorrió su espalda hasta sus talones, la última vez que había tenido esa sensación no pudo ponerse de pie en un mes y ni hablar de las secuelas.
Ladeó la cabeza suavemente haciendo que su cabello negro se interpusiera sobre sus fríos ojos azules y por un momento se imaginó a sí misma sentada en un café elegante con un vestido vaporoso charlando con algún sujeto al azar y llevando una vida sencilla. Se le retorció el estómago de sólo pensarlo y se mordió el dedo pulgar con algo de fuerza, mierda ¿es que acaso no debía salir alguien de ese hotel de mala muerte que estaba del otro lado de la calle? Miró su reloj de nuevo y luego recibió un mensaje en el móvil con una fotografía. Era una especie de hombre bastante repugnante a primera vista, gordo hasta casi ser una esfera perfecta y sonriendo como idiota entre un montón de otros hombres. Había una nota bajo la fotografía “lo quiero vivo” cielos, eso iba a ser difícil.

Se rascó la coronilla como si le costara demasiado pensar en un modo de transportar a ese viejo gordo vivo, ¿qué no era más fácil sólo llevarse su cabeza o algo así? Cielos, el trabajo era cada vez más difícil. Se sentó sobre un contenedor de basura vacío y movió sus pies con suavidad mirando hacia el enorme edificio, no debía entrar por la entrada principal, eso sería un problema pues había que ser sinceros, Core no tenía la mejor fama en esos lugares de mala muerte y mucho menos con aquellos que tenían problemas de drogas, algunos decían que cuando esa chica se paseaba por los hoteles de esa zona siempre desaparecía alguien y jamás volvían a ver ni los huesos de esos sujetos. Era un miedo bien justificado. Bueno y si no era por la puerta tampoco podía escalar por las ventanas, no tenía una cuerda consigo y además el cuarto piso sería una buena caída si llegaba a fallar.

—Uhm…—miró hacia arriba buscando una buena idea en su cerebro, el frío se estaba haciendo más intenso cada vez y necesitaba un café caliente o moriría de frío, literalmente. Bueno, sería por las malas. Caminó a paso lento, como un gato en la oscuridad y abrió la puerta del hotel con una patada sutil haciendo que rechinara la vieja estructura, antes de que pudiese ponerse a gritar la chica flaca y fea de la recepción le colocó el filo de su katana en la garganta y miró alrededor, nadie acudió a las escaleras y eso era bueno hasta el momento—hey, tengo que ver a un amigo, se hospeda aquí, es una rata gorda y babosa, apuesto a que le conoces, las picadas en tu brazo dicen que si—bajó sus fríos ojos hasta el brazo llenó de marcas de inyecciones y la chica lo ocultó bajo el mostrador—¿en qué cuarto está? —la muchacha deslizó suavemente su dedo bajo el mostrador hasta presionar un botón rojo, seguramente daba alerta a alguien en un piso que desconocía y luego negó con la cabeza lentamente.

Soltó un suspiro, sería una noche agitada, pero al menos podría entrar en calor. Deslizó de una sola vez el filo del arma entre el espacio del escote que no dejaba nada a la imaginación en el pecho de aquella muchacha y luego comenzó a subir corriendo por las escaleras viejas y mohosas del hotel en busca de aquel viejo traficante.
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Mensaje por Adrian E. Reddington Vie Abr 17, 2015 11:02 pm

