Recuerdo del primer mensaje :

Había quedado dormida mientras se escondía en una de las naves del enemigo que ya había perdido la noción del tiempo, buscada, perseguida, juzgada y castigada sólo por capricho de su hermana sentía aquella necesidad de supervivencia, pero sobre todo, tenía que encontrar un lugar dónde vivir, Tamaran ya no era una opción, no volvería al lugar que la trató como mercancía. Seguía siendo buscada en el espacio, ocultándose en la nave de su propio captor para ella daba un poco más de ventaja, jamás imaginarían que ella estaba ahí, débil sin haber consumido suficiente alimento ni recibido la luz del sol buscaba en aquel almacén algo que le ayudara a escapar o de menos le permitiera aguantar un poco más de tiempo. No fue hasta que en una cápsula encontró algo de alimento que parecía ser una especie de frutas, sin pensarlo y juzgando por el buen aroma comenzó a comerlas, sabían realmente bien.

Investigando por la nave encontró las cápsulas de escape de las cuales había escuchado hablar a los guardias tiempo atrás, levantó su vista hacia una de las ventanas de la nave viendo un planeta ahí, sonrió en sobre medida y sin más se escabulló a una de las cápsulas lanzando esta sin pensarlo más dirigiéndose a aquel planeta, pero por lógica eso alertaría a los psions del intruso, comenzaron a movilizarse, de los hangares salieron dos naves con cuatro soldados en cada una de ellas siguiendo a la Tamaraniana. Aquellas naves comenzaron a dispararle obligando a la joven a perder el control total de esta, no tardó mucho en impactar en aquel planeta, rodeada de vegetación la nave quedó totalmente destruida, saliendo de entre los escombros, herida y confundida comenzó a correr en busca de refugio.

A medida que corría su piel comenzaba a recibir la luz del sol, sentía como su cuerpo volvía a adquirir la vitalidad que perdió en la nave y sin detenerse sus pasos la llevaron a un campo abierto lleno de flores. Se detuvo y jadeante levantó la mirada, sus captores la habían encontrado. Koriand’r frunció el ceño, tenía suficiente energía para poder levantar vuelo y defenderse, al menos si sería capturada de nuevo daría lucha y se llevaría la vida de algunos cuantos de ellos. Sus ojos se iluminaron de un verde intenso y en sus manos se notaba la concentración de energía, un par de llamas color jade se podían notar y tras emprender vuelo se dirigió a la dirección contraria a ellos, al menos hasta que su cuerpo recibiera suficiente luz solar para no caer tan rápido. Comenzaron a dispararle, como podía esquivaba las balas de grueso calibre mas no en totalidad y algunas rozaban sus piernas y brazos causándole heridas. La noche comenzaba a acercarse, el atardecer le indicaba que faltaba poco para tener la ausencia de su fuente de energía y sin reserva alguna no hizo más que volar lo más rápido que pudo hasta que se giró y juntó sus manos dejando salir una brutal honda de energía impactando con una de las naves destruyéndola por completo haciendo que resonara la explosión por algunos kilómetros.

Un trozo de metal de la nave se fue directamente contra ella golpeándola, perdiendo altura se estrelló contra el piso dejando un largo y profundo camino en la tierra. Entre flores trataba de ponerse de pie pero ya frente a ella tenía la otra nave apuntándole, ya no podía ponerse de pie, sólo en su mano una pequeña y tenue llama se dejó ve, iba a pelear hasta el final.

Por alguna razón que en su rostro aparecieran esos tonos tan agradables le parecían tiernos y  hasta cierto punto lindos, sólo reía para sí misma mientras surgía prendida a su cuello para ser guiada. El lugar al que llegaron parecía ser uno donde todos se reunían y por el aroma quizá era para alimentarse, observaba todos los lados y asintió ante la orden, curiosa, volaba hacia las mesas de las demás personas observándolas comer y después su comida, le parecía fascinante, sin comprender muchas cosas entendía que ahí sería donde comerían y sí, las miradas de extraños y curiosos no se hicieron esperar, se preguntaban quién era ella, por que volaba y sobre todo, por qué acompañaba a Belcross, no fue hasta que las palabras del doctor distrajeron su curiosidad, asintió y sonrió con sutileza mientras su dorada piel se teñía de un dulce carmín acompañadas por una mueca sonriéndole al doctor. - Eso imaginé… Es que él me salvó… - Respondió mientras volvía su vista al Vajra esperándolo ya en donde él la había dejada, poniendo sus pies en el piso no dijo más.


Tenía sus brazos extendidos sobre la mesa recargando su mejilla en uno de estos, con sus párpados cerrados esperando en silencio a Bel. No fue hasta que un sonido algo curioso la hizo despertar quedando ante ella la comida en una especie de transportador, sonrió y tomó unas cuantas raciones comenzando a comer con desesperación, apenas si llevaba un par de platos cuando asintió -¡Provecho!- Dijo sin pena para seguir comiendo pero se detuvo en seco ante la pregunta dejándola helada, agachó un poco su cabeza y tragó lo que tenía en su boca soltando la comida que se llevaría a esta. - Me escapé…- Susurró sin levantar la vista abrazándose a sí misma, no sollozó pero era notorio como aquellas lágrimas caían manchando la mesa donde ambos se encontraban, su cuerpo temblaba y como si quisiera protegerse encorvó más su cuerpo. -Es justo.. ¿No..?- Susurró. - Es justo que te diga que fue lo que pasó, después de todo me salvaste…- Abrazó más su estómago, sólo de recordarlo le daban nauseas. - Si te cuento jurarás guardar el secreto… Jurarás que jamás nadie sabrá mi historia… Si llegan a buscarme nuevamente debes jurar que negarás mi existencia, jura que dirás que nunca me viste y sobre todo jura que nunca me volverás a buscar…- Advirtió levantando su mirada para encontrarla con la de él, aquellos enormes ojos de color jade estaban totalmente húmedos, sus mejillas comenzaban a llenarse de aquel mar de lágrimas y en su mirada el miedo y la desesperación se hacían presentes.


