Algunas de las personas que estaban con él en el entorno, le habían comentado que debía tomarse unas vacaciones. Al menos un día a la semana o un par cada dos semanas, pues no había día que no le vieran entusiasmado con sus investigaciones. Siempre, como si no necesitara despegarse de la mesa o estuviera adherido a la silla. Incluso uno de sus compañeros le preguntó en broma si no tenía pegamento en el culo, pero Derek no entendió. Decidió hacer caso de las recomendaciones y dedicarse tres días a recorrer la ciudad, a aprender algunas cosas casuales, a entablar conversaciones. Hacer amistades era fantástico, a él le encantaba, pero a menudo se obcecaba en un tema y se aislaba.

Ataviado con su cazadora blanca y sus pantalones de chándal del mismo color, salió a dar un corto vuelo. Las alas liberaron decenas de plumas brillantes mientras surcaban los cielos azules y la brisa le golpeaba el rostro. Se alejó un poco de donde trabajaba y aterrizó para poder moverse mejor por la calle. Trató de ponerse en un lugar donde no hubiera mucha gente y ahí, encoger las alas, aunque por mucho que lo intentara, seguían ocupando demasiado. No había nadie que no le viera, era imposible que pasara desapercibido. La zona residencial se levantaba a la hora de comer, con un gran sol extenuante, pero por suerte con muchas sombras de edificios que le resguardaban.

Derek se metió por varias calles haciendo zig-zag, no sabía qué se encontraría, ni tampoco tenía nada pensado, pero tras un rato largo caminando, le entraron ganas de beber. Se metió a un local y aunque al principio le miraron raro, no tuvieron problema en darle su vaso de agua bien fría. Tenía dos pequeños hielos que se iban derritiendo conforme seguía dándose un paseo. Algunas casas eran sencillas y otras rascacielos. Se detuvo en una esquina para admirar la arquitectura, dando algunos sorbos al vaso de plástico blanco.