El tipo de enfrente sonreía tan estúpidamente que hasta era asqueroso. Si fuese más fácil de exasperar, posiblemente iría justo a romperle la boca de un puño pero no podía darse ese lujo, su amigo estaba primero antes que ese idiota. En el momento en que dijo esa última frase, el pelirrojo frunció el ceño, torciendo la boca apenas para hacer una mueca de enfado y clavarle la mirada al tercero, pero ni siquiera pudo responderle porque uno de sus guardias se acercó para susarrle algo de “está aquí” que no entendió bien pero decidió perder un poco el hilo de la advertencia de una fémina en el edificio ya que el amigo del piloto se estaba moviendo levemente y gimoteando, vaya uno a saber qué intentaba decir. -En un idioma entendible de ser posible, David... rayos.- Chasqueó la lengua y torció de nuevo la boca mientras posaba su vista sobre el caído. El otro posaba los codos sobre el suelo, intentando levantarse mientras el pelirrojo posaba las manos cerca del cuerpo de su compañero, no tocándolo, pero como un soporte que lo atraparía en el momento en que se quedase sin fuerza y ser de sosten. De ese viejo se oye un chasquido de lengua, logrando captar la atención del mayor pero no dice nada, sólo lo ve. -Perfecto, así bien como yo deseaba. ¡Muchacho! Ella está aquí así que te facilité el trabajo pero no se puede quedar así, algo me debes dar...- // -¿Qué?.- // -Traeme a la chica, viva. Derrótala y tráemela.- // -¿Que la golpee hasta noquearla y traertela en una bandeja? Eso no puede terminar bien.- // -¡No te importa lo que haya con ella! ¡traemela y tu amigo está libre, fin de la historia!.- Agh, como odiaba ese tono imperante y molesto de tipos que no eran nadie, que no tenían ni el mínimo respeto por parte del varón. No soportaba que lo mandasen como perro faldero, excepto sus susperiores de la nave, eran otra cosa, ellos se ganaron sus puestos y el respeto del chico... éste no, era tan sólo una escoria de la humanidad que jamás debió nacer.

El británico suspira con cansancio y se levanta, ayudando primero a su amigo recién consciente para que se siente en el piso, quien luego tenía la cabeza gacha porque andaba aún mareado. Se sacude las prendas, se remueve la bufanda y se la coloca alrededor del cuello de su amigo con delicadeza, pero el tercero le grita que se apure porque esa mujer era rápida como una cucaracha. -Haré lo que me dices, no presiones o te abrire el cráneo.- Lo ve por sobre el hombro, estando de espaldas al viejo y con las manos en los bolsillos de su pantalón. Da una patada a la puerta que la abre de repente, saltando el seguro hacia algún lado por la fuerza. Avanza, mateniendo una postura recta pero tenía ya cara de pocos amigos. No estaba de un gran humor que digamos. Caminaba, bajando hasta el tercero y si debía un poco más para encontrarse con la fémina. No tenía idea de si esto era buena idea, ¿pelearse con una mujer? Jamás lo había hecho, nunca trató mal a una mujer pero esto era algo especial. Primero, estaba su amigo, y segundo, esta no podía ser una débil muchachita sino ellos mismos se hubiesen encargado, tuvieron que recurrir a Adrian, quien es conocido por estos lares por no ser fácil de tumbar. Se colocó en el pasillo del segundo piso, esperando por la otra, cruzado de brazos, y mirando hacia la zona de las escaleras por donde si o si tendría que aparecer. Respiraba hondo, de a intervalos decentes, como calmándose del enojo de antes, la preocupación y algo de excitación por tener una lucha... aunque fuese con alguien del sexo opuesto. Miraba a los lados, observando las puertas algo descoloridas, no sabía si era la antigüedad o la húmedad pero a la vista era horrible mas no se oían ruidos de esos normales en estos hoteles. ¿Tan mierda era que ni a follar venían aquí? ”Ni yo vendría aquí, realmente.” piensa para sí y regresa la vista hacia el frente, aguardando por la femenina.


Última edición por Adrian E. Reddington el Lun Mayo 18, 2015 7:38 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Core Sáb Abr 18, 2015 6:06 pm

Siempre perdía la cuenta de cuántas veces terminaba salpicando su rostro o cuerpo con manchas de sangre, la verdad aquel sabor le desagradaba de sobre manera, pero ni modo, a veces se preguntaba si papá podía vivir sólo de eso, era un asco, pegajosa, espesa, caliente, sucia, llena de sustancias químicas que los humanos solían consumir en sus alimentos alterados por científicos para retrasar su tiempo de descomposición. Suspiró.