- Soy una princesa, soy la menor de mi familia, vengo del planeta Tamaran…- Susurraba, aquello que contaba era un secreto que sólo podía decir al que ahora era su protector, sin embargo ladeó un poco la mirada observando a los presentes los cuales parecían que poco a poco comenzaban a irse tras terminar de comer. - Me van a escuchar..- Susurró nerviosa, era notable aquel delirio de persecución. - Belcross, me van a escuchar, me van a encontrar, ellos me van a llevar de nuevo a ese lugar..- Era normal que desconfiara de todo el mundo en ese momento menos de él, llevó sus manos al frente para encontrarse con las de él apretándolas lo suficientemente fuerte para que él sintiera su miedo. - Mi tierra fue invadida, mi mundo estuvo amenazado de ser destruido y mi gente fue incapaz de defender mi reino, todo fue culpa de mi hermana mayor, ella les dijo todo.. Les dijo como burlar nuestra seguridad, les dijo como tomar mi hogar, nos traicionó…- Entrelazó sus dedos con los de él y encorvó su cuerpo para el frente para estar más cerca de él, sus lagrimas seguían cayendo en la mesa, llegaban a recorrer su cuello terminando en su pecho - Me entregaron… Me entregaron como ofrenda de paz..- Su voz comenzó a entrecortarse, el agarre de sus manos se volvía débil a la vez que comenzaba a temblar más. - Me mantenían encerrada, encadenada… Me.. Me…- La voz se le fue antes de romper en llanto soltando las manos de él y cubrir su rostro, no podía evitarlo, todos los presentes voltearon a verla asustados, extrañados y confundidos al no saber que pasaba con esa extraña mujer, ella simplemente a llanto abierto se había encerrado en sus recuerdos sin tener noción de su alrededor, la escena era simplemente desgarradora.

El vajra había empezado a comer, agarrando de a puñados las distintas raciones que había traído, pero se detuvo cuando noto el cambio de expresión de Koriand’r. No fue capaz de decir una sola palabra ante lo primero que escucho, se había preocupado por la pelirroja, sobre todo por como se comportaba, temerosa, como si fuese un animal siendo cazado. Los ojos del Vajra se abrieron de par en par en el momento que ella alzo la mirada, estaba llorando, en verdad se le notaba mucho el miedo. El medico notando la situación se levanto de la mesa y comenzó a mover un poco a la gente del comedor, dándoles espacio, aunque no lo pareciera no los estaban escuchando – Puedes estar tranquila, no vendrán a buscarte – mas les valía, si esos tipos le ponían un solo dedo a la colonia podían darse por muertos. Sus manos fueron tomadas con fuerza, fue la primera vez que alguien podía hacer algo así, lejos de ser algo bueno, sentía los temblores en las manos de la ahora tamariana.

Belcross era alguien que valoraba a la familia por encima de todo, alguien que si lograbas forjar un lazo con él, te defendería hasta su ultimo aliento. Cuando supo lo que había pasado con el planeta de ella, la traición de su propia familia, las marcas de su cuerpo comenzaron a brillar, sus ojos adoptaban el brillo de color blanco. La furia en el gigante era completamente notoria, hacia un esfuerzo increíble por no apretar sus manos, no quería lastimarla. El enterarse de que la habían entregado como trofeo de paz, luego de la traición de su familia, simplemente lo hizo enojar aun más, era la voz de la tamaraniana y sus manos que ahora temblaban, lo que lo mantenía consciente. Pero cuando ella lo soltó y rompió en llanto, Belcross había alcanzado casi su limite, tenia la mano abierta sobre la mesa de metal, esta se doblo como si fuese papel cuando apretó sus manos.

El mismo cuando tuvo el puño cerrado se dio un golpe en el costado del rostro para recobrar el sentido, comenzó a dar una respiración profunda y poco a poco su mente se fue aclarando, ya había vuelto en si – Koriand’r, sobre lo que dijiste antes, juro que no le contare a nadie tu historia, guardare el secreto mientras viva – se inclina un poco hacia ella y con cuidado coloca su mano por detrás de su espalda – pero no puedo jurar que haré como si no te conociera, que nunca te iría a buscar, eso soy incapaz de hacerlo – sus palabras se oian en un tono ronco pues seguía aun con la furia fluyéndole por el cuerpo – si alguno de esos tipos viene, si intenta ponerte una mano encima, yo mismo lo hare pedazos, lamentara el día en que vino a este planeta…lo que si puedo jurar es que no dejare que ellos te lleven, juro que nunca me alejare de ti, y que te protegeré siempre – Belcross sabia lo que significaba ser traicionado por los suyos, por eso no iba a dejar que la traición de la familia de la tamaraniana la atacara de nuevo, no vería a alguien sufrir por culpa de quienes se supone que la debían proteger.