Ladeó un poco la cabeza y luego de llenar un recipiente de metal recubierto con una especie de vidrio que podía mantener caliente el líquido en su interior. Dejó ese envase junto a los otros 10 de los mismos sobre el suelo de las escaleras en el primer piso y luego siguió subiendo, su pinta no era precisamente la mejor, era como los gatos cuando terminaban de masacrar ratones sólo por la diversión de hacerlo, sólo porque podían, ni por hambre ni por diversión, sólo…el gusto de destruir vidas y jugar a ser Dios unos momentos. Hizo una pausa ligera en medio de las escaleras casi llegando a las del segundo piso, había un aroma distinto, no olía a agua de colonia barata ni mucho menos a cigarros de prostíbulo o saliva mezclada con tabaco, no era sudor fermentado, no era un traje de baja calidad, no era el olor del aliento alcoholizado de un hombre mayor a los 40 años, no era ese olor a grasa y sudor de cerdo que despedía ese gordo sujeto en su mira, no era un hombre repulsivo como los demás. Entrecerró los ojos y movió un poco la katana entre sus dedos adoptando una nueva posición de combate, quizás menos mortal, pero si capaz de defender su cuerpo de mejor forma, al menos los puntos vitales, lo importante era mantenerse viva sin importar el riego o las perdidas en el camino.

Retiró un mechón de cabello negro hacia el lado y comenzó a subir los escalones en silencio, cada vez que avanzaba uno que otro crujía por la vejez de su diseño y estructura, tenía deseos de volver pronto a casa y recostarse a dormir un poco, quizás tomar una ducha y luego comer algo salado, una buena taza de café y dejar que el montón de gatos callejeros que llevaba a casa se le acurrucaran encima.
Movió el cuello hacia un costado tratando de enfocar un ángulo mejor de los escalones, pero seguían siendo aburridos y monótonos. ¿Quién demonios decoraba ese lugar? Bueno, si todas las muchachas de la zona eran como la de la recepción la decoración no importaba demasiado pues la mercancía tampoco era precisamente un lujo. Soltó una especie de mueca muy similar  a una sonrisa sarcástica.

Llegó al final de los escalones hasta un descanso y se encontró con un hombre alto de cabello rojo y la mitad del cráneo rapado, ¿un traficante de drogas? No, tendría el tic de rascarse la nariz por la falta de algo que jalar o estaría acelerado, sonreiría como imbécil y luego diría alguna frase vulgar. Era un guardia del cerdo ese. Imposible. Los guardias eran viejos, sin familias, hombres maltratadores y poco inteligentes, había matado suficientes de esos como para reconocerlos con un vistazo. Entonces ¿qué era? Era un bicho. Extraño, inusual, fuera de lugar, con una expresión de “realmente no quiero estar aquí” y tratando de parecer imponente como si su simple postura pudiese detener su camino. Lo único de lo que estaba segura era que estaba estorbando en el camino y si tenía que pasar sobre él pues bueno, la pelea sería dura, eso era un hecho—hey—susurró con su voz monótona y extrañamente ambigua, pestañeó de forma perezosa y dio un paso más sin amenaza, pero acortando la distancia entre ambos—estas en mi camino—sus ojos azules, fríos y sin ningún sentimiento en particular se clavaron en los de aquel desconocido—vengo a rebanar un cerdo así que o te mueves o tendré que abrirte por la mitad para pasar—no era una broma, no era una amenaza, sólo estaba diciendo la verdad. Pero a veces la verdad puede molestar ¿no?
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Mensaje por Adrian E. Reddington Lun Abr 27, 2015 10:49 pm

El pelirrojo alzó una ceja ante la voz de alguien más, ¿quién era? No comprendía bien si era a él o no pero supuso que sí cuando se acerco a su persona. Pestañeo un poco pero tensando los músculos para que no lo sorprendiera aquella fémina que parecía tan fría y... ¿malvada? No, pero tampoco parecía carecer de emociones, no para él, todo tienen emociones, más o menos que otros pero los tienen. Suspira con pesadez y mueve el cuello de lado a lado, como descontracturándose y alza apenas el mentón por lo dicho, ¿venía a matar al viejo aquel?. -¿Segura podrás sola, mujer? No sobre... rebanarme en dos sino sobre matar al otro.- Comenta con seriedad, manteniendo un tono monótono aunque carraspeo cuando iba a decir sobre “rebanarlo”. Se relaja un poco sino no puede hablar bien pero termina ladeando la cabeza mientras le mantiene la mirada fija a la mayor. -No tengo ganas de pelear contigo, pero tengo un amigo en problemas así que...- Flexiona las rodillas y hace un movimiento con la pierna derecha para hacerle un barrido, intentando que la contraria pierda el equilibrio y después ver si podía girar sobre su eje y atestarle una patada con el talón de la otra pierna. Esperaba que eso fuese a funcionar sino tendría que comerse los golpes de la otra mujer, a lo que posiblemente esquivaría con un salto hacia atrás pero todo dependía de ella.

Detestaba tener que luchar, más con una fémina que no conocía. No le había hecho nada, todo esto era idiota pero ¿qué podía hacer?. ”Tal vez podría unirme con ella... pero primero veamos como pelea esta niña.” Sonrió de lado por ese pensamiento, por única vez probaría las formas de combate de otro peleador para ver si sería conveniente arriegarse a atrapar al otro o eliminarla para que no estorbe. Preparaba las formas en su cabeza de bloquear algún ataque ajeno o simplemente recibir algún golpe para poder tenerla cerca y devolverle el favor con el doble de poder pero la chica llevaba una arma blanca, ¿era seguro pensar en un movimiento así? Bueno, dependía realmente si ella usba asu espada o no, ¿verdad? En su interior, por unos momentos esperaba que fuese a puño limpio porque no le iba bien con las armas como esas, pero quién sabe, tal vez sería bueno intentar algo nuevo.


Última edición por Adrian E. Reddington el Sáb Mayo 23, 2015 9:42 pm, editado 2 veces
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Mensaje por Core Mar Mayo 12, 2015 9:17 pm

La barrida que recibió no la tomó del todo por sorpresa, no porque fuese una experta peleando sino porque estaba acostumbrada a ser un poco más débil en las peleas debido a su contextura menor en masa y densidad, si había algo que podía destacar de las peleas que había sufrido era que no temía recibir golpes, puñaladas o disparos, iba simplemente hacia lo que fuese como un animal hambriento, sim medirse, sin detenerse, ya luego habría tiempo para reflexionar sobre lo sucedido o ir a un médico de bajo nivel a coserse las heridas abiertas, nada que no pudiese resolver—uhmf….—soltó una especie de bufido que sonó muy poco humano y más bien fue un gruñido de gato molesto, se retiró el fleco con una mano retrocediendo con algo de torpeza por tratar de esquivar los golpes que venían—que pocos modales, golpeando a una mujer así sin más—sonrío ampliamente, como si hubiese entendido una buena broma y desenfundó su espada con claras intenciones de herir profundamente a ese sujeto, qué más daba, no lo conocía y poco importaba que estuviese tratando de salvar a alguien, de hecho le pareció gracioso—ese puerco no entiende de tratos justos, en cuanto hagas lo que sea que te haya pedido matará a tu amigo de todos modos y además ¿no es un imbécil ese amigo tuyo? Metiéndose con los cerdos al corral, como otro animal inmundo—se quitó el abrigo negro y la bufanda que solía llevar para que no estorbaran, su delgada figura quedó al descubierto con unas prendas ceñidas.

Los hombres eran extraños, las personas en general, ese sentimiento de amistad la intrigaban, sólo conocía “ser familia” y la familia era fundamental, única y exclusiva, no era familia quien te traía al mundo sino quien te daba la oportunidad de vivir en él, cosas como amigos…le parecían un estorbo, una carga angustiante y estúpida de llevar.

Ladeó la cabeza por un momento y luego se aventuró en una carrera rápida hacia ese hombre de cabello rojo, a pesar de su cuerpo humano y menudo no era debido a su figura femenina que se mantenía con un bajo peso, se debía a la condición de no hacer ruidos, de ser imperceptible, veloz y ágil, que pesara menos que la nada para poder saltar y treparse, escabullirse por agujeros imposibles y aparecer desde donde menos se espera. Iba en una posición agazapada hacia el pelirrojo y en el último momento antes de llegar hasta él directamente giró a la izquierda como si quisiera pasar de él, pero no. Le dio un golpe en las costillas con el mango de la katana afilada no con demasiada fuerza, pero si en un punto exacto como para sacarle el aire un momento, levantó la rodilla con la intención de darle un rodillazo en el estómago y giró la katana queriendo apuñalarlo desde el costado.
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Mensaje por Adrian E. Reddington Sáb Mayo 23, 2015 10:44 pm

El mayor observaba cada movimiento, oyendo cada cosa que ella dijese, levemente impresionado por cómo esquivó pero no tanto, no es como hubiese querido herirla también. Afiló la mirada y seguía con la mirada cada acció, obviando lo que ella dijo, no era momento de conversar, ya tendría tiempo para eso. Se coloca en posición al ver que ella desenfunda pero en un parpadeo, la mujer está golpeándole entre las costillas de la derecha, haciendo que se tuersa levemente, exhalando en una especie de tos ronca por la falta de aire que le provocó, se encorbó un poco por el rodillazo, haciendo que ahora escupa algo de saliva pero alzó una ceja al oír en medio como el aire se cortaba por algo filoso y en ese momento eleva su pierna derecha lo más que pudo, dejando su peso sobre su pierna humana mientras que la otra apenas hace un retumbe por el golpe entre los metales. -¿Crees que no sé que lo matará? Por eso acepte esto.- Menciona con una sonrisa ladina y después tomar del muslo que la mujer le dio ese rodillazo para desestabilizarla, dándole mientras intenta levantarla con la mano derecha, un golpe en el brazo con la otra mano a puño cerrado en el antebrazo, bien sobre una vena y nervios para untentar adormecerle la extremidad, la que ella usaba para sujetar la katana. -En efecto mujer, mi amigo es un completo imbécil.. por eso me tiene a mí, alguien que lo hace entrar en razón.- Busca que tire el arma y se aleje ella sola por inercia para no ser golpeada por el pelirrojo, aunque él no hace nada luego del golpe contra el brazo ajeno, sólo la ve de reojo para ver que realiza.

El cyborg se endereza y acomdoa sus prendas aunque tose un poco más, esperando no ser golpeado instantáneamente después porque sino tendría más de un problema. -Antes de que me intente apuñalar de nuevo, ¿le parece si le digo donde esta ese maldito gordo? Sería un placer dejarla que lo liquide. Disculpa que te ataque, quería saber si eras una novata o tenías experiencia. Me gusta tu velocidad mujer.- Musita, sacudiéndose las ropas. -No debe estar en la habitación donde te dijeron. Se mueve de habitación en habitación para que no le caigan de sorpresa. Te puedo llevar a él.- Habla co tranquilidad, casi ni notándose que estaba mintiendo asquerosamente. Estaba seguramente, cien por ciento seguro, que seguía en ese mugroso cuarto pero necesitaba que la fémina lo siga y coopere, sino no iba a poder sólo y tampoco quería que ella lo matase, así que ¿qué tiene de malo una mentirita piadosa? Nada, ¿verdad?. Movió la cabeza de lado a lado, descontracturándose levemente, pero siempre atento a lo que la otra fuese a hacer ya que necesitaba apurarse y no estaba para pelearse más con ella, debía correr para poder sacar a su amigo de allí antes de que lo degollen al no ser más útil.
Adrian E. Reddington
Adrian E. Reddington

Edad : 25
Ocupación : Pilot..
Raza : Cyborg
Origen : Eden

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